Cap. 5: Un peligro inminente

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§

*Narra Jessica*

No saben lo cagada que estoy, ¿Quién me manda a entrar en un parque abandonado? Siempre lo mismo, siempre arruinando todo con mis estupendas ideas. «Nótese el sarcasmo.»

Veo que el sujeto se acerca y tiene con sigo un cuchillo.

Me entra el pánico, sé que hoy moriré.

«Y esa es la etapa de aceptación, señores.» dice mi conciencia.

No, esperen. No es un cuchillo, es un...

¿Muffin? ¿Cómo asesinas a alguien con un muffin? Espera, «me quiere envenenar.» pienso entrando en pánico.

«¿Te has escuchado?» dice mi subconsciente, que por cierto si salgo viva voy a terminar por ponerle nombre.

No sé por qué, pero siempre que corro peligro mi cuerpo reacciona de la manera más estúpida y suicida posible. Así que cuando veo que está cerca de un golpe le tiro el muffin al suelo. Lo sé, lo sé, el muffin no tiene la culpa, pero ya les expliqué que reacciono de la forma más rara posible.

—Genial, ahí va mi merienda. — dice él con una voz un tanto gruesa y realmente atractiva.

«¿Qué dices? Él podría ser un asesino, contrólate, Jessica» me recuerdo.

—¿Quién eres? —. Le pregunté.

—Eso podría preguntar yo.

—Yo te pregunté primero.

—Me llamo Keegan. Ahora... ¿Quién eres? Y ¿qué haces aquí? ¿Por qué tiraste mi muffin?

—Primero, me llamo Jessica y segundo esas son muchas preguntas—. Le digo apuntándole con mi dedo índice y luego cruzándome de brazos.

Hablamos un rato y le explique que me había perdido y pretendía pasar la noche en la noria, pero él se negó y me dijo que tenía un lugar aquí en el parque en donde tenía "provisiones" como le llamó él. Caminamos durante un tiempo y llegamos a una casa embrujada e instintivamente me detuve en seco, negando con la cabeza, él al percatarse que no lo estaba siguiendo se detuvo.

—Vamos—, me hizo un ademán con la mano para que lo siguiera— es aquí.

—Si piensas que voy a entrar ahí, estas muy equivocado—. Le digo cruzándome de brazos.

—¿Prefieres pasar la noche aquí fuera? —, miro a mi alrededor y la verdad es que en comparación la casa no se ve tan mal.

—Como quieras—. Se encogió de hombros y se acercó a la puerta para entrar.

—Bien, iré contigo.

No podía ver muy bien su rostro, pero algo me decía que sonreía de medio lado.

—Si quieres asesinarme solo dilo, lo entenderé—. Le dije mirando a todos lados a lo que él solo río por mi comentario.

La casa por dentro no estaba mucho mejor que por fuera, las paredes están deterioradas y todo está como a punto de caerse. Subimos las escaleras y caminamos hasta un cuarto en el que había una cama matrimonial.

«Por lo menos hay una cama» pensé

—Bien, yo duermo del lado derecho y tu del izquierdo—. Me dice para acto seguido lanzarse a la cama y acomodarse de su lado.

Yo le hago caso y me acuesto del lado izquierdo.

—Gracias—. Digo, o más bien dicho susurro.

Jessica West [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora