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MinSeok desapareció bajo la estela de humo negro porque sintió muchas cosas:

>Rareza (de sí mismo), por haber pensado en LuHan como un chico lindo, o que podía llegar a ser lindo. Incluso sexy.

>Horrorizado, por haber expresado aquella idea en voz alta.

>Miedo, cuando vio a LuHan llorar por horas, y luego a punto de volver a hacerlo. (¿Por qué tendría que afectarle esto? Se supone era un demonio, debía disfrutar la desgracia ajena)

Sin embargo, al cabo de pensarlo detenidamente, terminó dictaminando que la culpa era de Kim JongIn, con quien esa tarde había hablado bastante.

MinSeok había quedado sorprendido por lo profundo que podía llegar a ser los sentimientos de alguien bajo sus fuertes poderes debido a los pactos que hacía.

JongIn prácticamente sudaba el nombre de LuHan, bueno, "Hannie".

—Hannie tiene uno ojos inocentes como los de un inofensivo ciervo —Le había dicho JongIn a MinSeok, y agregó:

Hannie tiene unos labios finos hermosos y adictivos. Apuesto a que saben a fresa.

Hannie es tan tierno como un lindo pastel de chocolate.

—¿Crees que yo le guste a Hannie?

¡Urgh! Aquella era demasiada azúcar para un demonio de clase especial como lo era él.

Pero lo cierto era que, de forma repentina, también surgía otro sentimiento mientras veía al rubio llorar bajo el agua de la ducha:

>Pena. Pena por ese humano con quien había establecido un pacto.

En las dos semanas que llevaba observándolo, MinSeok le había visto trabajar realmente duro, tanto en casa (Ya que su hermana casi no paraba allí) como en la escuela. Dos semanas en las que también había observado que el rubio siempre estaba solo. Yoona era inexistente en su vida, y en la escuela era el blanco de todo bullying.

Y aunque MinSeok se burlaba mucho de LuHan, en su defensa tenía razones: ¿Cómo era posible quemar todos los días unos inocentes huevos? ¿Cómo no reírse? En un comienzo, el demonio había querido decir que era porque se trataba de alguien gay, pero conforme pasaron los días, lo había puesto en duda. A veces, se detenía a prepararle el desayuno, no tenía drama en hacerlo, puesto que le gustaba cocinar.

Pero lo que sucedía era que, al pactar un pacto, MinSeok obtenía mayor sensibilidad a las emociones del humano, y lo que sentía en LuHan era que, más allá de que fuera gay, se trataba de algo más profundo, algo emocional ligado al corazón. Algo que un demonio, bueno, él, un empedernido demonio solitario, sería incapaz de entender.

MinSeok fue un cobarde por huir de esa manera al ver nuevamente los ojos de LuHan llenos de lágrimas, pero él no podía soportarlo. Huir fue la mejor opción. Sentía demasiadas cosas. Los sentimientos, el sufrimiento de LuHan habían sido demasiado fuertes para un demonio como él. Por ello, la solución más fácil fue desaparecer y aparecer en su mundo, su hábitat de nacimiento.

Era de noche, como siempre lo era allí. La calle que se extendía frente a él estaba desierta. Sólo se veía el humo provocado de su aparición desapareciendo al fundirse con el aire.

El inframundo, a diferencia del mundo bajo el sol, era oscuro. Las luces que alumbraban la calle donde se encontraba parado eran de color rojo (lo que no era mucho).

Aquella desolación era normal, pues era tarde y los demonios, de todas las categorías, se refugiaban en sus casas, o iban a bares para beber y beber.

MinSeok se sintió mejor.

Inspiró el aire, salado y caliente, y murmuró: —Hogar, dulce hogar.

Quería olvidarse un poco de LuHan, de que era un chico, del pacto ya sellado, de todo.

No era fácil ser un demonio, no en los tiempos modernos. Ellos vivían de deseos, más específicamente de los deseos humanos. Pero para poder pactar un pacto, debían darse ciertas condiciones: El humano debía ser virgen. Al menos en el caso de MinSeok, ya que no todos los demonios necesitan o pedían lo mismo. Algunos, como Park ChanYeol, se dedicaba a dar pactos a cambio de la voz. Otros, como Wu YiFan, pactaban a cambio de la vida misma, pero éste es especial, ya que lo buscan quienes quieren dar su vida a cambio de la un ser querido.

Por supuesto que también existe el demonio que pacta por el alma ajena, y ese es el mismo Rey de los Demonios, quien a su vez es nada más y nada menos que el padre de MinSeok: Kim NamJoon.

MinSeok no tenía fácil su trabajo, porque al pasar los años, las décadas, se le hacía más y más difícil conseguir humanos vírgenes. Sólo los niños seguían siendo puros, pero sus cuerpos estaban muy poco desarrollados, y para ser honestos, los demonios también tenían reglas: "Nadie menor de 16 años" (*), pero incluso así, a MinSeok le era muy difícil encontrar alguien que quiera algo con tanto fervor, y virgen.

MinSeok odiaba hacer pactos con humanos, pero así sobrevivían ellos, un pacto realizado equivalía a 100 años más de vida. Claro que había una manera de detener esto, pero para él, esa opción no existía.

Sin embargo, con el cambio del mundo, más de la mitad de los demonios estaban extintos, y MinSeok no quería ser uno de ellos, quería ser de los hacían de todo para sobrevivir.

(*)Lu Han tiene lo justo, 16. 

Pacto con un Demonio [XiuHan / LuMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora