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—Sin editar—

2 | Aventura Secreta
"Nos amaremos en el silencio de un secreto mientras nuestras almas mudas no digan nada aunque sientan todo."

Pasé por mi hombro la tira de mi bolso y aferré en mis manos mis papeles necesarios para tomar el vuelo hacia México que me esperaba y mi maleta.

—Te me cuidas Ivanita ¿Sí? Por favor. Sabes que ésto no me gusta pero...—Quité las manos de mi madre de mi rostro y asentí besando el dorso de una de ellas.

—Tendré el mismo cuidado que siempre mamá, no te preocupes.—Intenté tranquilizarla y saludé a Óscar, mi padrastro, despidiéndome de ellos una vez más.

—Ésta vez no es lo mism...

—Karen, basta, deja de perturbar a nuestra niña.—Óscar acomodó su traje militar y se aseguró de que llevara conmigo la pequeña medalla que tenía desde niña. Un pequeño objeto del que no sabía su origen pero que siempre debía irse conmigo a mis misiones si quería que todo resultara bien. Besé la letra M del dije y les sonreí a mis padres.

—Nos vemos en tres meses.—Sin poder esperar mucho más, caminé hasta el lugar indicado para abordar el avión que me llevaría desde Estados Unidos hasta México, más precisamente a Culiacán.

Desde que había cumplido mis diecisiete años me había dedicado a entrenar a cierto tipo de personas brindándole todo el conocimiento de supervivencia y entrenamiento militar que se me había inculcado desde niña, ya sea mediante Óscar o gracias a cursos que civiles siendo familiares de militares tenían el privilegio de recibir tras muchos tipos de estudios psicológicos y demás.

Mi trabajo consistía en educar a personas que se dedicaban a un trabajo, un tanto distinto al resto, por tres meses recibiendo una gran suma de dinero que en ningún otro empleo conseguiría tan rápidamente.

Me senté en el asiento indicado en mi boleto, me relajé y un vez que el avión despegó, me coloqué mi cubre ojos y me permití descansar para que cuando llegara el momento de aterrizar estuviera descansada y lista para iniciar con mi trabajo si así lo requerían.


Narrador omnisciente

Mientras que Ivana se preparaba sin ningún tipo de nervios montada en un avión, en alguna parte del bello Culiacán un hombre casi que no podía convivir y dominar las distintas emociones que se arremolinaban dentro de él.

Cinco largos y exacerbadores años había tenido que soportar para poder encontrar y volver a tener frente a él al mayor tesoro que algún día podía haber tenido pero que por distintas circunstancias de la vida había sido arrebatado de sus brazos, de sus alas y su protección.

—Mi niña.—Susurró Joaquín Guzmán acariciando la foto detrás del vidrio que cubría la imagen de su primer nieta con apenas dos añitos de edad.—Al fin te encontré, princesa.—Dejó de pasar sus rústicos y ásperos dedos por el único recuerdo que había logrado mantener de la hija que había nacido del primer matrimonio de su hijo mayor, Edgar, antes de que la alejaran de él, antes de que se los arrebataron cruelmente a los dos en diferentes momentos y situaciones. Se aclaró su garganta, guardó la foto en el cajón de su despacho cerrándolo con llave y se acomodó en su silla.—Adelante.—Simuló estar comiendo su desayuno cuando vio ingresar a sus hijos con las mismas caras malhumoradas que habían mantenido desde que él se había encargado de informales que su próximo instructor para aprender la supervivencia necesaria, sería una mujer, peor aún al saber que esa mujer apenas tenía veinte años.

Aventura Secreta | Alfredo Guzmán |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora