Capítulo 14

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Recojo mis cosas del casillero y me despido de George y Marta para así irme con Elena a la salida, donde me encuentro con Jasper esperándome por lo que me despido de ella y me dirijo a paso lento hacia él.

- Perdona por haberme ido antes – dice – Tuve una emergencia, Myrna me llamó porque teníamos trabajo que hacer.

- ¿Trabajo?

- Si, unas cosas de hunals, nada de qué preocuparse – hace una pausa – Por cierto, ¿qué te ha pasado en el ojo?

- Oh, ayer mi ojo se ha puesto completamente negro así que vine con parche por lo que hoy tuve que volver a ponérmelo hoy – mira mi pierna y luego mi mano, me quito el parche.

- Si, supongo que tienes que fingir estar herida por un tiempo, bueno, entra – nos subimos al auto, él arranca y yo saco una paleta para comérmela – De verdad no sé qué tiene esa paleta de especial.

- Almas, eso tiene de especial – aumenta su agarre al volante provocando que sus nudillos se pongan blancos.

- ¿No puedes dejar de comerlas? – su tono de voz demuestra enojo y desagrado.

- Sabes que tengo parte de demonio en mí, necesito comer de ellas, tal vez no coma tantas como Alek, pero mínimo unas tres al día – respira profundo.

- Bien, pero trata de comer esas paletas cuando yo estoy, no me gusta la idea de que comas almas de inocentes.

- Son de personas muertas, no han matado a nadie para hacerlas.

- Eso no cambia nada – me mira por un momento y hace hablar, pero se calla – No pienso volver a pelear contigo.

Después de unos minutos de charla llegamos a casa por lo que bajamos del auto y caminamos a paso lento a la puerta, como si estuviéramos esperando que alguno dijera o hiciera algo.

- ¿Crees que pueda besarte? – me pregunta cuando llegamos a la puerta.

- ¿Me vas aceptar sin importar lo que sea? ¿Sin importar lo que escoja ser? – lo miro a los ojos.

- Te amo por cómo eres, no por lo que eres, yo solo quería ayudarte, pero ahora veo que la mejor forma de ayudarte es estar a tu lado y enseñarte todo lo que sé – sonrío.

Me pongo de puntillas para poder alcanzar sus labios y besarlo, él se sorprendió por un momento, pero luego reaccionó y me siguió el beso tomándome de la cintura. Al separarnos nos despedimos y entré a la casa para así cerrar y dejar las llaves colgando junto a la puerta, luego me dirigí a mi habitación para así recibir algún comentario de Alek, quien probablemente esté mirando por la ventana esperando a que yo entre para soltarme algún comentario.

- Ya sé lo que vas a decir – digo en cuanto entro, pero no está - ¿Alek? – miro por el pasillo, pero solo hay oscuridad.

Tal vez aun no haya llegado. Entro a la habitación y dejo mi bolsito en la cama para buscar algo de ropa en el closet, pero en cuanto tomo un camisón rojo reacciono, si él no hubiera llegado la luz no estaría prendida. Corro hacia mi cama con camisón en mano y saco la daga del bolso, le quito el estuche y la pongo frente a mí, tomándola con mis dos manos, aunque estoy temblando del miedo.

- Debo aceptar que no eres tan tonta como creí – dice una mujer entrando a la habitación.

Ella es un poco más baja que yo, de tez morena, ojos verdes, cabello negro y lacio, lo tiene recogido con una coleta, es esbelta, parece tener unos veinte tantos, lleva una blusa roja y una licra negra y larga, además de eso tiene una espada en su mano y un cuchillo cuelga de un cinturón que lleva en la cadera, eso y algunos kunais.

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