18- Héctor se pone chulo

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—Buenos días Alberto. La verdad mentiría si te dijera que no esperaba encontrarte aquí.

El ambiente en "Sweet Home", la cafetería más pintoresca del pueblo, se puede cortar con cuchillo. Alberto se frota la nuca intentando pensar. Desea haber leído todas esas revistas que tiene Paula en su casa en la que te dicen cómo comportarte con dignidad en esas situaciones. ¿Qué hacer cuando tu ex, el que te dejó tirado para irse con otra (¡con una mujer encima!) se presenta ahí, enfrente tuyo, como si no pasase nada?

Por desgracia Alberto no ha leído ninguno de esos artículos acerca de mantener la dignidad ante cualquier situación y, por otra parte, tampoco le queda demasiada dignidad por guardar, por lo que solo es capaz de balbucear:

— ¡Héctor! ¿Qué haces aquí?

—He venido a ver a... tu amigo —dice mirando desdeñosamente a Ismael, el dueño de la cafetería tendiéndole un sobre. Ismael lo coge con cara de malas pulgas. No le gusta nada este tío.

—¿Qué es? —pregunta con desconfianza.

—Una propuesta muy generosa. El grupo Tirey quiere comprarte este local por un precio tres veces superior a su valor real de mercado.

—¡Y dale Perico al torno! ¡Que no vamos a vender la cafetería! Que no es solo mi trabajo picapleitos. Es mi casa, es mi vida.

—No seas infantil camarero y estudia la oferta. Con ese dinero tu socia y tú podréis abrir una cafetería mejor, más grande y más moderna en cualquier parte. O podríais tomaros unas merecidas vacaciones. Alberto siempre ha querido ir a un crucero.

—¿Qué? —musita el aludido, que no está entendiendo nada de la conversación.

—No te preocupes Alberto. Tu amigo Ismael ha sido muy explícito por teléfono sobre todas las maneras en las que te ha follado. La verdad es que has pasado página rápido ¿no?

—¡Eso no es verdad! —no sabe por qué, pero siente la necesidad de excusarse. ¿Cómo ha podido Ismael contarle lo del trío con Víctor? ¡Era privado! Y sobre todo ¿cuándo se lo ha contado? ¡Si pasó anoche! Sí que es un bocazas este tío.

—¡No le des explicaciones, es él quien te ha dejado para casarse con otra! —exclama indignado Ismael.

—¡Tú no te metas! —grita Alberto, aunque sabe que es cierto. Duele recordar cómo el hombre trajeado que tiene delante le anunció hace tres semanas que su relación se había acabado. Que el se iba a casar con Margarita, la jefa directa de Alberto. Que no le quería. Que nunca le quiso. Que todo había sido un error. Un error de cinco años. Peor aún así Ismael no tiene derecho a hablar así. A pesar de que se ha portado bien con él, le ha cuidado y le ha acogido en su casa. No puede hablar así de lo que ha sido lo más importante de su vida.

Alberto mira alternativamente a los dos hombres que tiene enfrente y siente que le falta el aire. Se le nubla la visión y solo quiere salir corriendo de allí.

—Me tengo que ir —balbucea levantándose.

—¿Estás bien? —se asusta Alberto, adelantándose para ayudarle.

—¡No me toques! —exclama Alberto intentando mantener el control.

—Ataques de pánico. Le suceden de vez en cuando. Lo sabrías si le conocieses, pero claro, tú solo te lo follas. —sonríe Héctor con superioridad.

Ismael aprieta los puños mientras mata con la mirada al pijo trajeado que tiene enfrente. Alberto piensa que estos dos quizás se vayan a pegar y eso le pone todavía más nervioso. Sale corriendo de "Sweet Home" como una exhalación.

—¡Joder! —exclama Ismael —¡Paula!

—¿Qué? —dice la chica saliendo de la cocina sin haberse enterado de nada.

—A tu cuñado le ha dado un ataque de ansiedad o algo. Voy a buscarle.

—No hace falta —dice Héctor —. Estará bien. Deberíamos mirar juntos la propuesta de Tirey.

—Mira chaval —dice Ismael y hasta a Paula le sorprende lo serio que se pone —Ya te hemos dicho que no vamos a venderos la cafetería. Así que puedes coger tu propuesta y metértela por el culo hoja a hoja. ¿Entendido? Creo que, en un futuro próximo, es lo único que te vas a poder meter por ahí. Una lástima.

El abogado le mira con cara de malas pulgas pero no se atreve a decir nada.

—Y ahora, por favor, fuera de mi negocio. No quiero volver a verte por aquí.

Le escolta hasta la puerta y una vez fuera mira en todas las direcciones buscando a Alberto. Ni rastro de él.

—Te arrepentirás. —le advierte Héctor antes de desaparecer doblando la esquina.

—Lo dudo —responde él mientras piensa dónde demonios se habrá metido el chico rubio.

Empezar de cero: Una historia de amor gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora