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Cerró sus ojos, volviendo a alejar el teléfono de su oreja. De nuevo, la única respuesta habían sido esos tonos que te avisaban de que la llamada no había sido atendida. Se suponía que aquel fin de semana se quedaría con su pequeño Xukun, pasarían tiempo juntos. El día anterior había tenido el cambio de turno, había tenido que ir a la empresa de imprevisto. Ni ella, ni su pequeño bebé contaban con ello. Ahora, la emergencia parecía venir de sus pocas amistades. No podía negar que el mensaje de Yves la desconcertó.

Cuando volvió a Corea, había conseguido entablar de nuevo contacto con la joven. De hecho, había llegado a coincidir con la novia de esta un par de veces. Sabía que Chuu era amiga de Soojin. Siempre lo había sabido, pero siempre le había dado miedo preguntarle por ella. Temía que Chuu le contase a su amiga acerca de su presencia en el país.

Shuhua no se había sentido lo suficientemente preparada como para encarar a Soojin. La coreana representaba una parte de su pasado que a ella le hubiera gustado modificar. No porque no le hubiera gustado lo vivido. Soojin había aportado mucho color a su estancia en Corea. Pero le gustaría poder cambiar más cosas. No tomó las decisiones acertadas, no supo ser cuidadosa. No se supo preocupar por nadie más. Ya no era la misma persona, se había dado cuenta de sus errores. Se había odiado tanto por haberlos cometido, que se sentía incapaz de siquiera buscar a Soojin. ¿Cómo se suponía que debía hablar con ella? Quería disculparse, había querido cambiarlo todo. Pero una disculpa no era suficiente, su voluntad de cambiar, ahora no haría nada.

- ¿Mami? - preguntó el pequeño Xukun al verla.

Shuhua no tenía buen aspecto. Llevaba unas semanas demasiado estresada. Había tenido que renovar casi todo su maquillaje al haber hecho uso excesivo de este. Todos los días necesitaba ocultar la palidez enfermiza que estaba tomando su piel, tenía que ocultar las profundas ojeras de sus ojos. Ahora mismo, no lo había visto necesario, o al menos no tanto. Xukun no tenía por qué saber que aquella imagen no era buena. Él estaba acostumbrado a verla así.

- La tía Yves tiene un problema - le comentó -. Pero Eunbin no contesta...

- ¿No puedo ir a ver a la tía Yves? - preguntó él -. La tía Yves mola mucho.

Sacudió sus cabellos con cuidado. Era una pequeña manía que había desarrollado. Amaba peinar a Xukun con sus manos. Le gustaba ver como sus dedos se perdían en las suaves hebras contrarias. Le gustaba los gestos que el pequeño hacía ante esto. Su sonrisa siempre se ampliaba más y sus ojos se cerraban ligeramente, como si estuviera sonriendo también con estos.

Xukun era el niño más gracioso que Shuhua había tenido el placer de conocer.

- Es que es algo importante y yo...

- Porfi - insitió él, estirando la vocal final.

- Llamaré a Yves y le preguntaré, ¿de acuerdo?

El niño pareció satisfecho con ello. Su tía Yves nunca había rechazado su presencia así que, si ella tenía la última palabra, sabía que lo más probable es que consiguiera ir a verla.

Shuhua tomó su celular y marcó rápidamente el número de su amiga. Se lo sabía de memoria, ya que al principio, fue el que agendó en todas partes en caso de emergencia. Yves era la persona que siempre estaba al tanto de todo lo que pasaba en su vida. Por suerte, fue un gran pilar también durante su llegada.

No tardó en escuchar la voz de su amiga del otro lado de la línea. Intercambiaron a penas unas cuantas palabras. Pese a la urgencia y la necesidad, Yves le había asegurado que podía llevar a Xukun porque habían quedado en un establecimiento que tenía una zona reservada para menores. Además, no iba a ser el único niño. Aquello la sorprendió.

good, good woman [SooHua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora