– ¡Hasta luego! – digo y me subo a la camioneta para que así mi hermano me lleve al instituto.
Bueno, déjenme presentarme, mi nombre es Yelina Mackenzie Días, soy estudiante de último año, pasado mañana será mi cumpleaños número dieciocho y soy la bebé en mi familia. En ésta están mis papás, mi hermano mayor y yo, mi papá se llama Víctor, es alto, blanco, ojos verdes y de cabello negro, mi mamá se llama Irene, es de media estatura, blanca, rubia y de ojos celestes, mi hermano se llama Henry, es alto, blanco, rubio y de ojos verdes, y por último estoy yo, blanca, cabello negro y ondulado, alta y ojos grises.
Llego al instituto y me despido de Henry para después ir directo a mi aula de matemática, mi primera clase. Al llegar saludo al profesor y tomo asiento en la primera fila junto a Myrna, Lucy, Giovanni, Abdiel y Jasper (mis amigos). Myrna es bajita, morena, cabello café y ojos verdes, Lucy es de media estatura, blanca, ojos color zafiro y pelirroja, a ellas dos las conozco desde la escuela, Giovanni es un poco más bajo que yo, bronceado, ojos color miel y de cabello negro, Abdiel es blanco, de media estatura, rubio y de ojos azul intenso, por último, Jasper, él es de cabello negro, ojos cafés y achinados, blanco y del mismo tamaño que Giovanni.
– Hola – digo sonriendo.
– Hola – dicen animados.
– ¿Ya se te declaró? – pregunta Myrna.
– ¿Quién? – pregunto confundida.
– Jacob, es obvio que está súper enamorado de ti – susurra.
– Eso no es cierto – susurro.
– Claro que sí – dice Lucy – Solo piénsalo, no ha dejado de mirarte desde que llegó, me sorprende que no se te haya declarado en estos dos meses.
– Eso a mí me parece acoso – menciona Jasper – Además, ¿quién se fijaría en Yelina? Parece un muerto andante de lo pálida que es y eso sin mencionar lo fea que...
– Jasper – digo marcando su nombre y me mira aterrado – Eres un – pero la campana suena dejando mis palabras en el aire.
– Salvado por la campana – dice Abdiel.
– Si, por poco y se salen todos los demonios de Yelina – dice Giovanni y le tiro una mirada asesina a lo que él responde con una sonrisa.
– Bien, todos guarden silencio que la clase va a empezar – indica el profesor al pasar por la puerta dejándonos a todos en un completo silencio.∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞
El timbre suena dando fin a la clase y todos recogen sus cosas emocionados. Esta ha sido nuestra última lección y mañana no hay clases por ANDE, también está el hecho de que el viernes salimos al medio día, lo que hace de ese día un grandioso cumpleaños.
Camino hacia la salida y veo a Henry de pie junto a la camioneta, hago a ir hacia él, pero soy detenida por alguien que me sujeta el brazo.
– ¿Jacob? – digo impresionada al ver que era él el que me detuvo.
– ¿Qué piensas hacer mañana, Yelina? - pregunta.
– Voy a trabajar en la granja de mi familia, ¿por qué?
– ¿O sea que estarás en casa?
– Si.
– Mañana pienso llevarte un regalo de cumpleaños ya que el viernes no podré estar, ¿hay algún problema con eso?
– No, para nada – digo y él se va con una sonrisa en su rostro.
Me quedo un rato en el mismo lugar pensando en lo que acaba de suceder y después comienzo a caminar hacia la camioneta, pero Jasper aparece de la nada y se coloca frente a mí haciendo que me detenga, otra vez.
– ¿Qué quería ese idiota? – pregunta y yo lo miro confundida.
– ¿Qué idiota?
– ¿Quién más? Jacob.
– Aaa, nada importante ¿por qué?
– Curiosidad.
– ¿Acaso estás celoso? – digo y él mira a un lado.
– Claro que no.
– Si, lo estás.
– Ya te dije que no – dice mirándome a los ojos – Es solo que ese chico no me da buena espina.
– Sí, claro – digo sonriendo.
– Lo digo en serio y ya vámonos, te acompaño hasta donde está tu hermano.
Comenzamos a caminar hacia Henry y al llegar Jasper lo saludó y se despidió. Nosotros nos subimos a la camioneta y como siempre Henry coloca algo de música lo que quiere decir que la charla va a empezar.
– ¿Cómo te fue?
– Bien, mañana no hay clases, así que me tendrás que soportar.
– Grandioso, mañana vas a ser tú quien baje donde la señora Morris a venderle huevos.
– ¿Qué?
– Lo que escuchaste pequeña demonio.
– Eso es trampa, se supone que a mí me toca los martes y sábados – digo cruzando los brazos.
– Pero tú perdiste la apuesta que hicimos y harás lo que te diga por un mes.
– Bien – digo de mala gana.
– Lo que me recuerda que también tendrás que alimentar las gallinas y después recoger los huevos.
– ¡Me estás poniendo todos tus deberes! – exclamo.
– Una apuesta es una apuesta – menciona sonriendo.
– Aprovechado – digo y se ríe.
El resto del camino lo pasamos normal, él molestándome por lo primero que se le ocurriera o al revés, yo molestándolo por algo que él dijo. No importaba que fuera lo que cada uno dijera, ya sea una palabra mal, algo gracioso o hasta que se enredaba todo cuando iba a decir algo, siempre terminábamos burlándonos.
– Bueno, llegamos – dice Henry estacionando la camioneta.
– Por dicha, me muero de hambre – digo y salgo de la camioneta.
– Hay pan casero en la cocina – dice Henry cerrando la puerta y caminando hacia mi – Mamá y papá salieron a vender huevos y pollo, hoy mataron todos los que quedaban.
– ¿Hay fresco?
– Se supone que tenía que hacer, pero luego vi la hora y me fui a recogerte, así que...
– No hay – digo desanimada.
– Solo hay que exprimir las naranjas y todo eso, ya las fui a traer.
– Yo parto el pan y tú haces el fresco – digo y camino hacia la casa.
Al llegar voy directo a la cocina con Henry pisándome los talones y hacemos lo que a cada uno le corresponde para después sentarnos a comer.
– ¿Y qué quieres para cumpleaños? – pregunta de la nada Henry.
– No sé – digo y tomo un poco de fresco – No me he puesto a pensar qué es lo que quiero.
– Di algo que deseas.
– Poderes – digo sonriendo y él rueda los ojos.
– ¿Algo más? – pregunta cansado.
– No, ese es el único deseo que no me han cumplido.
– Como si tuvieras muchos – murmura y yo le doy un mordisco a un pedazo de pan.
– Como sea, no me lo van a cumplir, puedes darme lo que quieras.
– Te voy a dar muchos besos y abrazos – dice sonriendo y arrugo la cara – Vamos, ¿no te gustan mis besos y abrazos? – se levanta de la silla con una cara de maniático.
– Ya – digo levantándome también, pero él me ignora y comienza a acercarse – Henry, hablo en serio – agrego retrocediendo, pero él corre hacia mí y yo comienzo a correr lo más rápido que puedo hacia la puerta.
Desafortunadamente la puerta no quiso abrir, no sé si es que la estaba abriendo mal o qué, pero no abrió así que no me quedo más que correr a por toda la sala y devolverme a la cocina para salir por la puerta de ahí. Al llegar hago abrirla, pero estaba cerrada con llave, me volteo y veo a Henry con las llaves en la mano.
– Demonios – digo.
– No tienes escapatoria – dice acercándose, miro a mi alrededor buscando una salida.
Por suerte para mí, mi salida de escape llegó muy rápido. El sonido de la puerta principal abriéndose y las voces de mamá y papá fueron una hermosa melodía, así que mire a mi alrededor buscando algo que me ayudara a esquivar a Henry, pero no había nada más que las botas de todos a mi lado, lo que me hizo ver mis zapatos lo que me dio una grandiosa idea.
– ¿Me das un minuto para quitarme los zapatos? Me estorban para huir – digo.
– No debería hacerlo, pero viendo que llevo las de ganar – dice y me hace un gesto para que lo haga.
Rápidamente me quito los zapatos quedando en medias y sin pensarlo dos veces comencé a correr hacia él. Él se preparó dejando sus piernas abiertas lo que me llevó a lanzarme al suelo y salir resbalada por debajo de sus piernas.
– Tonto – digo y me levanto rápidamente del suelo.
