Connor
Lunes, 15 de Febrero del 2005.
Nuestras clases habían asistido a un evento escolar que relacionaba un viaje por carretera hacia a Nueva York. Era la primera vez que volvería a subir a un autobús sin miedo alguno, claro, tenía la compañía constante de mis amigos. La clase de Arley fue la única que no pudo asistir al evento. Así que éramos solo yo, Jane y Cati. Los tres nos la ingeniamos para subir al mismo autobús. Pero debo recordarme a mí mismo que el único motivo por el que sucedió eso fue por las travesuras de Cati.
—Yo ni loca me siento en otra parte sin que Jane este a mi lado —se quejó severamente, con la mirada en sus ojos.
Una mirada que siempre ponía cuando estaba decidida a ser terca hasta conseguir lo que quería. Su sonrisa se enganchó como si fuera Harley Queen, y sus ojos se perdieron en una laguna de ideas brillantes.
—Espera aquí, Jane —pidió con una linda sonrisa a la niña de las trenzas rubias—. Connor sígueme.
—No —respondí inmediatamente.
—Que me sigas, mocoso malcriado —gruñó como si fuera una felina hambrienta por una oveja.
Cati era más alta que yo incluso a los diez años, su intimidante personalidad explosiva y sus expresiones faciales preparadas para esparcir miedo, era todo lo que necesitaba para intimidar a cualquiera. Ni Arley podía contra ella.
Hice un puchero, y la seguí al darme cuenta de que no me dejaría tranquilo si no la ayudaba a ingeniar su malvado plan. Corrimos hacia nuestro grupo, los niños se habían reunido en un circulo descompuesto, todos hablaban, gritaban y decían barbaridades y medias sobre Barnie y sus amigos. Cati era una experta para hacer berrinches, alzar la voz y regañar a cualquiera que le respondiera.
Parte de su malvado plan se complementaba gracias a que los profesores seguían discutiendo temas irrelevantes sobre el viaje escolar en la entrada del colegio. No había ni un adulto a nuestro alrededor, excepto por el lacayo fiel de Cati, el conserje Dante.
De alguna manera, Cati siempre convencía a Dante a hacerle caso. Y a mí siempre me manipulaba para que trajera una lonchera extra desde casa y se la diéramos como pago al conserje. Era una audaz mente maestra. Y claro, a Arley le tocaba ayudar a Dante a limpiar los baños después de clases.
Dante era un adulto, rozaba sus cincuenta años y era un buen hombre. Era abuelo de uno de los niños que estudiaba conmigo, y puedo decir con orgullo que crío muy bien al pequeño.
Dante le hizo una señal a Cati para que tuviera la libertad de proclamar sus palabras.
—¡Mocosos! —Aulló con euforia—. La profesora Richards nos dijo que debíamos ser buenos con los niños pequeños, así que nos pidió que todas las niñas subieran al autobús de los pequeños mocosos de tercer grado. Y la mitad de los niños se iba a este autobús —señaló el nuestro—. Excepto por Connor, Kendall, Sebas y London. ¡Ahora ya muevan esos pequeños traseros, flojos!
Todo hubiera salido perfecto de no ser por la entrometida niña diva de la clase. Quien siempre buscaba maneras de fastidiar el liderazgo de Cati.
Vestida de rosa, con su habitual diadema en la cabeza y sus zapatos negros lustrados, miró de mala manera a Cati.
—Son puras mentiras tuyas —soltó con una fingida sonrisa agraciada—. Cati "la bocona" quiere darnos ordenes una vez más. Si la profesora Richards se entera, te castigara, ¿segura que quieres arriesgarte?
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Eternamente Destinados |editando|
RomanceConnor Moore es el guitarrista y el cantante principal de la banda de rock TwoC.A. Un joven hombre que se mantiene al margen de las situaciones, evita el contacto físico y repudia a los hipócritas. Su actitud molesta tiene una historia detrás, y n...