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El demonio MinSeok, perteneciente al inframundo, quería matar a su sirviente.

—¡Ese maldito y estúpido demonio de pacotilla! —Maldijo apretando los puños mientras el chico, con cara de niña, dormía tapándose hasta la cabeza— Le dije a ese idiota de KyungSoo que escogiera a una chica. No un... —MinSeok quería gritar, de rabia, de ira, de vergüenza (¡Por Satán! Tenía que acostarse con un chico para robar su pureza). —¡Urgh!

En una nube negra, se tele trasportó hasta donde estaba el demonio clase baja de su sirviente, Do KyungSoo.

—¡Tú! —Le gritó en cuanto lo vio —¡Te ordené que escogieras a una chica linda! —KyungSoo le miró con aquellos ojos como faroles que tenía.

—Pero elegí una chica linda, no tenía mucho busto, pero tenía cara de ser pura, y créeme, no quedan muchas puras en la actualidad. La mayoría...

—Lo sé, los tiempos han cambiado, por eso te di ese trabajo, y para tu información, no es una chica, es un chico.

KyungSoo se mostró asqueado, pero su expresión era muy falsa, MinSeok sabía de primera mano que al pequeño le gustaban los hombres, es más, sabía perfectamente que tenía novio.

—Pero no pasará nada si no has hecho el pacto...

El silencio que se formó le dio al más bajo una respuesta que le hizo temblar el cuerpo y entender el por qué su jefe tenía aquella mirada felina que indicaba quería matar a alguien. Sin decir nada, y sin hacer otra cosa más que temblar, desapareció en una nube negra.

—¡Cobarde! —Gritó MinSeok— Te vas porque sabes que no me puedo ir hasta tomar la pureza de... ¡Argh!

Los pactos de los demonios eran indestructibles. No quería ni pensar en las terribles consecuencias si no lo acataba.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —MinSeok ansiaba quemar algo, destrozar, romper. Pero ahora todo lo que podía hacer era regresar con el maldito niño cara de niña y lleno de gritos.

Al llegar de nuevo a la habitación, LuHan seguía debajo de las sabanas. Así que se dedicó, por primera vez, en mirar las paredes.

—Al menos tiene buen gusto... —Miró al techo— Messi. Sí, tiene buen gusto.

***

Yoona no llegó esa noche a casa, y LuHan se acostó, tapándose el rostro con sus suaves sabanas color blanco, deseando con anhelo que al despertar todo haya sido un terrible sueño.

Pero no, LuHan no contaba con ese tipo de suerte, y al despertar, allí estaba aquel... demonio.

¿De verdad iba a tener que entregarle su virginidad? ¿De verdad al llegar a clase, Kai caería así como así rendido hasta sus pies?

"No" se dijo el chico. "Es una completa y absoluta estupidez. Nadie va a tomar nada, no si nada sucede."

Sí, él no iba a dar nada.

Con una ola de reciente valentía, LuHan apartó las sabanas y se puso de pie, caminando hasta el baño sin prestar atención al sujeto con cuernos que estaba en la esquina de su habitación, mirándolo.

—Evitarme no va a hacer que desaparezca. Te lo dije anoche, ya hicimos un pacto, y ni tú ni yo podemos romperlo. —El demonio suspiró, cansado— Créeme que me iría con mucho gusto, yo quería una chica, no un chico.

Esas palabras provocaron que LuHan se detuviera en la puerta del baño ¿Cómo podía decirle esas cosas? Es decir, él tampoco quería entregar su pureza, pero el tono del demonio era... hiriente, como si él fuera algo repúgnate, alguien contaminado.

Pacto con un Demonio [XiuHan / LuMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora