12- Maratón 2/4

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12 | Aventura Secreta
"Nos amaremos en el silencio de un secreto mientras nuestras almas mudas no digan nada aunque sientan todo."


—¿Están seguros que la Ivancita está bien? Me preocupa que tenga algo.—Entreabrí mis ojos cuando la voz chillona de Ovidio resonó en un susurro. Aclaré mi vista llevando mis manos para refregar mis párpados y pude oír un jadeo de parte de quienes sean que estaban subidos en mi cama.—Ivancita. ¿Estás despierta?

—No, es sonámbula pendejo.—Le respondió Iván.

—¿Neta?—Iván optó por ignorar la pregunta de su medio hermano y se volvió a verme.

—¿Qué hacen todos aquí?—Consulté al notar que Iván, Ovidio y Vicente estaban sentados sobre unos almohadones arriba de mi cama.

—Mi apá nos dijo que anoche te sentías mal y queríamos saber cómo te sentías antes de irnos.—Respondió el Guzmán mayor.

—Estoy bien, gracias.—Ellos me sonrieron e intentaron levantarse de la cama sin tocar nada que no fueran los almohadones.—¿Qué hacen?

—No queremos tocar nada.. extraño... luego de...—Vicente fingió tener una arcada.—de ese día de la bienvenida de tus amigotes.

Pude sentir como mis mejillas se tiñeron de rojo carmesí y ellos se carcajearon al mismo tiempo que la puerta se abría.

—¿Qué hacen ustedes aquí? Alfredo está tocando el claxon desde hace diez minutos esperándolos.—Don Joaquín regañó a los tres hombres.

—¿Y por qué no se bajó y nos vino a buscar?—Preguntó Ovidio.

—Porque ya se subió al trailer, se le cayó la pequeña escalera a la que se subió para llegar y yo no se la pienso alcanzar, no tengo ganas de agacharme.—Joaquín se rio.—Es muy divertido ver como no le llegan los pies.—Esta vez a quienes le causó gracia fue a Vicente y a mí.

—Esto no me parece gracioso.—Comentó Iván mientras se acercaba despedirse de mi saludándome con un beso en la mejilla, lo mismo hicieron Ovidio y Vicente, quien me dejó su número de teléfono y se aseguró de hacerme saber que si necesitaba algo de la ciudad no dudara en pedírselo.

Después de que Joaquín me hiciera saber que el desayuno ya estaba listo comencé a prepararme para bajar al comedor donde ya esperaban las hijas Guzmán, Emma y Joaquín.

—Papá nosotras nos vamos. ¿Quieres acompañarnos al salón, Ivana?

—No gracias, no me gustan mucho esas cosas.—Ellas me miraron como si hubiese cometido el peor pecado que podría hacerse pero igualmente le restaron importancia, se despidieron de su padre, de Emma, de mí y se marcharon.

—Yo iré a darle atención a los caballos.—Anunció Emma dando leves golpecitos en los hombros de su marido antes de irse también y dejarme a solas con don Joaquín, quien no apartaba sus ojos de mí sino era para más que llevar los bocados de desayuno a su boca.

—¿Sucede algo don Joaquín?—Me animé a preguntar bebiendo de mi jugo de manzana fresca, mi favorito.

—Para nada ¿Por qué la pregunta, Ivanita?—Pasé el jugo por mi garganta y me encogí de hombros sin dejar de verlo, presentía que estaba conteniéndose a decirme algo y temía que fuera con respecto a mi trabajo.—¿Quieres acompañarme mientras hago algunos papeleos importantes o prefieres conocer la hacienda?

—Puedo ayudarlo y me..—Él elevó su ceja y supe rápidamente por qué fue.—Puedo ayudar—Volví a formular mi respuesta al no sentirme cómoda de tomarme estas confianzas a pesar de que él mismo me lo hubiese pedido, prácticamente obligado.—Y me enseñas la hacienda.

Aventura Secreta | Alfredo Guzmán |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora