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«Érase una vez, en un lugar muy lejano, vivía una joven campesina. Ella era feliz, tan feliz. Tenía una familia amorosa que siempre la consentía, y un grupo de amigos que siempre la ayudaban cuando tenía algún problema. Cualquiera diría que, para tratarse de una mera campesina, su vida era perfecta.

La campesina vivía en la capital de un gran reino. Así que, un día pudo presenciar una de las visitas al pueblo por parte de la familia real. El príncipe heredero era conocido por su belleza y su gran corazón. Todo el mundo hablaba de su bondad, y destacaba lo bonito que era tanto por dentro como por fuera. Lo llegaron a comparar con los propios dioses. Sin embargo, el príncipe no había encontrado aún a la bella dama que ocuparía un lugar a su lado durante el reinado.

Pudo elegir entre todas las princesas del mundo, pero a él no le importaban ellas. El príncipe era reconocido por seguir su corazón. Nunca se traicionaba a sí mismo. Así fue como su corazón lo guió hacia la campesina. Fue un amor rápido, a primera vista. Desde que sus ojos hicieron contacto, él cayó rendido ante ella. Y ella se enamoró perdidamente de él. No obstante, la campesina ocultaba un feo porvenir, su interior, poco a poco, se fue oscureciendo. Empezó a ser demasiado curiosa, demasiado egoísta. Ellos se amaban, pero no podían estar juntos todavía, así que hicieron una promesa. En un año, cuando el príncipe pudiera casarse, él volvería a por ella. Habían sellado su promesa con un beso, uno de aquellos poderosos, que guardaban sentimientos y albergaban esperanzas.

Ni siquiera el beso tuvo poder para impedir lo que estaba por venir.

En el cielo, al notar que la pequeña campesina había comenzado a volverse avara y egoísta, le pidieron a un ángel que bajara. Debía quedarse con ella ese año de espera. Para protegerla de la oscuridad. Así fue como un ángel bajó del cielo para proteger a la campesina, para velar por su seguridad y para procurar que su interior no dejase de brillar. Que siguiera siendo esa persona de la que se hubo enamorado el príncipe. El ángel debía custodiarla hasta el día de su boda.

Pero la campesina no estaba feliz por esto. Había visto en el ángel algo nuevo. Hubo pillado al ángel una tarde, observándola a la distancia. Ella parecía ser la única que veía a la criatura. La belleza, el brillo de su ser. La campesina se quedó obsesionada con esa imagen. Era curiosa por naturaleza, quería saber más acerca de ese ser. Así que, usó todos sus encantos para que el ángel se abriera a ella. Incluso llegó a recurrir a malas artes para tener la cercanía que requería con el ángel.

En este proceso, sin embargo, el ángel se enamoró. La campesina no lo hizo, pero el ángel sí. Y los ángeles no deben enamorarse de los humanos. El ángel, apenado, volvió al cielo un día. Confesó sus sentimientos a sus superiores, creyendo que eran correspondidos. Estos le cortaron las alas. El ángel sufrió, lloró por incontables horas. Pero estaba feliz, porque iba a poder estar al lado del humano al que amaba. Había renunciado a todo, a su vida, a su familia, a sus amigos, para estar a su lado.

Dos personas se habían enamorado de la campesina, un apuesto y bondadoso príncipe y un abnegado y soñador ángel. Sin embargo, la campesina solo amaba al príncipe, solo era capaz de verlo en su futuro a él. El ángel había sido algo pasajero, nacido de la efervescente curiosidad que latía en su interior. La campesina no había dudado en usar el amor que el ángel sentía hacia ella en su provecho. Hasta que llegó el día de la boda.

Cuando el príncipe regresó a por su amada, como le prometió que haría, la encontró con una persona desconocida. El príncipe no le prestó demasiada atención, creyéndolas amigas. Aunque nunca hubiera visto a una joven como ella dentro de su reino. Él creyó que su futura esposa habría resultado una intermediaria entre reinos, que había ocupado su tiempo ayudando a una joven perdida. Se enamoró aún más de la idea que tenía de la joven campesina. Esta, sin ningún remordimiento, tomó la mano del príncipe.

good, good woman [SooHua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora