𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 18

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“Dolor” El dolor es el sentimiento por el que todo humano pasa, simplemente es inevitable. Lamentablemente, a veces, es algo más que el simple “ardor” en las rodillas de un pequeño niño que se ha caído de su bicicleta, a veces, resulta más intenso y enfermizo que la muerte misma.

“Duele” Duele mucho.

— ¿A esto le llamas una bienvenida? —Sus labios se movían grácilmente, sonriendo después de lo dicho. —Sigues tan lento como siempre, YoonOh. —A pesar de que sus palabras, en aquella voz dulce y calmada, llegaban a mis oídos, mi cerebro era simplemente incapaz de procesar lo que estaba ocurriendo.

“¿Un sueño?” Es hora de despertar, YoonOh.

“Despierta de la pesadilla” Por favor.

—Pareciera como si mi regreso no te alegrara, YoonOh. —Su sonrisa se desvaneció tan fácil como apareció.

“Deja de llamarme” No digas más mi nombre.

—YoonOh… ¿Estas bien? —Mis ojos se clavaron en sus delgados dedos pálidos, que se precipitaban peligrosamente sobre mí.

“No, no lo hagas… ¡Detente!”

—No…—Negué, moviendo levemente mi cabeza, mi vista comenzaba a nublarse tras un mareo repentino. — ¡No me toques! —Toda la rabia contenida se reflejó en mis palabras, que salieron a manera de grito, al mismo tiempo que mi cuerpo retrocedía dos pasos hacia atrás para evitar cualquier contacto con ella.

Su delgada mano permaneció en el aire unos segundos, en los que su rostro se mantuvo descolocado debido a la sorpresa. Con cautela decidió bajar su mano, acariciando tan sólo el aire, endureciendo su gesto y mirada.

— ¿Estas molesto? —A estas alturas, ni siquiera intentó suavizar su voz, ni disfrazarla tras tonos delicados. Soltó sus palabras, sin más, como ponzoña venenosa.

Mi pecho sintió comprimirse sin aire, soltando lo más parecido a un suspiro ahogado con sarcasmo. Parpadeé un par de veces, intentando alejar el ardor de mis ojos.

— ¿Molesto? —Ironicé con obscura y retorcida diversión. — ¿Me preguntas si estoy molesto? —Mis palabras adquirían rudeza a manera que iban saliendo de mi boca.

“Detente” Calma, YoonOh.

—Cuida tus palabras, no olvides con quien estás hablando. —Siempre tan déspota y arrogante. Escupió sus palabras, alzando un poco más su rostro de manera amenazante.

—Olvidarte… ¿Cómo podría olvidar la asquerosa persona que eres? —Cerré los ojos conteniendo mi furia, no quería hacer cosas de las que me arrepentiría después.

La estancia se sumió en denso silencio, tan obscuro y pesado que nublaba mi vista y obstruía mi respiración.

—YoonOh… ¿Por qué me hablas de esa manera? —Su voz se hizo delgada, digna de la doncella buena en cualquier drama barato. —Yo…yo no entiendo que pasó. —Sus ojos parpadearon repetidas veces, mientras que su cabeza negó insistentemente.

Cerré mi puño con fuerza, debía tranquilizarme y analizar la situación. Debía… ¿Qué debía hacer? Jamás entendería ese don suyo para hacerme dudar, siempre llegando en el momento menos adecuado, aplastándome sin compasión con aquellas palabras dulces.

—YoonOh…tu rechazo me lastima. —Un débil sollozo salió de sus labios que temblaban con insistencia. Le miré de manera neutra, sin expresión alguna.

—Debiste ser actriz…ahora serías rica. —Comenté soltándome a reír.  Ni siquiera yo era capaz de reconocer el tono de mi voz.

Caminé a paso lento, arrastrando mis pies con esfuerzo hasta el sofá. Me sentía débil y cansado, necesitaba sentarme. Me dejé caer en mi lugar de siempre, mirando hacia el gran ventanal de cristal frente a mí.

Café - Jaedo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora