No sabía en qué momento se había quedado dormida, pero cuando despertó, pudo sentir humedad en su frente. Su cuerpo aún no reaccionaba del todo. Le costaba moverse y, lo único que pudo hacer fue soltar un pequeño gruñido, una leve queja. Localizó los lugares de los que provenía el mayor dolor. La garganta y la cabeza, además, sus manos parecían estar ardiendo. No entendía lo que estaba pasando.
Con pesadez, y mucho esfuerzo, consiguió abrir los ojos. El cuarto se encontraba vagamente iluminado por los últimos rayos de sol que se colaban a través de la ventana. Reconoció su habitación, aunque parecía estar más ordenada de lo que la había dejado al salir. Sin embargo, no había nadie más con ella.
Guio su mano con cuidado hacia su frente. La cálida humedad que sentía en esta, era un trapo mojado, que alguien le había colocado. Aquello no tenía sentido. Retiró el paño, aprovechando para reposar, durante unos segundos, el dorso de su mano contra su frente. Tenía fiebre.
- ¡Oh, unnie! Por fin se ha despertado.
Su cabeza giró demasiado rápido en busca de la voz, nublando su visión durante un breve instante. Su cabeza no dejaba de doler, y ya le había demostrado que los movimientos bruscos no eran sus favoritos.
- ¿Cómo se encuentra, unnie? - preguntó mientras se sentaba al borde de la cama.
- Yo...
No sabía qué decir. No se encontraba bien, pero tampoco creyó que eso importase. No estaba en el mundo real. De nuevo, estaba soñado con Shuhua. Como llevaba haciendo todas las últimas noches. Bufó molesta con su mente, pero luego le dedicó su mejor sonrisa a la china. Aunque lejos de parecer una de esas características sonrisas suyas, parecía más una mueca de cansancio. En cierta manera, estaba cansada de soñar tanto con Shuhua. De anhelar tanto verla o estar con ella.
Era verdad que había prometido hacer borrón y cuenta nueva. No recordar lo que había pasado entre ellas en un pasado. Pero a veces era simplemente imposible. Madurar la había enseñado a perdonar, a ser más crítica, a entender que no siempre se tiene la verdad absoluta. Que se puede dañar sin intención de hacerlo, que todos somos humanos. Por tanto, todos nos equivocamos.
Observó atentamente cómo la Shuhua que su mente había creado se sentaba en el filo de su cama. Sus manos eran tan suaves, tal como las recordaba. Estas se encontraron con las suyas propias cuando le arrebataron el pequeño paño. Su rostro hizo una pequeña mueca cuando notó la calidez que expulsaba aquel trozo de tela. Lo había cambiado hacía relativamente poco, no entendía cómo era posible que no le estuviera haciendo efecto. A ella le solía servir aquella técnica para bajar la fiebre de su pequeño mientras este dormía. Supuso que Soojin necesitaría algo más, una pastilla o algo. Su fiebre había sido tan alta que se había desmayado en el coche de su antiguo profesor.
Se aproximó a la rubia, que la miraba atónita. En sus sueños, Shuhua siempre era demasiado etérea. Tan irreal como todo lo que vivía, un espejismo creado por su mente, y al que ella siempre sucumbía. Notó los suaves labios contrarios rozar suavemente su frente. Su piel se erizó con el tacto. Los labios contarios se sentían frío sobre su piel. Sus ojos se clavaron en la pelinegra.
En sus sueños solían compartir muchas escenas, a veces cariñosas, a veces junto a Xukun. Se preguntó dónde estaría el pequeño. Aunque si seguía la lógica del resto de sus sueños, en los que siempre eran una familia. Xukun se encontraría durmiendo en su habitación. En sueños ya la había visitado varias veces. Imaginar y recrear su vida perfecta al lado de Shuhua y su hijo era el último pasatiempo de su subconsciente. Cada vez que caía en los brazos de Morfeo, volvía a esa alocada narrativa con la que había soñado de joven. Pero ya no. Ya no podía querer eso, o al menos, no podía quererlo con Shuhua.

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good, good woman [SooHua]
Fanfiction------CANCELADA------ [ellas tenían un pasado en común, ahora, ella se había convertido en una buena mujer ahora, ella tenía alguien de quien cuidar, alguien por quien mejorar... ...