𝒅𝒐𝒔;

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Era una soleada mañana en la ciudad de San Francisco. La gente caminaba e iban en autos por las calles, el tráfico era normal.
Había gente que iba apresurada a su trabajo o alguna cita, pero también había gente que iba completamente relajada, como si todo estuviera bien. Eran personas completamente normales.

Y después estaba Leyla, quien estaba en la azotea de un edificio viendo a todas esas personas. Por su cabeza solo pasaba el deseo de una vida así. Una persona normal que la única adrenalina que tuviera que vivir era el estar apurada por llegar a algún lugar, el único dolor que solo fuera el de haberse enfermado por no cuidarse; ella solo quería sentir lo que los demás sentían.
No tener que sentir miedo siempre, miedo de dañar a los demás, de que descubrieran que era ella y se alejaran, no quería sentir miedo de que en algún momento perdería el control e hiciera cosas que ni ella sabía que podía hacer.

Y es que así era.

Leyla era una chica demasiado complicada en todos los aspectos, tanto así que ni ella misma podía lograr entenderse. Las constantes emociones que podía sentir eran: miedo, dolor y tristeza.
Eran demasiado escasas las veces en que ella podía sentir paz, tranquilidad y muchísimo más escasas eran las veces que sentía una pizca de felicidad.

Vivía constantemente con miedo, miedo de dañar a alguien, miedo de si misma. El dolor también era parte de su vida, no solo era el dolor que sentía en su corazón, si no que, también era físico. Las cosas que ella hacía, los cambios en ella, le producían muchas heridas y un dolor inexplicable.

Suspiró y se cuestionó a sí misma que iba a hacer ahora. Llevaba unos tres días del incidente en su antiguo departamento. Había estado huyendo por tres días seguidos, había decidido huir lo más lejos que pudiera para volver a comenzar de cero como siempre lo hacía.

Y tal como siempre lo hacía había huido y al sentir que estaba lo suficientemente lejos le caía el veinte de que ¿ahora que tenía que hacer? Tenía que buscar otro lugar para quedarse, y aunque sonara fácil, era todo lo contrario.

Primero tenía que conseguir dinero, después de eso tenía que encontrar un lugar seguro y barato para poder quedarse, donde no le hicieran preguntas ni nada por el estilo.

Un gran defecto en ella era que no sabía mentir, cada vez que alguien le hacía preguntas sobre su pasado, se ponía demasiado nerviosa y no sabía que responder. Tardaba para poder encontrar una excusa y al final las personas se daban cuenta que estaba mintiendo, muchas lo ignoraban y decidían no preguntar más, sin embargo otros se decidían a sacarle la verdad, y en su defensa muchos no terminaban muy bien.

No se había dado cuenta de cuanta hambre tenía hasta que sintió el rugido y dolor de su estómago. Ella lograba sobrevivir más de una semana sin comer, pero eso no significaba que no le doliera. Al estar tan arriba podía ver la mayoría de los lugares, su vista se dirigió a un tipo comedor comunitario, no estaba segura de que era pero personas entraban y salían de ahí con algunos platos. Había estado en lugares así, pero no era su lugar favorito en el mundo. Pese a que la gente la trataba muy bien y la alimentaban sin nada a cambio, no le gustaba estar rodeada de muchas personas y menos cuando se acercaban a preguntarle sobre su vida.

𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐭𝐢𝐯𝐞 ;; Jason Todd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora