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Salió del instituto con una sonrisa en el rostro. Posiblemente, no mereciese aquella oportunidad. Ella solo había decidido ir a la reunión porque sabía que era el único lugar donde podría encontrarla. Seo Soojin. Cuando la había conocido, Soojin era Red. Era la chica mala del instituto. Una chica irrompible, con un montón de rumores a su espalda. Ella la había roto. Sin siquiera pensarlo, había roto a la joven más fuerte que había conocido. No sabía cómo sentirse al respecto. Bueno, ahora estaba agradecida. Infinitamente, si es que era posible estarlo. Sabía que había obtenido de la mayor más de lo que debería. La sonrisa no se borraba de su rostro. Si Xiaojun la viera ahora mismo, quizás estaría orgulloso de ella. Por fin estaba haciendo las cosas bien. Se había disculpado con quien debía.

Se hizo una promesa, no la compartió con nadie más. Solo la sabría ella. No dañaría de nuevo a Soojin. Pasase lo que pasase. Ahora eran adultas, la rubia tenía razón. Por lo tanto, podrían manejarlo todo mejor, dejar atrás el pasado que las unía, que las vinculaba. Empezar de cero.

Su apartamento estaba un poco alejado del instituto, así que tomó el autobús urbano correspondiente. Había tenido suerte de que la línea que necesitaba tuviera una parada cerca del lugar. Se sentó con cuidado, tratando de no tropezar. Su poco equilibrio hacía de aquellos momentos un desafío. Por suerte, esta vez apenas había personas allí. Las observó curiosa. No solía hacerlo, pero hoy se sentía demasiado feliz. Su aura no cuadraba con el ambiente del vehículo. La primera persona que llamó su atención fue una joven, posiblemente una estudiante de instituto, tenía su uniforme ensuciado y su pelo estaba recogido de mala manera, como si alguien hubiera intentado deshacer la coleta que llevaba. Mantenía su mirada gacha. Sintió pena por ella. Había reconocido los colores del uniforme. No había variado demasiado tampoco en diez años. ¿Estaría ella pasando lo que tuvieron que pasar Soojin y sus amigas? Miró a otras dos personas, unos asientos más allá, en las primeras filas. La joven miraba el paisaje urbano. No veía su rostro pero imaginaba la mueca que debería reflejar. Él parecía cabreado. Hizo un pequeño mohín.

Su hijo iba a crecer en aquel ambiente. En un mundo donde la tristeza parecía reinar. Su sonrisa se apagó apenas unos segundos. Nadie parecía feliz, ni siquiera el tiempo parecía reflejar un buen día. El recuerdo de la antigua pelinegra volvió a su mente. Soojin había cambiado. Mucho. Y mucho más que ella, además. Se la veía madura, segura de sí mismo. No era la tierna chica que se cubría con un fuerte armazón porque no podría aguantar los golpes de no ser así. Le gustaría haber podido ser como ella. Le gustaría haber aprendido algo de ella mientras estuvo en Corea.

- ¿No crees que es triste? - preguntó una voz a su espalda.

Se giró solo un poco. Una chica de cabellos rubios y cortos la miraba con una sonrisa,aunque esta era algo forzada, denotando la falta de costumbre de la joven por iniciar tema de conversación.

- Es raro que alguien preste atención a los demás. Nadie mira más allá de sí mismo - le susurró -. ¿Eres extranjera?

- Sí, de China - confirmó.

- ¿De China? ¿Allí observáis a la gente en el transporte público?

Sus mejillas enrojecieron. Era verdad que no solía hacer aquello. Se había criado en una sociedad en la que cada persona vivía su vida. No existía la curiosidad hacia los desconocidos. Nadie se molestaba en mirar a los demás. Excepto cuando podían juzgar lo que otros hacían. Aunque, creía que eso era costumbre de todas las sociedades. El ser humano no parecía hecho para celebrar victorias o logros ajenos. Es un ser egoísta, lleno de envidia. Ella lo sabía en primera persona. Había sido una persona codiciosa, egoísta, hasta que Xukun había llegado a su vida, y Xiaojun se hubo ido para siempre.

Quizás darse cuenta que otra vida dependía de ella, le hizo cambiar un poco. Madurar finalmente.

- No te voy a juzgar. Yo siempre los miro - confesó -. Cuando era joven, pasé una época mala. El periodo de madurez no fue el mejor, no tomé decisiones de las que esté orgullosa - dijo con nostalgia -. Por eso los observo tanto.

good, good woman [SooHua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora