—Ya estoy aquí —dice Paula entrando decidida en la cafetería —Ahórrate las excusas y cuéntamelo todo. ¿Por qué va mi hija diciendo que tienes una aventura con Alberto? Quiero todos los detalles. Lo guarro. Lo sucio. ¡Todo! —exclama emocionadísima mientras pasa detrás de la barra a prepararse un café.
—Creo que deberíamos aceptar la propuesta de Tirey –dice Ismael jugando con las migas de un bizcocho de ayer.
—¿Cómo dices? —Paula se deja caer la taza que tenía en las manos de la impresión.
—Quizás el ex novio tarado de Alberto tenga razón. Nos ofrece mucha pasta. Podríamos cogerla e irnos a la ciudad a empezar de cero.
—¿A la ciudad? ¿Tú te estás escuchando? ¡Tengo una hija que ha nacido en este pueblo Ismael!
—No exageres, la ciudad solo está a un rato en coche.
—Tú odias la ciudad. ¡Si no vas nunca!
—Quizás tendría que cambiar eso. Quizás me vendría bien empezar de cero.
—Vale, vale. Siéntate. —dice Paula sentándose ella también.
—Pau, tenemos mucho trabajo...
—¡Qué te sientes! —Paula da miedo cuando se pone así. Ismael obedece. —¿Qué pasa? —pregunta la chica.
—Nada. Solo digo que deberíamos plantearnos la propuesta.
—Tú fuiste el primero que dijo que jamás venderíamos. Que nos quitarían la cafetería en los tribunales, pero no la venderíamos.
—Lo sé. Pero deberíamos pensarlo mejor.
—¿A qué viene todo esto Isma? Eras tú el que no quería vender. Eras tú el que nunca quería salir de Olman. Tú el que dijiste que lucharíamos. Así que no me vengas con qué no te pasa nada y empieza a hablar —exige Paula, enfadada y desconcertada al mismo tiempo.
Ismael suspira antes de empezar a hablar.
—Me he acostado con Alberto.
Paula medita antes de responder.
—Lo sé. Me lo contó Mario.
—¿Cómo lo sabe...? Bueno, es igual. El caso es que esta mañana nos hemos vuelto a liar.
—Bueno, viendo lo apurado que estaba Alberto esta mañana cuando Lucía metió la pata tampoco es una sorpresa. Te lo has vuelto a follar ¿y qué?
—No. Ese es el problema. Que me he acordado de Jorge y me ha dado una especie de ataque de pánico. He salido corriendo y le he ahí tirado. A medias.
—¡Vaya! Mi cuñado la verdad que no tiene mucha suerte últimamente. —ríe la chica.
—¡Paula!
—¡Es broma, es broma! —Paula alza los brazos —Habla con él. Seguro que lo entenderá. Un mal polvo nos ha pasado a todos.
—Es que no puedo Paula. Después de lo de Jorge...
—Ismael. Deja de poner a Jorge como excusa. Si él pudiera te daría de bofetadas por estar perdiendo una oportunidad de oro con un chico encantador. Un poco particular, sí, pero encantador.
—Eso es más fácil decirlo que hacerlo. —murmura Ismael cabizbajo.
—Vamos a ver ¿pero a ti te gusta Alberto o no?
Ismael sonríe a su pesar.
—¡Joder que si me gusta! Me encanta. Hacía mucho que no deseaba a un hombre así.
—¿Entonces? ¿Qué ha pasado esta mañana?
—Estábamos en la cama y todo era perfecto. Todo lo que me hacía me gustaba. Muchísimo. Pero, de repente, solo podía pensar en Jorge. En que estaba muerto mientras yo estaba ahí retozando en los brazos de otro. Y no he podido soportarlo.
—Mira Ismael, yo solo voy a decirte una cosa: Jorge te amaba más de lo que era posible, pero nunca habría querido que te quedases guardándole el luto eternamente. Por favor, deja de huir y de encerrarte en ti mismo. Solo tenemos una Ismael. Esta. Así que sal ahí y empieza a vivirla. —afirma, dando un manotazo a la mesa.
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Empezar de cero: Una historia de amor gay
ChickLit¿Qué hacer cuando lo has perdido todo? Alberto creía tener la vida perfecta: un trabajo que le gustaba, una reputación como abogado de éxito y un hombre a su lado con el que pensaba pasar el resto de su vida. Pero cuando su prometido le deja para ca...