Diferencia de Edades. [Larry Stylinson]

Capítulo Veintiocho

Recuperarte.

Llegué temprano, como había supuesto, lo peor de todo era el frío y que yo seguía con mi uniforme escolar, pero mi campera lograba cubrir el logo en mi buzo.

Jamás había visitado este lugar, por lo que me encontraba verdaderamente pérdido. Debía conseguir un mapa y buscar la cárcel, quizás estaba lejos de mi ubicación, pero a está hora las calles estaban vacías. También debía buscar un lugar para cargar mi celular, había muerto hace un rato, Google Maps me sería más útil.

Comencé a caminar por las calles buscando algún hospedaje, pero, en su lugar, encontré una caseta de periódicos abierto. Lo que fue una verdadera suerte.

—Hola, ¿señor? —El hombre se encontraba acomodando los periódicos en la parte delantera de su puesto.

—¿Uh? —El señor se dio la vuelta— Ow, hola. Un cliente madrugador, que sorpresa.

—Disculpe, ¿sabe dónde hay un hospedaje o un lugar en el que pueda cargar mi celular?

—Yo te lo puedo cargar, si lo necesitas pronto.

—Claro, se lo agradecería. —Saqué el celular de mi bolsillo y se lo di. Lo vi entrar a su caseta mientras yo me ponía a ver los titulares de los periódicos y revistas.

Era algo de ficción que un señor se ofreciera a hacer algo tan amablemente, quizás todavía existen personas buenas. Me detuve al ver una noticia con letras rojas en un periódico, lo alcé para ver mejor la portada.

"Esposos se suicidan un año después de la desaparición de su hijo."

—Una historia muy triste. —Miré al señor que se había acercado nuevamente.

—Es verdad —dije, colocando el periódico en su lugar—, quizás después su hijo hubiera vuelto.

—No lo creo, dicen que su padre le hizo cosas horribles, dudo que alguna vez vuelva a está ciudad.

—Comprendo... —Sin duda es realmente triste, ojalá ese niño haya encontrado un lugar y una vida mejor.

—Por cierto, ¿a dónde te diriges? Tú no eres de acá, ¿verdad? —Observé al hombre unos instantes, dudando si debía decir la verdad o mentirle.

—Lo cierto es que me dirijo a la prisión de Doncaster. —Fue muy amable, no tenía razón para mentirle.

—¿Por qué iría un jovencito como tú a ese lugar tan horrible?

—Porque alguien que fue apresado injustamente se encuentra allá, por lo que debo ir a rescatarlo.

—Entiendo, sucede más veces de las que uno se imagina, el mundo es cruel. —El señor siguió acomodando las revistas y libros.

—Por eso debo ir a rescatarlo, es injusto que esté ahí. —Presione mis puños con fuerza al imaginar lo que Louis estaría pasando en ese lugar.

—Es muy importante para ti, ¿verdad? —preguntó el hombre deteniéndose.

—Es mucho más que importante, él es especial, único y maravilloso. Jamás conocería a alguien como él. —Cerré mis ojos sintiendo tanta impotencia por no haberlo protegido.

—Una vez también conocí a alguien especial en mi vida, pero eran otros tiempos, ahora tengo 60 años y jamás pudimos estar juntos, él murió hace unos años —Miré su semblante de tristeza—. Pero eso no te pasará a ti, lograrás sacarlo de ese lugar y ambos podrán estar al fin juntos.