No tan lejos de ti

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Terminado el trabajo, Mikasa regreso al lado de su fiel compañero y único amigo que no la criticaba por ser una mujer que estaba fuera de los estándares de belleza. No por ser fea sino por su descomunal altura al medir cerca de dos metros y ser tan fuerte como un hombre aunado a usar su cabello corto.

-Blue, llegue-El fiel gato esfinge se restiro, bostezando al tiempo que iba al llamado de su ama-El día fue pesado, al menos tú estas para recibirme con tu ronroneo.

Amoroso era aquel gatito de fina apariencia el cual Mikasa había rescatado de la calle tras hallarlo dentro de una bolsa llena de basura.

Recordaba con cariño a esa diminuta masa de carne que se removía entre su mano, aquel ser indefenso que fue el único en sobrevivir pues dentro de aquella bolsa de plástico llena de gusanos y comida en mal estado, se hallaban su madre y unos cuatro gatitos más que desgraciadamente no sobrevivieron.

Vivir en Nueva York implicaba ver esa y muchas cosas desagradables más, al menos Mikasa agradecía tener un trabajo estable y darse sus lujitos.

Hija única dentro de un matrimonio donde ninguno de sus padres era tan alto como ella, creciendo mucho a corta edad y debido a un problema en su glándula pituitaria.

-Los clientes de hoy fueron unos ineptos... prefirieron irse con Historia... te lo digo en serio Blue, Historia y Christa siempre acaparan las miradas de todos y no me dejan hacer bien mi trabajo-Mikasa trabajaba como secretaria en un bufete de abogados donde compartía su espacio junto a las odiosas gemelas Reiss.

Ambas de estatura baja, grandes ojos azules y cabellera rubia que a más de uno hacían babear.

-No veo nada de bueno en ellas... son huecas, se la pasan haciendo mal su trabajo y tengo que corregir sus errores, pero eso nadie lo ve. Únicamente se guían por lo que hay en su exterior... todos son una bola de idiotas que piensan con su cabeza de abajo-Blue sobre el regazo de su dueña amasaba y ronroneaba.

Usaba una linda sudaderita de tono amarillo con un pollito de tono blanco estampado en la espalda. Al ser un gato esfinge requería muchos cuidados y entre ellos estaba brindarle calor a su cuerpo que para muchos era similar al de una gran rata calva.

-¿Crees que alguien este interesado en una mujer tan alta como yo?-Blue con esos grandes ojos azules miraba a su dueña.

La pelusilla que tenía por pelaje era de tono negro. Blue era hermoso para Mikasa y tan tranquilo... nada que ver con las descripciones que la mayoría de las personas hacían acerca de los gatos.

Caía la noche, Mikasa desde el balcón de su departamento veía el firmamento cuando vio una estrella fugaz, juntando sus manos para pedir un deseo como muchas personas solían hacer.

-Puede que sea demasiado bobo de mi parte...-Mikasa regreso a su habitación.

En el espejo de cuerpo completo alcanzaba a ver a penas su torso, en este marcados cada uno de sus músculos al ser una mujer a la que le gustaba ejercitarse a diario.

La rutina al amanecer era la misma. Se levantaba a las cinco de la mañana, metiéndose al baño para darse una buena ducha y después daba un pequeño desayuno, además preparaba la comida para Blue.

Salía de su vivienda alrededor de las 6 para irse directamente al metro donde viajaba por unos cuarenta minutos y después caminaba un par de cuadras antes de estar a las 7:20 am en el bufete donde era de las primeras en llegar.

-Buen día Ackerman-Su jefe era una persona de baja estatura, cabello azabache y ojos olivas que se caracterizaba por ser un fanático del té negro y la limpieza excesiva en cada una de las áreas dentro de aquel bufete.

Titánica mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora