— Diría que no lo creo pero... no puedo, te creo Matthew.
Él le había dicho todo, le había contado que no estaba pensado en alejar a su hija de ella. Solo estaba asustado, muy asustado de que la castaña quiera alejarlo de él, ambas alejarse de él.
— Bella cometi errores, muchos en verdad. Pero aunque tu no me perdones, te lo pido. No me alejes de mi niña.
La castaña sabia que el se sentía mal, quizás hasta devastado pero no era justo que el estuviera hablando así teniendo dos hijos.
— confiaré en ti Butler..
— ¿pero?
— pero no quiero a mi hija cerca de esa mujer.
Matthew no supo de qué estaba hablando Bella, él quería suponer que hablaba quizás de alguna pareja, aunque el castaño no salía con nadie, pero eso era imposible.
— Escucha Bella no se de quien me hablas.
La mujer sintió una furia mezclada con pena, no podía creerlo.
— ¿acaso repudias a la madre de tu hijo?
Él abrió muy grande los ojos y sintió un nudo muy horrible en el estómago al saber a lo que la castaña estaba refiriéndose.
— ¿hablas de.. Pilar?
Bella asintió mientras veía a su niña moverse inquieta en su cuna, se levantó de la silla y cuando estaba a punto de hablar solo se calló cuando escuchó lo siguiente.
— Pilar falleció hace semanas.
Bella no supo que decir, se había detenido en el lugar en el que estaba y un nudo en la garganta. Al ver al hombre tenso y limpiando sus ojos supo que él decía la verdad.
— Matthew...
— ella estaba muy débil durante el embarazo... al nacer el pequeño, Pilar no sobrevivió.
La castaña tragó en seco y cuando escuchó a su hija llorar tuvo el coraje de caminar hasta su cunita y levantar aún con la conmoción en su ser.
— Lo...lamento. No lo sabía.
Matthew vio como Bella mecía lentamente y acurrucaba a su hija en sus brazos, eso fue lo suficiente para que el se levante y se ponga frente a ellas.
— El niño no es mi hijo.
Joder
Bella no sabia que decir veía a Matthew muy triste para decirle que lo sentía o que esa mujer si había sido una víbora.
Pero no era justo.
Víbora o no era una persona, una mujer.
La rubia no merecía morir sin conocer a su pequeño hijo.
Bella sabia lo que debía hacer. Con April en brazos ella se acercó lentamente a Matthew y apoyando su cabeza en su hombro le susurró lentamente.
— Estamos aquí para ti, Matt.
April esta aqui para ti.Él solo la abrazó con un brazo acercando la más hacia si mientras gruesas lágrimas caían por sus mejillas, Matthew supo querer mucho a esa bonita rubia. Ella pudo ser mala, pero no siempre fue así.
Y él no quería quedarse con malos recuerdos. No lo haría.
— Gracias mi dulce Bella.
Ella acomodó a su niña en un solo brazo al verla tranquila y con el otro lo abrazó por la espalda, sentía las gotas cayendo en su hombro al tener la cabeza del castaño allí. Así que sabía que estaba llorando y aunque no estaban en su mejor momento solo lo dejaría desahogarse por un rato.
(*)
— ¿Vendrás mañana?
Ambos habían hablado lo suficiente y Matthew ya sabía que debía hacer.
Él no quería, no... el no iba a perder a su familia.
Y aunque no habían hablado acerca de su relación, todo iba a hacer de ahora en adelante más tranquilo y ordenado.
— Si, deje mi número nuevo en la mesa. Si ocurre algo... solo llámame ¿de acuerdo?
Bella asintió con firmeza pero no se percató en qué momento el castaño se habia acercado tanto a ella hasta que sintió sus labios rozar su mejilla haciendo que sus piernas tiemblen.
— Nos vemos mañana.
Él le dio un pequeño beso en la frente a April antes de irse pero aún así Bella no salia de su sorpresa.
— carajo.
— si carajo.
Al oír esa voz su cabeza volteó enseguida y el hombre rubio a un costado apoyado en la pared la miró con desaprobación.
— Si yo no llamo a tu hermana preguntando por ti, entonces nunca me dirías que estás en Nueva York ¿eh?
Al verlo su semblante cambió radicalmente.
— Mich...
— Ni Mich ni ocho cuartos, usted maldita perra me debe una buena explicación.
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Si decido quedarme #1.5 𝓢𝓪𝓰𝓪 𝓢𝓮𝓷̃𝓸𝓻
Lãng mạnBella Feraud estaba perdida, desaparecida, no había rastros de ella. Esa mujer se había esfumado de la faz de la tierra sin dejar una sola señal. No supe que hacer en ese momento. Pero luego lo supe. Nunca que tuve que haberla dejado ir. (*) SEGUNDA...