Comienzo a correr hacia la puerta principal de nuevo encontrándome a papá y a mamá en el camino. Ellos solo se hicieron a un lado y me dejaron pasar, ya están acostumbrados a esto así que no se sorprenden encontrarme corriendo con Henry persiguiéndome.
Al llegar a la puerta la encuentro abierta así que nada más salgo y comienzo a poner a prueba mis métodos de emergencia. Tomo la manguera que está puesta en un pequeño tubo por la esquina de la casa y abro la llave, espero que Henry salga de la casa y justo cuando lo hace lo mojo todo. Él se cubre la cara para que el agua no le dé en los ojos, pero de nada le sirve eso.
– YELINA – dice marcando bien mi nombre.
Suelto la manguera y salgo corriendo. pero él fue más rápido y comenzó a mojarme. Intenté huir, pero desafortunadamente encontró una cuerda y me enlazó como una vaca, hice lo que pude para liberarme, pero mis brazos estaban amarrados por la cuerda y se me hacía imposible.
– Eres mía – dice terroríficamente mientras me jala hacia él.
Obviamente me resistí, pero al hacer tanta fuerza y con toda el agua en el suelo terminé cayendo al suelo. Henry siguió jalando hasta que llegué a él, donde me miró como un maniático recién escapado del manicomio, no lo dude dos veces y comencé a gritar como loca lo que provocó que él sonriera.
– Te voy a marcar, así como los hombres lobos de tus libros lo hacen con sus mates – dice y me prensa las piernas y manos, grito aún más fuerte y trato de zafarme.
– ¡Me rindo! – grito – ¡Ya suéltame!
– Soy el campeón de esta pelea – se me quita de encima.
– Me vengaré – digo tratando de sentarme, él toma la cuerda y me sienta con una sonrisa en su rostro.
– Yo también, no creas que esto es suficiente por la mojada que me diste – dice en mi oído haciéndome estremecer – Bueno, será mejor que me vaya – se pone totalmente de pie y se fue.
– Es un tramposo – digo abriendo los brazos para aflojar la cuerda – Pero ya verá, me vengaré.
Me quito la cuerda y me levanto del suelo, hago a escurrir mi camisa y noto que estoy toda embarrialada. Mamá va a matarme, ya es la tercera vez que le llevo el uniforme sucio y ya estaba advertida sobre lo que me iba a pasar si lo volvía hacer, pero tal vez me lo perdonen ya que esta vez el culpable fue Henry, pero como dije, solo tal vez me perdonen.
– Yelina – dice mamá apenas entro a la casa – ¿Qué fue lo que hablamos?
– Ya sé, pero Henry me arrastró por el suelo embarrialándome – digo.
– ¡No es cierto! – grita Henry desde el segundo piso, le tiro una mirada asesina al techo.
Voy a matarlo, juro por todos los dioses que lo mataré.
– ¿Y se puede saber por qué el suelo está embarrialado? – pregunta mamá y me tenso.
– Pues, yo... – pienso un rato – Henry me mojo con la manguera y embarrialó todo.
– Sí, claro, mejor entre y vaya directo al baño señorita – dice y corro a toda velocidad hacia mí habitación para después meterme al baño.
Al salir del baño me coloco un short de mezclilla y una blusa roja de tirantes gruesos, me coloco unas sandalias y acomodo mi cabello. Salgo de la habitación con el teléfono en mano y bajo hacia la sala donde papá y Henry hablaban tranquilamente, pero donde me vieron dejarlo de hacerlo, me siento junto a papá y este me da un beso en la cabeza.
– Hola mi angelito – dice papá – ¿Cómo te fue?
– Bien, mañana no hay clases – digo sonriendo.
– Me alegro – dice.
– ¿Que le haya ido bien o que no tenga clases? – pregunta Henry.
– Ambas – contesta y yo sonrío.
– En mi opinión ninguna me hace feliz, pero por lo menos mañana tendré el día libre – dice Henry y lo enjacho.
– Henry – lo regaña papá justo cuando mamá llega y se sienta en un sillón individual – Para el cumpleaños de Yelina harás tus deberes y los de ellas – sonrío.
– Pero eso es injusto.
– Sin peros, es su cumpleaños y como buen hermano le darás el día libre a tu hermana – dice papá y él me tira una mirada asesina, mientras yo solo le sonrío con grandeza y le saco la lengua.
– Estoy deseosa porque sea mi cumpleaños.
– Espera a que llegue – dice Henry – Tal vez estés más contenta o desearás no haber llegado al día.
Yo lo miro confundida por lo que dijo mientras mamá le da un cosco por la cabeza y lo regaña por abrir la boca. Él se queja por el dolor, pero yo sigo sin entender, ¿por qué me arrepentiría por cumplir años? No tiene sentido, si es por lo de volverme vieja no importa, total, él es más viejo que yo y sigue igual de feo, lo que implica que no voy a cambiar, pero no logro entender la razón de mi futuro arrepentimiento.
– No le hagas caso – dice mamá – Ya verás que te encantará, además te tenemos una sorpresa.
– ¿En serio? – pregunto y ella asiente.
– Tremenda sorpresa – dice Henry y mamá le da un codazo.
– ¿Qué es lo que pasa? – pregunto – Y no me vayan a responder con el típico nada que ya eso nadie se lo cree, quiero saber la verdad.
– No es nada cariño, en serio – dice papá – Ya sabes cómo es tu hermano, solo quiere molestarte.
Asiento, pero no les creo del todo, sé que hay algo que me ocultan, siempre lo he sabido
– ¿Y de qué trata la sorpresa? – pregunto, no me gustan mucho las sorpresas, pero la última sorpresa que recibí fue un libro, así que espero que esta sea algo igual.
– Como dijimos, es una sorpresa – dice mamá sonriendo.
– ¿Podrían darme una sola pista? – niegan – ¿Una pequeñita? – hago con mis dedos una muestra de pequeñita y Henry sonríe.
– Siempre lo has deseado – dice, creo que si va ser un libro.
– Ahora que tienes la pista ve a tu habitación y cambia las sábanas.
– Bien – digo y me levanto.
– Y alimenta a los caballos – dice Henry – Es tu turno.
– Ya voy – me voy de ahí.Después de hacer lo que me dijeron y haber cenado les digo buenas noches a mi familia y me voy a mi habitación a dormir. Sé que aún es temprano y que mañana no tengo clases, pero eso no importa ya que tengo pegado el horario y tengo que trabajar, mañana hay demasiado trabajo en la granja y va a ser un día largo, más por la tonta apuesta con Henry.
Apago la luz, me acuesto en la cama y mi celular suena indicando un mensaje, lo tomo, coloco la clave y reviso el mensaje, es de un número desconocido."No debes confiar en todos los que dicen ser buenos, recuerda que el diablo primero fue un ángel"
Es lo que decía el mensaje, pero en realidad no entiendo a qué se refiere con eso, supongo que debe de ser un número equivocado. Bloqueo el celular y me acuesto a dormir, pero vuelve a llegar un mensaje, vuelvo a desbloquear el celular y lo leo, es del mismo número.
"Muchas veces son mejores los demonios que los ángeles"
– Está loco – digo y bloqueo mi celular.
En verdad se equivocó de número, debería mandarle un mensaje y decirle, pero no ahora, voy a esperar a ver si sigue mandando mensajes y si lo sigue haciendo le digo que está hablando con la persona equivocada.
– Yelina – dice Henry entrando.
– Debes tocar antes de entrar – digo.
– Lo sé, solo quería saber si podría dormir contigo.
– Te dije que no vieras esa película – digo dándole campo para que se acueste, él cierra la puerta y se acuesta a mi lado – Creo que se equivocaron – le doy la espalda para que él me abrace como siempre.
– ¿En qué?
– En definitiva, esto parece que soy yo la mayor – ríe – No puedo creer que tu hermanita sea la más valiente.
– Lo que pasa es que extraño dormir con mi pequeña demonio – apreta el abrazo.
– Si, como digas cobarde – digo sonriendo y cierro mis ojos.
– Buena noche, Yel.
– Buena noche, Hen.
ESTÁS LEYENDO
¿Quién soy yo?
FantasyTras la muerte de su familia Yelina empieza a vivir de una manera totalmente diferente, llena de peligro y nuevas aventuras donde, además de tener que aceptar que en el mundo existen los demonios y los ángeles, se verá obligada a escoger un bando pa...