34- Epílogo: Un mes más tarde

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Un mes más tarde.

Alberto entra como una exhalación en la cafetería blandiendo un montón de papeles.

—¡Vais a flipar! ¡Vais a flipar! ¡Vais a flipar! —grita sin pararse ni a coger aire.

—Buenos días a ti también —contesta Ismael dándole un suave beso en los labios —¿No deberías estar trabajando?

—Debería, pero lo que tengo que contaros es ta fuerte que la señora Lí me ha hecho venir en persona. Es que vais a alucinar.

—Bueno ¿qué es? ¡Suéltalo ya! —pide el camarero.

—No será nada malo de mi boda ¿no? —pregunta Paula —¡Que me caso mañana!

—No es nada de tu boda Paula, tranquila. Mañana va a salir todo rodado.

—Entonces ¿qué?

—¿Os acordáis de mi amigo el detective al que pedí que investigase los destrozos en los comercios de la urbanización?

—Si, claro. —responde ambos.

—Bueno, pues se puso en contacto con unos compañeros suyos de la policía. Y ¿a que no sabéis a quién han detenido hace apenas dos horas?

—¡A Tirey! —exclama Ismael.

—No hombre, ni le detendrán. Ese es uno de los tíos más poderosos del país.

—¡A tu ex! —exclama Paula.

—¡Mejor! ¡A Ángela!

—¿Tu antigua jefa? ¿La que se iba a casar con Héctor? —pregunta Ismael.

—La que ya se casó con Héctor hace un par de semanas. Ahora le tocará irla a ver a los vis a vis de la cárcel. Según la policía fue ella quien orquestó toda la trama de intimidación a los vecinos. Fue quien contrató a los ladrones que os rompieron el cristal, a los que entraron a robar en la joyería y en la academia de idiomas. Y también fue ella la que mandaba notas amenazantes al señor Lí y a otros vecinos para forzarles a vender. Imagino que Tirey le habría ofrecido un buen fajo de dinero por hacerlo, o tal vez acciones en el nuevo centro comercial, pero de eso no tenemos pruebas. El caso es que está detenida.

—¡Que se fastidié! ¡Por robarte el novio! —exclama Paula.

—Bueno, con eso me hizo un favor, la verdad. —ríe Alberto abrazando a Ismael por la cintura.

—El engominado de Héctor estará que trina. —observa el camarero.

—Imagino que sí. Adiós a todas sus expectativas de escalar socialmente gracias a Ángela. Imagino que todos los peces gordos que ella quería presentarle, ya no querrán saber nada de ellos.

—Las altas esferas son así —suspira Ismael.

—¿Y qué va a pasar con el centro comercial? —pregunta Paula.

—De momento, han paralizado el proyecto mientras se realiza la investigación. El caso todavía no ha salido en los periódicos, pero cuando lo haga mañana va a ser un escándalo. Vamos a tener en el pueblo más periodistas que habitantes. No sabemos qué van a hacer pero, desde mi punto de vista, serían idiotas si siguiesen adelante con la idea de derribar la urbanización. Dudo mucho que vayan a querer ir a juicio ahora, pero si vamos, les machaco. ¿Amenazas e intimidación para forzar a los vecinos a vender? Ganamos seguro. Nadie os va a quitar Sweet Home.

Ismael y Paula se miran sonrientes.

—Adiós a tus sueños de abrir un Sweet Home en la gran ciudad. —dice la chica.

—¿Cómo en la ciudad? —pregunta extrañado el abogado e Ismael ríe.

—Nada, no le hagas caso. Fue una tontería que le dije en un momento de debilidad. De aquí no nos mueve nadie.

—Eso espero, con lo que me ha costado conquistar al hostelero. —ríe Alberto.

***

GRAN REINAUGURACIÓN

—No puedo creer que lo hayamos conseguido.

—No puedo creer que hayan detenido a Tirey por coacciones y amenazas.

—¡No puedo creer que esté embarazada!

—Vale Paula, de todo esto, lo tuyo es lo más fácil de creer. Las lunas de miel a lo loco es lo que tienen.

—¡Mírale! ¡Qué subidito está ahora que se va a casa! Pues ten cuidado tú en la tuya. —afirma Paula.

Ismael se ríe y abraza a su amiga.

—Bueno, un embarazo creo que está descartado. Aunque quizás un primito a Paula le podría venir bien.

—¡Ay sí! Tenéis que hacerme tía —pide la chica.

—De momento, vamos a acabar de hornear las tartas de la reinauguración.

—Sweet Home. Ahora, más grande que nunca.

Ismael ríe a mandíbula batiente.

—Sí, claro. Más grande porque hemos comprado el local de al lado. Al final vamos a tener que agradecer a Tirey sus chanchullos.

—¡De agradecer nada! Que se pudra en la trena, que vaya año que nos ha hecho pasar.

—Ya. Pero si no se hubiese visto obligado a deshacer todo el proyecto del centro comercial y a revender a precio de risa los locales y viviendas que ya había comprado, nosotros no habríamos podido hacer la ampliación.

—Ni comprar tu casa.

—Mía y de Alberto.

—Isma —dice la chica agarrándole la mano —Estoy muy feliz por ti.

—¿De verdad que no crees que nos estamos precipitando?

—Creo que nunca he visto a dos personas tan enamoradas. Con excepción de Mario y yo. Y Lucía está pesadísima con que quiere otra boda así que...

—No nos queda opción.

—Esté donde esté, sé que Jorge se alegra por ti. Igual que el resto de nosotros.

—Lo sé. Toca volver a empezar.

—A empezar, pero no de cero.

Empezar de cero: Una historia de amor gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora