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—Sin editar—

3 | Aventura Secreta
"Nos amaremos en el silencio de un secreto mientras nuestras almas mudas no digan nada aunque sientan todo."


Con un poco de pena fingida, rasqué mis manos y caminé a supuesto paso nervioso hacia la palapa donde la familia Guzmán se encontraba tomando su desayuno de domingo, cuando casi era pasado mediodía.

Apenas el sol había salido lamentablemente había despertado sin lograr conciliar el sueño. Además de ya estar acostumbrada a despertar temprano, el dolor que la bestia de la noviecilla de uno de los herederos me había dejado en mi espalda era insoportable, sin mencionar las mordidas en mis manos, toda una perra traicionera y mal luchadora la pendeja esa. Ya me cayó mal.

—Pero Ivana ven, sumate a nosotros—Un emocionado Don Joaquín apartó una silla a su mano derecha alrededor de la mesa circular.—Ven.—Sacudió su mano cuando notó que lo veía confundida y sin intención de ir. A paso lento pero seguro subí los escalones y llegué a él que pasó su brazo por mis hombros.—Emma, ella es Ivana Arellano, de quien te hablé. E Ivana, ella es mi pareja—La misma mujer que ayer me asesinaba con su mirada desde el interior de la mansión, en este momento me dio un cálido abrazo que realmente no esperaba, por consecuencia, no alcancé y sinceramente tampoco quise responderle. Luego no faltaría el boca floja que diría que estaba donde estaba por lamebotas de los patrones.

—¿Qué tanto recibimiento? ¿Quién es o qué?

—Ivana, ella es Yerid la novia de mi hijo mayor.—El güero asintió en forma de saludo sin dejar de verme de una manera intensa e intimidante, mientras que a su lado, el pelinegro que tenía entendido era Ovidio, agitaba su mano haciendo un lugar a su lado.

—Oiga chingona, véngase a sentar aquí y sirve que nos cuentas más sobre ti.—Él palmeó el asiento de la silla y me sonrió de una manera extraña, como si quisiese imitar al mismísimo Gato de Cheshire.

Afirmo nuevamente, esta familia es extraña.

Me volví hacia Don Joaquín quien había aclarado su garganta viendo serio a su hijo. Afortunadamente, cuatro camionetas ingresando a la haciendo hicieron que toda la atención que estaba puesta sobre mí, se viera desviada a los automóviles.

—¿Quieres sentarte aquí?—Emma me susurró volviendo a abrir la silla a un lado de su pareja, mientras Don Joaquín iba a recibir a las mujeres que bajaban de las camionetas.

En completo silencio tomé asiento donde se me ofrecía desde un principio, quedando a un lado del hombre moreno hijo de Don Mayo. Otro que me veía de forma intimidante y hasta acosadora me arriesgaba a decir.

—¿Eres de aquí... Ivana?—¿Por qué dudó al decir mi nombre?

Hice un vaivén con mi cabeza, aceptando el plato que se me ponía al frente, tampoco comprendiendo el por qué yo, una simple trabajadora para los Guzmán y Zambada, comía con ellos.

—Nací en Culiacán pero me crié en Estados Unidos.

—¿Por qué llevas mi nombre pero en forma de vieja?

—Porque sus papás así lo quisieron pendejo.—Rosario, que estaba sentada y abrazada a Ovidio, le tiró con una servilleta al dueño de la pregunta.

—Oye tarado—Una pequeña guerra de golpes "suaves" de mano comenzó entre ellos hasta que al parecer se sumó Ovidio, golpeó fuerte, le rompió una uña a Rosario y esta casi que lo mata.

—¡Eres un...!—El pelinegro se escudó del golpe seguro que le venía y el carraspeo de alguien detrás de mí los detuvo.

—¿Y ella quién es papá? No me digas que el Alf al fin consiguió novia.

Aventura Secreta | Alfredo Guzmán |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora