Janesse
Procuré tener cuidado con la cena. El ambiente en el comedor era similar a todos los días, la fina y larga mesa de haya con un lujoso centro de vidrio costoso, era igual de insoportable. Siempre odié esa mesa.
Siempre odié esa combinación de materiales. Eran solo madera y vidrio, pero cuando la gente de alta clase compraba el mueble, lo convertían en una clase de prestigioso articulo invaluable. Dicen que en las grandes mansiones, hay muebles muy costosos de lujos extravagantes y que jamás podrían llegar a ser replicados.
En cada cena he tenido un deseo malicioso. Me he visto a mi misma asomándome al comedor con un vestido muy corto de tono rojo, tacones altos y el cabello suelto. Mi padre comienza a gritar que estoy cometiendo una fechoría. Y mi madre se queda callada y me mira insolentemente. Darlene me mira con disgusto y Suellen permanece quieta, inexpresiva y no despega su mirada en mí.
Kenner disfruta de su comida sin preocupaciones. Y sonríe ante la situación, como si el mejor chiste que le han contado de repente estaba cobrando vida.
Al asomarme al comedor con un extravagante y escandaloso atuendo, nadie es capaz de visualizar la almádena que arrastro conmigo. Y tras un segundo me detengo para sonreír a todos, y es entonces cuando hago algo que me va a satisfacer.
Con la almádena rompo la insoportable mesa de lujo.
El ruido del vidrio quebrándose con el choque de la gran cabeza metálica de mi herramienta se convierte en una dulce, simpática y perfecta sinfonía que llega a mis oídos. Me siento libre en ese momento, como si la pesada carga de repente se estuviera...
—Janesse, padre ha hablado —la voz chillona de Darlene destruye mis ilusiones.
Suspiro suspicazmente al darme cuenta de que estoy sentada en la mesa con el tenedor aplastando una uva verde, y que todas las miradas están sobre mí. Tragó con dificultad y dejo a un lado el utensilio. Dirigí mi atención a padre e ignoro la sonrisa cínica de Darlene.
—Dime, padre.
—¿A caso tienes cosas más importantes en que pensar en lugar de escucharme? —Replica con un moderado tono agudo que me transmite su impaciencia.
Me remuevo incomoda en mi asiento.
—No, padre.
—Presta atención, no lo repetiré otra vez —emitió antes de cortar la carne en su plato—. Tú madre y yo hemos llegado a una conclusión en cuanto a tus estudios. La universidad a la que irás ya ha sido seleccionada —señaló—. Y necesitas apresurarte. Tienes que empacar tus cosas está misma noche, mañana te acompañaré al aeropuerto.
—¿Dónde queda la universidad? —Pregunto con la esperanza de que me respondan.
Pero nadie lo hace.
—Asegúrate de empacar tus cosas, y quiero que empaques lo que se irá a la basura, así como lo que permanecerá en la azotea —aclaró padre sin ningún atisbo de afecto.
¿Había estado soñando por mucho tiempo? ¿Cómo es que no escuché nada de lo que se dijo en la mitad de la cena?
Pestañeó un par de veces, tratando de asimilar la información que me ha lanzado de golpe, pero por las expresiones de todos en la mesa, están muy satisfechos de la elección. Suavemente me levanto de la mesa y miro a los cuatro.
—No tengo apetito —aclaro—. Así que iré a empacar ahora mismo.
Antes de poder retirarme, padre comenta algo que sólo me hizo sentir más humillada de lo que ya estoy.
ESTÁS LEYENDO
Eternamente Destinados |editando|
RomanceConnor Moore es el guitarrista y el cantante principal de la banda de rock TwoC.A. Un joven hombre que se mantiene al margen de las situaciones, evita el contacto físico y repudia a los hipócritas. Su actitud molesta tiene una historia detrás, y n...