5|El Primer Latido

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Connor


Me costó un poco aceptar que el ambiente de la fiesta privada de Dylan McAdams se había lucido en está ocasión. Había grandes invitados, gente con dinero y artistas muy reconocidos. Era la combinación perfecta para sus fiestas. Si querías conocer a un cazatalentos, tenías que asistir a una de las fiestas de Dylan, si querías encontrar a un hombre o mujer millonarios esta era tu oportunidad.

Las oportunidades más extravagantes se encontraban en el sitio donde se reunían personas extravagantes.

Camino hacia las escaleras que dan a la siguiente planta, y me detengo observando a las personas que reconozco.

Siempre me ha sorprendido la cantidad de personas talentosas que llegó a conocer en esta clase de fiestas, pero hoy, mientras disfrutaba de la música del DJ contratado, mi atención fue captada por el escaso sonido del piano tocando una melodía muy entretenida. Mi cuerpo se digirió por instinto hacía la planta alta y terminé encontrándome a una escuálida chica haciendo una presentación de danza.

Ballet, podría decir yo.

Pero debido al lazo que sujetaba la chica, imaginé que era algo más que ballet. Me detuve y observé con atención lo que sucedía. Visualicé a los chicos guardando silencio mientras veían la presentación de la desconocida, todos estaban sorprendidos. Pero Kellen no dejaba de sonreír como si hubiera hecho una mala broma.

Reconozco esa sonrisa. En cualquier momento atacará e intentará ganar a toda costa.

No lo había visto desde hace como tres meses. Es una sorpresa encontrarlo aquí. Mi interés se enfoca en la escuálida chica, el sujeto que toca el piano y el que canta. Sobre este último su voz no es ninguna broma.

Las fiestas de Dylan son conocidas debido a su gran espectacularidad. Y es que los clubes que construye son fenomenales. Las paredes son muy gruesas, tanto que no podríamos escuchar el ruido de la planta baja en las altas. Los vidrios también son resistentes y opacan los ruidos de las otras salas. Sólo así podrían tener a un dj tocando su música abajo y no molestar a un pianista tocando su propia música en la siguiente planta.

La chica se movía demasiado rápido, sus pasos eran exactos y la forma en la que danzaba la hacía parecer que era muy liviana. Me sorprendí cuando lanzó el extraño lazo enrollado de un utensilio hacia arriba y dio una rápida voltereta para atraparla con actitud.

En una increíble pose el lazo cayó sobre sus manos y la observé fijamente cuando nuestras miradas se encontraron.

Sus ojos oscuros eran lindos. Pero lo que más me sorprendió fue lo brillante que era su cabello de oro. Me petrifique justo allí, no podía pensar ni escuchar nada más. Fue intenso.

Un brillante amarillo que me atrapó inmediatamente.

Parecía una clase de broma, pero me trajo un millón de recuerdos de mi agradable infancia. Recuerdos que había olvidado por estar inundado de tanta tristeza. El rostro de está escuálida chica era parecido al de mi pequeña amiga Jane. La adolescente de trece años que desapareció de la noche a la mañana con toda su extravagante familia. Una familia que jamás conocí.

Al verla, comprendí que habían demasiadas cosas que no sabía sobre Jane. Ni siquiera sabía su apellido, y eso era un dato impredecible desde que la conocí. Está mujer frente a mí me daba un extraño aire de confianza, era como si esa mirada pudiera compararla con alguien más. Y su deslumbrante cabello era precioso.

Mi corazón latía. Mi mente procesaba muchas palabras. Y sin darme cuenta estaba tarareando una melodía. Me había inspirado en esa fracción de segundos, y si me apresuraba, podía componer una buena canción.

Eternamente Destinados |editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora