Buenos días cariño - 2

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—Zoro...

Un poco meditabundo, enfocó la mirada y encontró un plato de comida en la mesa. Las manos cálidas de su esposa le acunaron las manos.

— Lo siento...parecías un poco perdido.

Roronoa apartó la mano de su caricia y tomó la cuchara

—Solo es el trabajo. 

Hiyori pareció responderle algo, pero de nuevo su voz sonaba lejana. No dormía bien, no comía bien, ¿Era acaso el dolor de pensar que ese hombre había acabado con su vida así nada más lo que le tenia así? Si confirmaban lo que decían el caso se terminaría y ya no...ya no...

—¿Te gustan? — La voz de su mujer hizo eco en su cabeza, ¿te  gustan?, levantó la mirada.

—¿Qué?

—Me compre unos aretes nuevos,  ¿te gustan? 

 Realmente no le iba a responder, pero luego vio el zarcillo y se quedo helado, esos aretes se parecían a los de...los de 

—¿Zo-

—¡Dámelo!

El peliverde le arrancó el arete y Hiyori chilló de dolor.

—¡No me interrumpas!

Luego el hombre se encerró en su sala de trabajo y cerró la puerta de un estruendo.

ˏˋ((🌿))

Había algo extraño con esa tal Nami, primero, si tu buscabas su nombre, no existía, era como si  nadie en la faz del mundo se llamase así. Pero si tu buscabas el nombre por Internet y te metías al primer sitio web de ventas, era una tienda.

Nami era una tienda de belleza.

Cuando Zoro miro el vídeo de nuevo y confirmo que el arete de Hiyori era el mismo, no tuvo que preguntarle donde lo había comprado. Ese día no durmió esperando a que fuera de mañana y cuando el sol apareció entre las ventanas, salió del cuarto.

Como no vio a Hiyori preparando el desayuno, supuso que ella seguía dormida, tampoco tenía mucha hambre. Hoy entraba a trabajar temprano, pero todavía tenia el tiempo suficiente como para ir a la tienda. Se aseguro de copiar muy bien la dirección después de buscarla por Internet y salió de casa.

Se demoro más de lo debido en llegar, de hecho tenia una motocicleta y con ella podía ir a cualquier lado, pero el dilema era que (y aunque no lo admitirá) era muy malo con las direcciones. Una de sus peores desafíos a la hora de convertirse en policía fue tener que lidiar con su mal sentido de la orientación, pero luego de una cuantas vueltas y preguntar en la calle, llegó al lugar.

Saltó de la moto con descuido y dejó la llave sin importarle nada, pero  entonces cuando se acercó había un letrero,  al leerlo se puso pálido.

Cerrado temporalmente.

Roronoa se pego al vidrio y miró a través de el, el lugar estaba vació, no había nadie.

—¡Maldición!

La única manera de saber más, de conocerlo más, se había ido a la basura. La rabia que lo invadió en ese momento lo hizo pensar en romper los vidrios, podría tumbarlos si quería y entrar al lugar.

—...¡¿En qué demonios estás pensando, idiota?!

El policía se regaño a si mismo, acuclillándose en el suelo. ¿Cómo podría cometer vandalismo de esa forma? ¡Además allanamiento de morada! Era un jodido delito y hace unos segundos estaba seguro de que nada le importaba.

One-shots e Historias Recopilatorias ZoSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora