14- Maratón 4/4

2.1K 198 61
                                    

14 | Aventura Secreta

"Nos amaremos en el silencio de un secreto mientras nuestras almas mudas no digan nada aunque sientan todo."

60 votos y 30 comentarios y subo el próximo.

°°°°

—¿Quién se va a enterar? Estamos en medio de la nada.—Dejó un leve apretón en mi trasero por dentro del short—Vamos Ivana. ¿O tienes miedo?

Suspiré y después de pensármelo mucho, di una respuesta.

—No.—Respondí cabizbaja.—No puedo mezclar el trabajo con lo personal, Alfredo.—Me ayudé con mis manos sobre su pecho para hacer el intento de ponerme de pie pero sólo logré volver a sentarme cayendo con fuerza Alfredo.

—Ah pero con los estúpidos eso si ¿Cierto?—Alcé una de mis cejas sin comprender el motivo de su planteo.

—¿Y eso a ti qué? Que te valga.

—Podemos ser amigos con derechos, nadie se va a enterar.—Alfredo quitó un mechón de mi cabello que estorbaba entre mis pechos y lo colocó detrás de mi oreja.—Será un secreto, sólo queda entre tu y yo.

—¿Y con nada de sentimientos de por medio?

—Ni uno.—Una pequeña sonrisa apareció en su rostro.—¿Entonces? ¿Jalas?

—Nah.—Solté una carcajada al ver como esa sonrisa se borró de su rostro en un instante. Ésta vez aproveché su desconcetración y me salí de encima suyo.—Y muévete que ya quiero regresar al ran...—El tono de una llamada me interrumpió, dejé de observar por el ventanal para poner oda mi atención en Alfredo quien se levantaba del sofá para sacar el teléfono de su trasero.

—¡¿Dónde te llevaste a Ivanita y qué le hiciste, chamaco revoltoso?!—Alfredo apartó con rapidez el celular cuando de éste salió la voz de su papá.

—Oiga papá no me regañes que estabas en alta voz.—Solté una pequeña risa viendo como le hacía unas señas a algo o alguien detrás de mí y se marchaba hacia afuera llevando el celular a su oreja.—Que pinche oso que me regañes wey.—Fue lo último que escuché antes de que una voz de mujer hablara detrás de mí.

—Disculpe. ¿Usted es la dueña de ésto?—La mujer, que vestía un evidente atuendo de empelada doméstica, alzó entre sus manos mi cachucha, mi jean negro, mi camisa verde olivo y los borcegos. Asentí sin saber qué más responder.—Todo está limpio y listo para usarlo, tal y como lo ordenó el señor Alfredo.—Tomé entre mis manos mis pertenencias, en silencio seguí a la señora hasta donde fuera que me estaba indicando después de haber preguntado por un baño.

—¿Puedo preguntarle dónde estamos?—Dije antes de que se marchara recordando que cuando hice lo mismo con Alfredo, él no respondió.

Ella me sonrió con calidez mientras cruzaba sus manos delante de su cuerpo.

—No tan lejos de Culiacán pero tampoco tan cerca.—Sin más se marchó dejándome con más dudas que respuestas.

Me encogí de hombro y cerré la puerta restándole importancia, en este momento tenía cosas mucho más serias con las que ocupar mi mente, como que casi me matan y que debía de contárselo a Dem y Massi para que me ayudaran antes de que esto llegara a oídos de mis padres y se preocuparan y la extraña propuesta de Alfredo. Sabía que a veces no demostrarle tanto interés a un hombre podría funcionar para traerlo detrás de ti pero jamás creí que a tal punto de que llegara a pedir algo así.

—¿Pensando en mí, chulada?—Jadeé por la sorpresa tapando mis pechos con mi remera al estar cubiertos sólo por mi sostén.

—¡Alfredo sal, me estoy cambiando!

Aventura Secreta | Alfredo Guzmán |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora