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—Sin editar—

5 | Aventura Secreta
"Nos amaremos en el silencio de un secreto mientras nuestras almas mudas no digan nada aunque sientan todo."


Miré con suma concentración mis uñas extremadamente cortas, necesitaba urgentemente hacérmelas ya que después de la pelea que había tenido con la perra de Alfredo, que ni su nombre recordaba, se me había quebrado alguna que otra.

Con desagrado observé a Alfredo cuando empinó la botella de cerveza, se carcajeó por algo que dijeron sus amigos y escupió la cerveza que no alcanzó a beber.

Desde hacía como una hora que estaba sentada en el mismo lugar, el baúl abierto de un carro formando la ronda en la que nos habíamos integrado cuando llegamos, en la misma posición, con un brazo de Alfredo rodeando mi cintura-según él porque este ambiente era peligroso para mí y por más que supiera defenderme prefería evitar hacer un alboroto y llamar la atención- y escuchando las mimas bobadas que ellos hablaban.

—Pero oye Alfredillo. ¿Por qué no nos haz presentado a tu hermanita? Suéltala ya compa, ni que fuéramos a robarnosla.

—¿Esta plebe? ¿Mi hermana?—Me miró con una mueca de desagrado, algo que imité.—¡Por supuesto que no! Trabaja para mi apá.

—¿Neta?—Preguntó uno de ellos viéndonos impresionado y luego dirigiéndose a los demás.—Podía jurar que eran hermanos, tienen una nariz y sonrisa parecida.

—¡Obvio no, que asco!—Casi al mismo tiempo que exclamamos lo mismo, nos vimos confundidos y hasta enojados.—¡Deja de decir lo mismo que yo! ¡Alfredo/Ivana!—Los demás se carcajearon y por instinto lo empujé lejos de mí haciendo que se tropezara y casi se cayera de donde estábamos sentados.

—¡Ivana casi me botas pendeja!

—¡A mí no me digas así, pendejo!—De un salto bajé del cofre y lo enfrenté.

—Pues tu a mí tampoco me digas así.

—Pero miren, hasta son igual de chaparros los dos.

—Chaparra tu chingada madre.

—¡Eso!—Me apoyó Alfredo y los demás se rieron como si hubiesen dicho el mejor chiste de todos logrando acabar con mi paciencia,  por lo que conteniéndome a bufar y decir algo demás simplemente me fui de allí en silencio oyendo los pasos de alguien atrás mío, claramente los de Alfredo.

—Ivana ven para aquí, no puedes irte.

—¡Yo puedo hacer lo que se me da la regalada gana pinche Alfredo!

—¡Oye trátame con respeto cabrona!—Se acercó a mí intentando intimidarme con su cercanía y su ceño fruncido.

—El respeto se gana por si no sabías.

—¿Sabes qué? Ya me tienes harto.

—¡Yo estaba antes que tu en la camioneta, si tanto te molestaba te hubieses quedado en el antro!

—¡¿Querías que me violen Ivana?!

—Pues ¿Cómo ves que no me interesa lo que te hagan o suceda?

—Sí, lo noté.—Masculló entre dientes alejándose un poco de mí para cruzarse de brazos y mirar hacia otro lado.—¿Nos echamos unas carreritas?

—¿Neta?

—Pues claro, pero yo me quedo con la camioneta, tu consíguete el tuyo.—Me dijo viéndome burlón, como si eso se me hiciera difícil.

Aventura Secreta | Alfredo Guzmán |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora