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LuHan comprendió, tres noches más tarde, cuando, consumando su amor junto a JongIn una vez más, viajó a la galaxia y vio infinita cantidades estrellas al pensar en otra persona que no era JongIn precisamente.

Definitivamente la falta de MinSeok era algo más. Era la pieza faltante. Era lo que fallaba, lo que estaba mal. Y eso le asustó terroríficamente...

... porque ¡Por un maldito carajo! Luego de aquello se encontró deseando que el demonio fuera quien estuviera a su lado. Y eso sólo quería decir una cosa... sentía algo por ese demonio.

Veinte minutos después, el rubio se rió como si estuviera a punto de volverse loco mientras se daba una ducha, limpiándose el sudor y el cuerpo pegajoso.

Que irónico.

Ahora podía entender el dolor en el pecho.

Este debería de ser su castigo por tener a JongIn para él de manera egoísta. Frente a este pensamiento, y mientras la garganta se le secaba por tal carcajada, las lágrimas empezaron a caer.

Unos golpes en la puerta del baño le hicieron detenerse.

— ¿Amor, estás bien? —Era JongIn.

¿Qué podía responderle? "Oye, no, no estoy bien. Acabo de descubrir que no sólo te condené a estar conmigo, sino que además, ahora resulta que no te quiero"

Aclaró su garganta.

—Sí, lo siento. Ahora salgo, dame unos minutos.

—De acuerdo.

Una vida vacía, eso es lo que LuHan había estado viviendo una vez que MinSeok se fue, aferrándose a la promesa que le había hecho.

— ¿Qué puedo hacer ahora? —Preguntó a la habitación vacía.

Y de repente, se dio cuenta que tal vez la solución fuera más fácil de lo que pensaba...

¿Podía acaso buscar otro demonio y pedir un deseo?

O tal vez no tan fácil.

— ¿Cómo hago para encontrar un demonio?

La primera vez lo había hecho de casualidad, ni siquiera había creído al 100% las palabras de...

¡Eso era! Debía encontrar al sujeto del circo.

Sintiéndose un poco más ligero, salió de la ducha y hasta besó eufóricamente a JongIn en la frente.

Pero esa euforia se esfumó en cuanto se preguntó ¿Cómo iba encontrar al circo? Y de hacerlo, nadie le aseguraba que encontraría a quien le dio la carta de MinSeok.

***

Esta vez, la zona que escogió KyungSoo para encontrar un potencial cliente para su jefe, fue en un pueblo de mala muerte. Alguien debía de haber allí. En dos meses, ya había recorrido cinco estados diferentes.

Tomándose la molestia de hacerse pasar por un mochilero, empezó a investigar a la gente del pueblo. Una mujer de treinta años llamó su atención. Trabajaba como moza en el bar en el que se encontraba en ese instante. Podía ver que aún era pura. La miró de arriba abajo. No tenía las mejores tetas, pero al menos no era fofa. De hecho, parecía ejercitarse mucho en el gimnasio.

MinSeok la aprobaría.

Sonriendo, en un intento de parecer sexy, se acercó a ella. Deseó con toda su alma que su pareja, ChanYeol, no estuviera cerca.

—Hola, preciosa —La chica se sobre saltó y miró a su alrededor para ver si había alguien más a su alrededor, luego, aún sin poder creerlo, se señaló a sí misma—. Sí, tú.

De la misma forma en la que había hecho con LuHan, sacó su carta de los bolsillos traseros de sus jeans y se la pasó, aunque esta vez la situación ameritaba un cambio de discurso.

—Es un amuleto para el mal de amores. Le puedes pedir lo que quieras. Funciona. —Aseguró.

Sandara, como la moza se llamaba, rió de manera tímida.

— ¿Cómo sabes que funciona?

KyungSoo pensó qué decir antes de contestar cualquier guasada. Lo mejor era seguir flirteando un poco más.

—Bueno... la verdad es que sé que funcionan porque las hago yo mismo. Las diseño y las pinto a mano.

Y así estuvo un poco más. Descubrió muchas cosas buenas. Sandara efectivamente gustaba de alguien, además le molestaba ser la única treintañera del pueblo en ser virgen. La presa perfecta para MinSeok.

Después de regresar al inframundo, para estar al lado de ChanYeol, supo de buena tinta que la moza había hecho uso de la carta del demonio. 

Pacto con un Demonio [XiuHan / LuMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora