Capítulo 4: Pequeño intruso

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Shinichi había dormido plácidamente a pesar de haberlo hecho en una silla, los sonidos de la madera siendo golpeada lo despertaron, alguien llamaba a la puerta... ¿Alguien llamaba a la puerta? Sentía una enorme curiosidad de abrir los ojos ver quien era la persona que se atrevía a llamar a la puerta del castillo de un mago de mala fama. Estaba a punto de hacerlo, pero el sonido de unos pasos provenientes de las escaleras, lo hicieron retractar su acción y seguir fingiendo que dormía.

-¿Oh? ¿Y el mocoso? ¿Cómo llegó aquí? –Escuchó la voz de una niña preguntarle al fuego.

-¿Mocoso? Mira quien lo dice. –Se preguntó Shinichi al escuchar la voz de la niña.

-Puerta de Ekoda. –Le respondió Jii ignorando la pregunta.

-¿Cómo entró aquí? –La pequeña se dirigió a la mesa y tomó una capa, la cual al cubrirla, la convirtió en una mujer mayor. –Un momento. –Habló con voz más madura. –Mensajero real ¿A que debemos el honor de su visita? –Preguntó al abrir la puerta.

-Buenas tardes señorita. ¿Se encuentra el hechicero blanco? –Preguntó con amabilidad.

-Mi joven maestro no se encuentra. Pero yo lo represento en su ausencia.

-Es una invitación de la reina de los magos, tiempos de guerra se acercan y el reino requiere de toda la fuerza posible. Por lo que se le solicita que se presente en el reino de inmediato. –Escuchó Shinichi, quien al ver que el fuego se extinguía, se levantó a colocar más madera.

-¿Cómo pudieron llegar a la guerra? –Dijo para sí mismo, escuchó la puerta cerrarse y vio que la figura de la mujer se acercaba a él.

-¿Y a ti quien te dejó entrar mocoso? –Preguntó en tono soberbio.

-Jii-san me dejó entrar. –Jii gritó e intentó excusarse.

-¡No es verdad! El pequeño andaba vagando por el desierto, no podía dejarlo ahí –Se justificó.

-¿En el desierto? Humm, eso es muy extraño. –Dijo en tono divertido. Se retiró la capa y volvió a su apariencia normal. -¿Cómo sabemos que no se trata de un demonio, un brujo o un duende? Por el tamaño es más probable que sea lo último.

-¡Mira quien lo dice! –Defendió su estatura.

-¿Dejaría entrar algo así? ¡Por supuesto que no! –El sonido de una campana llamó la atención todos. –Tocan, puesta de Beika.

-Debe ser algún cliente. –La chica volvió a colocarse la capa y se dirigió a la puerta. –Ya abro. –Abrió la puerta y una niña pequeña estaba del otro lado.

-Mi mamá me envió por unos polvos. –Shinichi miró con curiosidad el cambio de entorno, reparando en el hecho de que no se encontraba en el desierto como se suponía. Además, ¿Cómo podrían llegar tan rápido de un reino a otro y pasar desapercibidos? Curioso se acercó a la entrada. Se acercó a la ventana para confirmar.

-Aquí... no es el desierto... -Sorprendido miraba por la ventana. La pequeña que había ingresado al castillo, miraba a Shinichi con curiosidad.

-Hola, ¿También eres un aprendiz de brujo? –Preguntó con inocencia. Queriendo bromear un poco respondió.

-Así, seré el brujo más terrible del reino. Uno muy astuto y peligroso. –Respondió en tono misterioso. La mujer le entregó una bolsa de papel a la niña y le dio algunas indicaciones, la pequeña feliz, se retiró.

-Mocoso, no asustes a los clientes con mentiras. –Dijo en tono monótono.

- ¿Eh? Mira quien lo dice, tú los recibes disfrazada. –Se defendió cruzando los brazos.

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