Capitulo 6

1 0 0
                                    

Escucho a lo lejos un motor y decido correr, aunque parecía estar a unos metros cada vez que creía acercarme me sorprendía al ver lo lejos que estaba.
Cuando salgo a la carretera veo un auto blanco y lo detengo aunque para mi sorpresa se detiene, a decir verdad si fuera yo no levantaría a una loca que sale gritando del medio de la nada.
Voy a la puerta del copiloto, y veo que es un hombre.
-he.. hola, en dónde estamos? ¿puedes llevarme? - me dice y se queda mudo, me quito los aretes y se los extiendo.
-son de oro puro, puedes contestarme por favor? - el hombre asiente y me subo de inmediato.
- en dónde estamos? – le pregunto con desesperación después de unos minutos de andar en el carro.
-vamos en dirección a un pueblo llamado san vicente.- me dice nervioso, le pido su teléfono y me lo tiende, marco a mis padres y les digo en donde estoy, necesito pensar en que les voy a decir y de por qué estoy a dos horas de la ciudad en donde nací.
-hee puedes bajarte, llevo dos minutos estacionado- me dice y ¡carajo! Parece que cada vez que me hundo en mis pensamientos ocurre algo, le doy los aretes y le doy las gracias.
Me siento en la banqueta a esperar y observo el parque en el que estoy, es muy bonito y bastante colorido, me acerco y me meto a una heladería y pido una nieve de limón.
Veo a mis padres del otro lado del parque y salgo corriendo y abrazo a mi mamá, mi madre voltea detrás de mí y ve a la muchacha de la heladería, le sonrió en disculpa y entramos de nuevo en ella.
-que te pasó- porque sales de casa sin nada, sin dinero, auto, nada- no sabía que decirles, pues era obvio que me mirarían como si no fuera de este planeta si les digo que solo corrí minutos, o eso creo.
-me subí a un camión porque me cansé y me perdí- les digo mientras sonrío, creo que no fue lo más convincente, pero asienten, pagan la cuenta y nos vamos.
De regreso a casa está oscureciendo, y diviso dos puntos azules en lo profundo del bosque y hace que me dé escalofríos.
Cuando entreabro los ojos mi padre está cargándome escaleras arriba para llevarme a mi habitación, tiene años que mi padre no hacia eso y me sorprende lo fuerte que es aun.
Me deja en mi cómoda cama y me vuelvo a quedar dormida.
Cuando me levanto la ventana está abierta, seguro mi madre debió dejarla abierta, me doy una ducha rápida, y bajo al salón de estar, seguro mi padre está viendo sus películas de espías.
-hola papá- me siento en unbrazo derecho del sillón y me recuerdo sobre mi padre, le doy un beso en la frente y el sonríe.
-he pensado que debería tener mi propio gimnasio en casa papá, y que ya debería comprar las cosas de mi fiesta numero 18 pues ya faltan dos semanas- se rie a carcajadas bastante masculinas y niega con la cabeza.
-siempre supe que ibas a ser mi debilidad pequeña Bestia- me acaricia el cabello mientras sonríe.
-pero claro pequeña, desde hace como dos años tienes tu propia tarjeta con muchos ceros para que pudieras utilizarla sin pedir permiso.- es cierto, sé que para cumple 16 me regaló una tarjeta de crédito no sé con cuánto dinero y casi nunca la utilizo si no es para cargar combustible o comida, pero no cosas de grandes magnitudes, bueno solo cuando compro ropa por internet.
- lo sé papá, pero siempre me gusta avisarte de las cosas y pedir permiso- le doy nuevamente un beso en la frente y me levanto dirigiéndome a la cocina, haré un sándwich de nutella para mi papá y para mi.
Cuando vuelvo al salón él ya está dormido, lo tapo con una manta, reclino el sillón y le apago la tv. Gracias a dios el sillón es reclinable si no tendría que despertarlo porque cargarlo como el a mi no puedo.
Cuando entro en mi habitación la espalda me hormiguea y siento la sensación de que están observándome, volteo y los ojos azules sale de las sombras.
-hola pequeña cachorra- sonríe egocéntricamente mientras yo me atraganto con el sándwich de nutella.

La sangre también también traicionaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora