Aún después de diez semanas me resulta difícil acostumbrarme a esta nueva atmósfera. Los olores han cambiado, las voces que resuenan por toda la casa son otras y los retratos que normalmente estaba habituada a ver, han sido reemplazados por otros.
Cuando miro a mi alrededor noto que los colores también se han distorsionado y sus matices rozan tonalidades distintas a las de mi hogar anterior. El negro y el marrón abundan sobre casi todos los muebles de esta casa. Analizando cada aspecto del lugar, he descubierto que Eliza fue quien decoró la residencia, ya que las cortinas de la cocina y algunos almohadones que he visto en su cuarto, son de un verde manzana y mi padre detesta ese color -además de que el toque femenino se encuentra en cada tela de cada habitación-. También me he dado cuenta que a ambos les encanta la jardinería, tienen un enorme patio en la parte de atrás. La primera vez que lo vi quede impresionada al ver flores de diversos pigmentos y tamaños.
Por mi parte, cumplo la promesa de ir a visitarlo todo los días antes de empezar a "trabajar", si es que así podría decirse. Al no poder ingresar en la universidad, mi padre me ofreció su ayuda, debo cumplir el rol de secretaria y administrar los números de su empresa. Me explicó cómo hacerlo y dejó que hiciera todo el papeleo desde la comodidad de mi cuarto. Me paga lo suficiente para que yo ahorre y compre lo necesario para la llegada del bebé.
Lo que hacía era practicamente ilegal pero al ser el dueño, a mi padre lo traía sin cuidado.
Por las mañanas desayuno en companía de Eli, -quien es contadora y labora también desde casa- hablamos de cosas sin valor y cuando terminamos, nos disponemos a realizar nuestras respectivas tareas.
Luego quedo a solas con la inquieta criaturita viviendo en mi vientre. Al doctor le costó todo el embarazo hasta el momento saber el sexo del bebé. Todavía recuerdo el primer ultrasonido junto a Niall, estabamos nerviosos y sujetabamos la mano del otro tan fuerte que se tornaban violeta. Un ruido irregular de algo que sonaba como a una persona tocando un tambor dentro de una habitación con eco, se escuchó por todo el consultorio. Quedé impactada al saber que eran sus pequeños latidos.
De vez en cuando pienso en él, en llamarlo y volver a escuchar su voz, pero el solo compartir esa idea con mi papá lo altera. Dice que no deberíamos hablar más, sin embargo le recuerdo que estoy esperando su hijo. Se comporta raro cuando hablo sobre ese tema o cuando le menciono que tendrá que venir aquí para el nacimiento. Debo decir que desde que llegué, ambos -mi padre y su esposa- han evitado que yo atienda las llamadas o reciba la correspondencia. Al principio no le tomé importancia pero cuando vi que se ponían paranoicos en el momento que pensaba en tomar el teléfono, comencé a sospechar.
Con la excusa de que me faltan unos papeles para terminar de administrar los números de este mes, engaño a Eliza y me escabullo hacia el despacho de mi papá.
Trato de ser cuidadosa al remover las carpetas arriba del escritorio, abro y cierro los cajones en busca de algo que quisieran ocultarme. Suspiro sin ganas y me siento en la gran silla de cuero detrás de la mesa de roble. Estiro los pies sobre la alfombra y me acomodo pensando "si fuese mi padre, ¿qué trataría de ocultarme?"
Mis ojos escanean la habitación y paso por todas las estanterias tratando de buscar algo fuera de lugar; detengo mi recorrido y me centro en una caja a la par del piso con mi nombre en ella. Como puedo me levanto, doy pasos lentos hasta allí, me agacho y con algo de temor la abro.
Dentro me encuentro con unas agendas viejas, fotos y papeles que creí haber perdido en la mudanza. También hay dos conjuntos de bebé uno celeste y otro verde agua, pero ¿de dónde rayos ha salido esto?
Para mitigar la intriga creciente en mí, abro uno de los cuadernos e inmediatamente se cae una larga lista con nombres y números escritos en orden alfabético, parece mi lista de contactos. Al leerla visualizo que no es mi letra si no la de mi padre.
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You and I - Niall Horan Fanfiction
FanficDe repente ya no eran simples caricias en la noche, era el tacto de la perdición. Su voz y el roce de sus palabras quebrantaban la frágil barrera sobre mi corazón. Fecha de publicación: 1 de enero de 2015.