𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 17

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— ¡Pero no quiero trabajar! —Haechan se aferró a uno de los asientos de la mesa en la que estábamos sentados, siendo arrastrado por el señor Yeon.

— ¡Pero tienes que hacerlo! —Peleaba el viejo hombre, intentando llevarse al menor.

— ¿Por qué yo? ¡Dodo está aquí sentado! —Varios clientes comenzaron a mirar en nuestra dirección, intentando no reír.

— ¡Es su día libre! —Dijo acertadamente el señor Yeon. Poco después apareció Taeyong y se llevaron a Hyuck.

Doyoung, Seo y yo comenzamos a reír al ver como Haechan era obligado a atender a los clientes. Habíamos llegado de improviso con Doyoung a la cafetería, a pesar de ser su día libre, últimamente hacíamos eso cada vez que teníamos tiempo libre…

—Aún me preocupa mucho el señor Yeon. —La voz preocupada de Doyoung, provocó que Seo y yo le miráramos. —Desde que... desde que la señora Yeon... murió... se la pasa trabajando todo el día. —Nadie dijo algo más, pues estábamos más que enterados del decadente estado del señor Yeon desde que su esposa había fallecido.

No sólo él estaba deprimido, Doyoung recién se había recuperado de la pérdida, después de todo, la señora Yeon era como su madre…

—Debes entenderlo, Dodo…—Expresó Taeyang, mirando discretamente al viejo Yeon, ahora viudo, trabajar con esfuerzo. —No sólo perdió a su esposa…la señora Yeon era más que eso para él. —Finalmente Doyoung le miró escuchando sus palabras.

—Era su compañera de vida. —Murmuró bajito, Doyoung, recargando su cabeza sobre mi hombro, el señor Yeon siempre decía eso de su esposa. —Me duele verle así…yo también le echo de menos. —Su voz se quebró de nuevo, siempre pasaba cuando hablábamos del tema. Sólo pude tomar su mano y acariciarla con delicadeza.

—Es por eso que venimos tan seguido aquí…no lo dejaremos solo. —Murmuré únicamente para Doyoung, él tan sólo asintió rápidamente.

—Bueno… ¡No hablemos de cosas tristes! Hay que alegrarnos un poco. —Se animó Seo, dando dos palmadas al aire.

Doyoung se volvió a sentar recto y sonrió.

— ¿Cómo esta Milu? —Preguntó Seo, no pude evitar soltarme a reír, no era el tema más “feliz” que conociera, sin embargo para Doyoung, hablar de su mascota era el mejor tema, siempre hablaba animadamente sobre el cachorro.

Después de un rato me puse de pie, disculpándome, debía ir al sanitario, el olor tan fuerte del café comenzaba a revolver mi estómago. Doyoung me miró con preocupación, así que le dediqué una pequeña sonrisa, dándole a entender que todo estaba bien, nada más allá de mis delirios de cafeísmo.

Avancé por toda la cafetería a paso rápido, hasta llegar al amplio y limpio baño, que mantenía esa fresca fragancia a lavanda. Últimamente solía venir mucho con Doyoung a la cafetería, para no dejar que el señor Yeon se sintiera solo. Me gustaba acompañar a Doyoung, sólo que el olor a café terminaba ganándome siempre…

Me recargué sobre los lavamanos, esperando a que el mareo pasara lo más rápido posible. ¿Por qué tenía que ser así?

¿Por qué, entre tantas cosas, debía aborrecer la bebida favorita de Doyoung? Incluso él olía a café…no sólo su aroma…su personalidad resultaba tan enigmática como la cafeína…

Una delicia…delicia que termina convirtiéndose en adicción…

—Doyoung es mi cafeína. —Murmuré, sonriendo poco después. —Debo estar loco. —Me giré en dirección a los grandes espejos, para poder lavar mis manos y mojar mi rostro.

Café - Jaedo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora