1

213 29 16
                                    

"Todo lo verdaderamente malvado, empieza por algo inocente"

ErnestHemingway


Kim JongIn, o Kai, como era más conocido, era el chico más popular y espectacular del colegio, y es que lo tenía todo: Altura perfecta, músculos perfectos, color de piel perfecta, labios perfectos, mentón perfecto, voz perfecta, en fin, todo perfecto.

LuHan, uno de nuestros protagonistas, no se saciaba jamás de mirarlo y de dedicar cada uno de sus suspiros a ese chico, al que sólo podía encontrarle un defecto: No conocía de su existencia. LuHan siempre se decía que era normal ya que ¿por qué iba a conocerlo? Él era todo lo que Kai no. Pequeño, pálido, rubio, cara pequeña, extranjero y todos decían que tenía cara de niña o que incluso que lo era.

LuHan quería matarlos a todos.

De pequeño había participado en muchas riñas en busca de defender su honor, siempre perdiendo, claro está, incrementando de esa manera las burlas. Ahora sabía, o había aprendido de la peor manera, que era mejor ignorarlas.

"Él nunca va a mirarme" solía decirse el rubio cada día antes de salir del colegio, triste y desanimado.

El departamento en el que vivía estaba a veinte minutos del colegio, el cual compartía junto a su hermanastra, Yoona, quien nunca estaba en casa ya que se la pasaba con su novio, por lo que prácticamente LuHan vivía solo.

Si bien era poco el tiempo que le tomaba llegar a su hogar, para hacerlo, debía pasar por un descampado donde ahora estaba instalada una especie de circo, y le daba mucho miedo, pues había todo tipo de gente: Altos (como de tres metros) con cara de ser violadores seriales; mujeres extrañas, como las brujas malvadas de los cuentos de hadas; payasos (¡sálvese quien pueda! porque estaba casi seguro que eran payasos asesinos) y muchas más personas que parecían asesinos seriales o pedófilos en fuga. En fin, la cosa es que LuHan procuraba pasar por allí mirando la forma en la que sus pies caminaban, pero (siempre hay uno, sino esta historia no tendría chiste) ese día algo le hizo quebrar esa rutina.

—Oye, tú —Gritó alguien con voz gruesa y varonil. LuHan le ignoró —. Tú, niña de pelo corto —Y se detuvo, apretando fuerte sus puños.

LuHan estaba seguro que se dirigían a él, siempre era lo mismo: "Niña esto" "niña aquello"

"No soy una niña. Soy un hombre", pensó enfurecido.

—Sí, tú, la que se detuvo.

—¿Qué quieres? —LuHan intentó mirar con el mayor odio posible al extraño envuelto en una capa violeta que no dejaba verle el rostro.

—Tengo algo para que tus deseos se hagan realidad. Te lo doy completamente gratis. —Le ofreció.

LuHan sería un bobo si aceptara, pero es nuestro protagonista y necesito una historia que contar, por lo que sí, fue un bobo.

Mientras estiraba su mano para recibir lo que sea que le estaban dando, pensó que aquello podría ser droga. Tal vez el sujeto estaba huyendo de la policía, y ahora solo estuviera escondiendo su mercancía. Después, volvería por ella y lo mataría. ¿Pero LuHan se detuvo? No.

LuHan recibió el paquete. Bueno, no era un paquete, por lo que enseguida descartó lo de la droga.

Sí, él veía mucha televisión.

En sus manos todo lo que tenía era una estampa que llevaba dibujado un par de ojos felinos, muy bonitos por cierto, y alas negras en el fondo.

—La puedes usar en cualquier momento, sólo debes poner la estampa sobre su pecho y repetir tres veces tu deseo. —Le dijo el sujeto­— Suerte. Esa estampa es la mejor para problemas de soledad y amor —Y el encapuchado dio la vuelta y se mezcló con todos los demás.

Pacto con un Demonio [XiuHan / LuMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora