Thomas Shelby tenía una extraña costumbre; asociar momentos con colores.
El funeral de los Maxwell fue gris, representando algo triste, vacío y sombrío. Thomas olió la lluvia antes de que cayera, como si el cielo estuviera llorando o como si la furia de Dios se estuviera manifestando bajo los cielos de Birmingham. Thom eligió pensar únicamente en su primera teoría.
A pesar de encontrarse rodeado de su gente y haber ofrecido su dinero para toda la parafernalia que se podía presenciar en el funeral, no se encontraba a gusto. Y el sabía exactamente el por qué.
El había prometido protección a todos los que lo ayudaban y por sobre todo a toda la gente que lo vio crecer. Aún podía escuchar los reproches de el señor Maxwell intentando aconsejarlo de la mejor manera para que sus negocios prosperaran. La violencia nunca fue parte de alguno de sus concejos. Mantén tu mente centrada y tus manos fuera de la sangre, le decía el a menudo.
Se encontró a si mismo reprochándose. Quizás si hubiera escuchado al viejo no serían sus cuerpos los que estaría enterrando.
Unos cuantos hombres más allá se encontraba el hijo mayor de los Maxwell, Will. Sus usualmente de un verde vivo y alegre, ahora ojos rojos, húmedos. Le tenía que dar crédito, no lo había visto soltar lágrima alguna. Por alguna extraña razón quería que Will lo odiara por esto, se lo merecía, pero aún podía sentir la mano de su amigo sobre su espalda, su cara pálida y el rostro descompuesto, su voz tranquila, grave y por sobre todo triste. "Algún día pasaría Thom y la culpa la tienen ellos, no tú" le gruñó, para luego sentarse frente a el y escuchar la venganza que prepararían. Vio en sus ojos el hambre de sangre, pero también respeto y lealtad. Ese mismo día Will hizo votos y juró por los Peaky Blinders. Thomas lo aceptó feliz, pero con preocupación. Esta no era su vida. Lo conocía desde que les cambiaban los pañales juntos y definitivamente esta no era la vida que su amigo planeó. Pero acá estaba, mimetizado en el grupo de sus hombres, quienes ahora serían su familia.
Thomas buscó por quinta vez entre la multitud aquella mata de pelo rojizo y pecas. No se atrevió a preguntarle a Will sobre su hermana. Tal vez había alejado de su vista muchos años la situación en la familia Maxwell, asumiendo que Scarlett estaría ahí presente. Siete años habían pasado, y aún podía recordar como si hubiera sido ayer como el viejo Maxwell mandaba a su hija al extranjero bajo la excusa de un instituto, a pesar de la tristeza en su corazón. Su idea había sido mantenerla alejada de sus negocios sucios, alejada de ojos depredadores y de una vida que probablemente habría terminado en amenazas y miseria. Ella nunca lo supo entender. Aquellos ojos dorados que nunca había vuelto a ver, exuberantes y llenos de una rabia ciega y maldiciones saliendo de su boca, maldiciendo al viejo por enviarla lejos. Tal vez si ella estuviera acá entendería... entendería que él lo había hecho para protegerla de terminar como él, diez metros bajo tierra. Ella había tenido quince años cuando se había marchado y él diecinueve. No aguantaban estar en la misma habitación, a pesar de los esfuerzos de Will por mantener la paciencia en medio de una guerra de palabras y miradas entre ellos. Era algo estúpido, lo sabía, pero había esperado encontrarse una vez más a aquella impetuosa chica que lo vio desde sus inicios al igual que Will. Aunque no estaba enteramente seguro si era para reprocharle en la cara que lo había logrado, que era más rico que cualquier estúpido nacido en la roñosa calle donde habían crecido o simplemente quería dejarle ver que estaba bien, que era feliz, o tal vez esperar aquellas palabras de arrepentimiento por haberse marchado sin siquiera más que una mirada salvaje.
Con un resoplido Thomas se sacudió de su entumecimiento. Ella no vendría.
Susurró unas disculpas al oído de Will, acompañado de un apretado abrazo.
-Estaré en la oficina, los esperaré a todos a las 9 allá. Comenzaremos con los preparativos – Anunció mirando a cada uno de sus hombres. John le asintió militarmente. Arthur acercó a sus labios whisky, mientras asentía. Y luego Will... un nuevo hombre que estaría bajo su ala.
Thomas murmuró una promesa a la tumba de los viejos Maxwell antes de marcharse.
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Red right hand [ Thomas Sheby- John Shelby]
Fanfiction¿Ese era el precio de la venganza? Se cuestionó. ¿Perderse a si misma lo valía?