𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 23

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Las gotas de lluvia golpeaban mi rostro con una delicadeza impresionante, casi pareciese que intentaban apaciguar la angustia que sentía en ese momento. El agarre de Doyoung se hizo más fuerte al divisar la casa de Seul.

Ambos nos detuvimos justo en la entrada, completamente en silencio, sin escuchar nada más allá de la lluvia caer precipitadamente sobre el asfalto y nuestras ropas.

—Doyoung…—Me apresuré a llamarle, justo antes de que lograra tocar el timbre. Él se detuvo al instante y me miró ansiosamente.

Le miré lo más que pude, intentando grabar su rostro en mi memoria por siempre. Pasé mi mano por su suave rostro, levemente mojado por la lluvia, quería sentir su piel una vez más.

¿Qué era ese sentimiento de abandono? La soledad comenzaba a embargar mi cuerpo, y el ambiente se mezclaba en una extraña sensación de un adiós.

— ¿A qué viene esta despedida, hyung? —Sonreí ante sus dulces e inocentes palabras. Doyoung me conocía perfectamente, no podía ocultarle nada al parecer, ni siquiera mi vano intento por decirle “Adiós”.

—Sólo por si la dudas. —Respondí, atrayéndolo hacia a mí, en un cálido abrazo.

“Quizá el último”

Aspiré su aroma, ese extraño olor impregnado de café junto con su esencia personal. No había aroma más delicioso que ese, el olor a Doyoung.

—Te amo...mucho, mucho…—Doyoung se separó de mí de inmediato, su mirada estaba llena de confusión. —Sólo no lo olvides… —Agregué, abrazándole una vez más.

Resultaba increíble como su pequeño cuerpo se amoldaba perfectamente entre mis brazos, el cómo su respiración se acompasaba al igual que la mía, y cómo mi memoria tenía perfectamente grabada la medida de su cuerpo.

“Cómo si hubiese sido creado para estar entre mis brazos” Siempre.

—Hyung… ¿Qué es lo que temes? —Sonreí. Siempre tan astuto. Le separé de mis brazos y deposité un pequeño beso en su frente, lo más delicado posible, después tomé sus manos entre las mías y le miré a los ojos. Mi cerebro se esforzaba por grabar el momento en mi mente.

—Doyoung, mi pequeño Doyoung…—Suspiré tontamente. —Pase lo que pase…escuches lo que escuches…por nada del mundo, olvides que te amo, más que a mí mismo. —Hablé, sus ojos brillaban sorprendido, sabía que hablaba en serio.

—Yo…sé que no conozco mucho de tu pasado, sé que Seul formó gran parte de ese pasado…—Su mirada se desvió fuera de mi alcance. —Sin embargo, yo, en este preciso momento, estoy enamorado de YoonOh, de esta persona que tengo en frente…sin importar lo que haya hecho antes, yo estoy verdaderamente enamorado de ti…y te amo. —Un nudo en su garganta se hizo presente, y sus manos presionaron las mías.

Cerré los ojos unos instantes, saboreando lo agridulce del momento, sintiéndome libre por unos pequeños instantes, sin un pasado…sin Seul ahí.

Al abrir los ojos Doyoung me miraba, con seguridad y orgullo pintados en su rostro, asentí sin más, llamando al timbre, sujetando la mano de Doyoung con fuerza y amor, sobretodo amor.

Y la puerta se abrió.

—Vaya…—La sorpresa de Seul fue evidente. —Miren lo que me ha traído la tormenta…A Romeo y Julieta. —Sonrió con malicia. —Pero por favor, pasen, están en su casa. —Ni Doyoung ni yo nos movimos un centímetro, tan sólo nuestro agarre se hizo aún más fuerte. —Bueno, yo no pienso quedarme en la lluvia. —Anunció, comenzando a cerrar la puerta.

Doyoung se apresuró a detenerla, entrando de una vez a ese lugar. Le vi temblar levemente.

— ¿Y tú YoonOh, vienes? —Sonrió complacida Seul, pasando uno de sus brazos por los hombros de Doyoung. De inmediato lo hice, apartándola con brusquedad de Doyoung.

Café - Jaedo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora