Capítulo 6

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Creo que me he pasado.

El imbécil pecoso, que al parecer se llama Darren, está en el suelo gimiendo de dolor y se agarra la muñeca contra el pecho. Dos amiguitos suyos intentan levantarlo para acompañarle a la enfermería. El resto de la clase se rie y Devis intenta callarlos pero fallando porque no para de sonreir.

El pelirrojo me mira con odio mientras sus amigos lo sacan de la habitación. El resto de la clase empieza a hablar, en un alboroto, la paliza que le he dado a Darren. El chico no era malo en el esgrima, pero tampoco bueno. Presume demasiado para las pocas habilidades que tiene.

Devis se acerca a donde mi a recoger el florete y me susurra al oido:

-Bien hecho. Has destrozado su orgullo masculino- me giña un ojo y se va a seguir con la clase.

Me acerco a Kiara que me mira sorprendida y divertida al mismo tiempo. Vamos a los vestuarios y nos ponemos la ropa que nos llevan las doncellas: camisa blanca con bantalones y botas hasta las rodillas. Hora de montar.

En los establos Kiara monta en una yegua blanca que se llama Brisa. Yo, en cambio, elijo un caballo negro. En la puerta de su establo esta escrito su nombre: Sombra. Después de ensillar a Sombra y a Brisa los montamos y nos dirigimo hacia el pequeño bosque que se encuentra en la parte de atras del castillo. Después de media hora yendo a paso lento Sombra empieza trotar con confianza. Kiara, sobre Brisa, empieza a hacer lo mismo y acabamos en una carrera compitiendo para ver quié llega antes al final del bosque.

Diez minutos después de correr sin descanso, Brisa llega la primera hasta una verja. Kiara desmonta y empieza a celebrar su victoria con un pequeño baile mal hecho. Yo rio y bajo del caballo. Kiara y yo nos sentamos a los pies de un arbol a comer el chocolate que hemos robado de la cocina antes de venir. Al otro lado de la valla se puede ver una montaña cubierta de niebla, pero cuando esta se mueve se ve la torre de un palacio.

-¿Que hay allí?- le pregunto a Kiara.

-¿Tras la niebla? Es el Reino del Aire. En lo alto de la montaña está el palacio. Por eso está la valla, para que no crucemos al otro reino.

Cuando estamos en los establos dejando los caballos una doncella llega para llevarse a Kiara porque su madre quiere hablar con ella. Sin ella que me distraiga ni labores que hacer, me quedo allí peinando y limpiando a Sombra. Al terminar recojo mis cosas y salgo por la puerta. O por lo menos lo intento porque antes choco con alguien y caigo al suelo.

-Vaya, pensaba que las paredes andantes se extinguieron hace tiempo-digo poniendome de pie.

-Oh, y casi lo hicimos. Yo soy la última de mi especie que sigue con vida- me responde la pared.

Levanto la vista y miro a la persona con la que he tropezado. Tiene el pelo castaño claro desordenado, es una cabeza más alto que yo y tiene los ojos azules. Unos ojos me recuerdan al mar, al mar que me ha despertado esta mañana.

-Eres Kai, el hermanos de Kiara.

-En persona. Y tu eres la princesa del Reino del Fuego- me responde sonriente.

-En persona.

-He visto como le dabas una paliza a Darren hace unas horas- dice, sonriendo cada vez más-, ha sido divertido.

-Si bueno, Darren no pensará lo mismo.

-No, no lo hará.

Nos quedamos un rato mirandonos, en silencio. El no para de sonreir, lo que seguramente sea familiar porque Kiara tampoco lo hace. Cuando el momento se alarga tanto que parece que no acabará nunca, me despido y salgo por la puerta, tropezando y casi callendome-otra vez- al hacerlo.

Cuando entro en el palacio para dirigirme a mi habitación oigo que alguien me llama. Me giro y veo a Kiara, todavía con la ropa de montar corriendo hacia mi.

-Mi madre me ha dicho que una institutriz nos va a dar clase a las dos juntas, ¿no es genial?- antes de que pueda responder ella sigue hablando mientras camina escaleras arriba- Al parecer viene de lejos, aunque no me ha dicho de donde. Yo creo que es de otro reino. Me ha dicho que te lleve al aula donde vamos a dar clase para conocerla.

Después de dar unas vueltas por ese laberinto al que llaman palacio, llegamos a una puerta en el fondo de un pasillo lleno de retratos de personas que me miran mal. Cuando la cruzamos a una pequeña clase con una chimenea apagada una pizarra y cuatro mesas con dos sillas cada una. Al otro lado de la habitación Elia habla con una mujer con un moño canoso y vestida con una bata para dormir. Que raro.

Elia sube la mirada hasta nosotras y la mujer se gira para mirarnos. No, no, no, no, no. Ella no.

-Princesas, que bien que habeis llegado- dice Elia-. Os presento a vuestra nueva institutriz. Ida, ella es Kiara la princesa de este reino. A Sua ya la conoces.

NO. LA BRUJA NO.

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