Partes por millón

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Imagen: representación de la batalla de Miraflores, una batalla cuyo desenlace sacará a la luz algo muy oscuro de la personalidad de José Manuel.

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Solo, como siempre he estado.

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Desperté con todo mi cuerpo adolorido, como si hubiese chocado. Y después recordé que, efectivamente, había chocado.

<< ¡¡Alfred, el taxista, las personas que iban en el otro auto!! >>

Traté de levantarme, o por lo menos sentarme; Más una fuerte clavada, al costado de mi cuerpo, me devolvió dolorosamente a la cama. Cerré los ojos queriendo dormir, por lo menos, unos cinco años más.

A veces me pregunto, ahora más que nunca. ¿Por qué cresta tengo que ser tan sentimental?

De alguna u otra forma, dejo que mis emociones tomen el control de mis actos. Me hagan hacer cosas que están mal, que sé que están mal y aun así las hago.

Podría decirse que soy una víctima de la impulsividad de Estados Unidos. Él está acostumbrado a hacer lo que quiere y se siente con el derecho a decidir por uno. No le importa si está evidentemente equivocado, quizás ni siquiera se da cuenta, él hace lo que se le da la gana sin pensar en las consecuencias ¿Acaso tengo que aceptar eso porque lo quiero? Estoy tremendamente angustiado por las personas inocentes que involucramos en esto. Me siento muy mal por no haber tenido las pelotas para detener a Alfred; Sin embargo, no es el único que está mal, soy tan culpable como él, e incluso un poco más. Yo sabía que este pololeo nos llevaría al desastre, a una colisión emocional que solo nos traería dolor; Aunque no pensé que sería de una forma tan literal.

No, no soy una víctima. Supongo que esto es karma. Yo también he hecho cosas terribles. También he sido impulsivo y desconsiderado, también hice sufrir a una persona que amaba, sólo porque estaba despechado.

Miguel, Perú lo sabe mejor que nadie.

Atrapado en el medio de una guerra que no era suya; Sólo porque amaba a ambos beligerantes. Uno era su querido hermanito; El otro, su primer amor.

—Te vas a arrepentir de esto, ¡Juro por Dios que te vas a arrepentir de esto! — Rugí con rabia.

Frente a mi estaban Bolivia y Perú, ambos, atados por un pacto secreto de alianza estratégica y dispuestos a entrar en guerra conmigo. Miguel sabía que mi ira era contra él. Que todas esas promesas de venganza eran contra él. En aquel momento no pensé en lo mal que lo estaba pasando. En cuanto debió haber sufrido en esa guerra, después de todo él fue el que más perdió: Territorio, vidas humanas, recursos y amor.

Borracho de rencor y chupilca del diablo. Pelee cada batalla con ferocidad. Perdí algunas, gane otras tantas; Pero por más victorias que acumulase, no podía llenar el vacío de mi corazón. Perú me hacía falta, la ausencia de su cariño me dolía y la rabia no se esfumaba. Intoxicándome en terribles deseos de venganza.

Entonces, el 15 de enero de 1881 fue la batalla en Miraflores, estaba a 284 kilómetros de su capital. Derrotar al batallón peruano en aquella ciudad representaba un triunfo casi asegurado. Seguiría mi ruta por las vías del tren hasta llegar a Lima. Si tomaba aquella metrópolis, mi victoria sería inminente.

—¿¡Estas contento ahora, cojudo de mierda!? — Me gritaba herido, cansado y de rodillas, sometido por la bayoneta en el fusil de un soldado mío— ¿Es esto lo que querías? ¿Estás satisfecho? ¡Cerdo traidor!

Te confieso que... [USAXChile +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora