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Frunció el ceño al sentir leves cosquillas cerca de su frente, pero no quería abrir los ojos, aunque todo se sentía demasiado distinto ahora, no recuerda haber comido galletas, sus manos parecían sentir moronas, pero era distinto, casi como el polvo, su abuela lo mataría si es que ve esto, pero no recuerda haberse llevado galletas para un bocadillo nocturno, de nuevo aquel cosquilleo, pero esta vez al estirar la mano sintió que le había dado a algo.

Abrió los ojos despacio, y tal vez no lo hubiese hecho. Allí estaba frente a él, unos ojos profundamente negros, una pequeña nariz que formaba la punta moviéndose a una alta velocidad y esas orejas redondas, además del cuerpo que era un poco pequeño, Yoongi no le tenía miedo a muchas cosas, pero los ratones en verdad que le asustaban, se levanto en un rápido movimiento asustado por la sorpresa de tener aquel pequeño roedor cerca de su rostro, y soltó un pequeño grito que logro hacer que el ratón saliese corriendo para esconderse detrás de unas cajas de madera.

- ¿Cajas? -se pregunto así mismo, eso era imposible, seguramente estaba soñando, un sueño demasiado real.

Su madre antes le decía que si sentía que un sueño era demasiado real, lo mejor era darse un leve pellizco en el brazo, y en verdad Yoongi deseaba que eso fuese un sueño, cerro los ojos llevo su mano cerca de su brazo y se pellizco, soltó un leve quejido, para después tragar grueso, eso no era un sueño.

Miro a ambos lados, del lado izquierdo había una pared de ladrillo mientras que del otro habían personas caminando de un lado a otro, eran bastantes, ¿en dónde estaba? 

Se quedo pensando, mirando su regazo, encontrándose con sus ropas manchadas de polvo y sus manos sobre sus piernas que estaban grises debido a la suciedad del lugar, lo ultimo que recuerda es haber cenado junto a su hermano.

Jindae se veía animado esa noche, estaban hablando de muchas cosas, sobre los divertidos momentos que pasaban con sus padres, de como la abuela le encantaba imponerles reglas que ambos consideraban innecesarias, y de los sabores preferidos de té que les gustaban.

Té... eso fue lo que bebieron ambos, frunció el ceño, recordaba que después de dar el ultimo sorbo se sintió levemente mareado y con unas enormes ganas de irse a dormir, Jindae había insistido en ayudarlo a llegar a sus aposentos porque parecía no estar estabilizándose bien y podría caerse, recuerda que estaban ambos por el pasillo y lo demás estaba oscuro en sus memorias, ¿se habría desmayado? 

Pero ¿cómo es que había llegado a ese lugar? No entiende absolutamente nada de esto.

Se incorporo sintiendo como su cabeza le daba leves punzadas, pero eso no le interesaba ahora, tenía que averiguar en dónde se encontraba, camino despacio afuera de ese callejón sin salida y miro a su alrededor, abrió en grande sus ojos al percatarse del lugar, pues había pocos carros y las personas caminaban tranquilas inclusive en la carretera, ni siquiera había acera, ¿qué se supone que harían si un vehículo los alcanzaba? No entendía nada.

Camino un poco más mirando a su alrededor, restaurantes, barberías, consultorios, había de todo en aquel lugar, pero las personas parecían muy distintas a las que estaban en su hogar, todas tenían sonrisas, se veían tranquilas, los niños corrían por el lugar evitando chocar con los adultos, algunos se les podía ver la seriedad en el rostro pero al saludar se mostraban amables, no entendía ese lugar, definitivamente no lo hacía.

Necesitaba ayuda, mucha ayuda, pero no podía concentrarse del todo, no con esa pequeña punzada en su vientre bajo, apretó los labios para evitar soltar un quejido, pues la punzada había dolido demasiado haciendo que casi termine por doblarse en su lugar, sentía inclusive que las piernas le flaqueaban un poco.

- ¡Vengan, vengan! -menciono un pequeño niño que pasaba corriendo al lado de Yoongi y se acercaba a otros-. ¡Jimin va a empezar con sus turcos!

Los Caballeros Del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora