Capítulo 21: Picasso

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Mientras no estaba Riley, me tuve que poner a hacer la limpieza en mi habitación para distraerme y procurar no usar la batería de mi celular que iba por el 30%. Mis gatitos tendrían que esperar un poquito más de tiempo para poder alimentarlos.

Entre tantas cosas que encontré en mi habitación, di con un ridículo dibujo a crayola que había hecho meses atrás.

Sí, meses atrás. NO años atrás.

Era una clase libre de ecología, así que me puse a dibujar con lo que tenía en mi lapicera, una casa cuadrada de color café y techo amarillo, con ventanas redondas y circulares. Por fuera, estaba un gato que se llamara Zafiro y un loro llamado Pepe. Cerca de la puerta estaba Josie dibujada con el cabello más rubio que alguien pudiera ver, le hice un vestido azul celeste y no olvidé poner sus ojos castaños.

Eso sin mencionar que me he dibujado a lado de Zafiro con mis ojos de color claro que más bien me hacen ver como alguien bizco además de manco por el corto brazo que le hice en diferencia al izquierdo. Pero, por supuesto, me dibujé una gorra verde que tuve que poner al no saber cómo dibujar cabello de hombre.

Recuerdo que ese día, Ethan vio todo el proceso de mi Picasso, pero tuve que sobornarlo con una rebanada de pizza para que no me lo arrebatara y se los enseñara a todos. Pero nunca negaré las ganas que tenia mi amigo de mostrárselo a mi entonces amor platónico.

Me levanto del suelo alfombrado, yéndome a la basura de mi cuarto con el propósito de tirar el dibujo en papel de libreta rayada. Pero no estoy seguro de querer hacerlo. Podría funcionar como un cuadro de arte y valdría millones de pesos. O quizás sólo regalará vergüenza ajena al ver que sólo yo, un tonto adolescente sin celular que llora por un cargador, dibujó a su amor platónico.

El dibujo terminó yéndose a una carpeta plástica donde archivo muchos documentos "importantes", pero tomo por importantes a quien sabe qué documentos, porque jamás había visto esa carpeta pero estoy seguro de que Zafiro y Pepe estarán a salvo ahí. De hecho, tengo curiosidad. Ya sabía yo desde antes que fui un gato en mi vida pasada si llegase a existir la reencarnación.

Vacío la carpeta plástica color amarillo, y de ahí salen no solo hojas del tamaño carta, también volantes de promoción de Pizza Loca, otros de un descuento en una tienda de videojuegos en la compra de $100 dólares y un volante para club de caballeros que no dudé en tirar al cesto una vez roto. No me lo creerán pero fue de Ethan quien de camino a mi casa una chica se acercó a él para dárselo y él todo espantado lo escondió aquí.

Fisgón.

En una hoja blanca con dos esquinas mal dobladas se lee por título: "¿Qué quiero ser de grande?" Con la fecha de hace un año y medio. Justo cuando empezamos la preparatoria y la clase de Orientación nos hizo hacer un reporte del cómo nos vemos al término de la preparatoria y universidad.

"Mi propósito en la vida es hacer lo que más me gusta. Algo como ejemplo: hacer reír. Pero no por eso debería convertirme en comediante. Me gusta salir y conocer gente, pero sé que a la larga podría llegar a fastidiarme tanta gente que pudiera conocer.

El saber qué ser de grande va más allá de saber que nos gusta y apasiona. Es decir, no es sencillo como el 'me gusta el pastel, seré cocinero'. Hay que saber a qué estamos dispuestos a apostar. No solamente porque nos gusta y nos vuelve locos, sino también porque estamos dispuestos a pasar los obstáculos y problemas con tal de seguir estudiando eso y sentir como si fuera la primera vez aprendiéndolo.

Adoro los videojuegos. Puedo dedicarme a eso todo el tiempo que me resta en este mundo. Una vez intenté trabajar de jugador en Fallout. Pero mis papás dijeron que las cosas no caían del cielo y nadie iba a saber qué me quería dedicar a eso hasta que yo saliera a los exteriores y buscara la manera.

Riley, ¿me prestas tu cargador? (VERSIÓN LARGA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora