Capítulo 23: El peso del pasado

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Aurora Ferreira.

Después de caminar unos cuantos metros haciéndonos preguntas sin sentido por fin pasó.

Los escuchamos.

Al principio creí que era una alucinación, pero al voltear con Damián y ver sus ojos bien abiertos y la obvia cara de emoción, supe que no era mi imaginación.

Corrimos hacia donde habíamos escuchado las voces y comenzamos a gritar.

Sin duda fue el minuto más largo de toda mi vida. Cada vez sus voces se escuchaban más cerca, y de pronto distinguí la cabellera rubia de mi mejor amigo.

-¡Elías! -Grité y levanté los brazos para que él pudiera vernos. Estaba de espaldas, así que sentí un alivio gigante cuando se giró y pude confirmar que él estaba ahí.

A unos cuantos pasos de mí.

Tomé de la mano a Damián y corrí lo más rápido que pude. Ambos estábamos emocionados e incrédulos.

Cuando estuvimos más cerca, el niño bonito me soltó para que pudiera abrazar al idiota de mi mejor amigo.

Elías me recibió al instante y su colonia inundó mi nariz. Estaba tan feliz de poder abrazarlo, aunque no siempre se lo decía, la verdad es que yo no era Aurora Ferreira sin ese mujeriego descarado.

-La próxima vez que hagas algo así te voy a asesinar, ¿de acuerdo? -Amenazó cuando por fin nos separamos.

-No podrías vivir sin mi, idiota -sacudí su cabello y su mirada cayó sobre Damián.

-¿Cómo la soportaste tanto tiempo? -Le di un golpe en el hombro y pude escuchar cómo Damián se reía. -Auch, ¿dos veces en el mismo día?

-Te lo merecías -dije y aunque quisiera no podía estar molesta con él.

De pronto, pude distinguir a alguien saliendo de los árboles por detrás de Elías.

Hanna.

Se veía contenta y caminó por nuestro lado para llegar a Damián, quien también la recibió con un abrazo.

Una parte de mí sabía que había sido ella quien nos había encontrado. Después de todo, era la única persona en el mundo que iba a entender lo de la goma de mascar.

-¡Sí me encontraste! -Grité emocionada en cuanto la vi subir a la casita del árbol la primera vez que dejé la envoltura en su ventana.

-Eres mi mejor amiga en el mundo, Aurora -me respondió con una enorme sonrisa. -Siempre te voy a encontrar.

Mi corazón protestó ante el recuerdo y decidí apartar la mirada para alejar el sentimiento.

La voz de Elías me hizo regresar a la realidad.

-Vamos, los demás deben estar preocupados -¿Los demás? -Lo miré confundida, pero él sólo tomó mi mano y los cuatro comenzamos a caminar.

¿Había más personas buscándonos?

Fue hasta que llegamos al campamento cuando Julio nos recibió con saltos de alegría y besos que comprendí lo que Elías había dicho. Al parecer Lily y Luca también se habían unido a la búsqueda.

No podía creer que se habían juntado sólo por nosotros. Era algo extraño y tierno al mismo tiempo.

Para disfrutar de lo quedaba de la puesta de sol, decidimos hacer una fogata. Aunque al principio no estaba segura de la idea, terminé por aceptar cuando Lily se acercó y me arrastró con ellos.

AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora