Fue el fin de semana del 7/50 que los muebles comenzaron a desaparecer.
La mañana del sábado, cuando Joaquín despertó, el microondas y la mesa del comedor ya no estaban. Había aprendido a no cuestionar esas súbitas desapariciones, así que se preparó su avena en la estufa y guardó su laptop en el baúl al pie de su cama, sólo por si acaso.
El domingo por la mañana, la televisión desapareció, junto al teléfono fijo, la olla exprés y el viejo sillón del abuelo.
Renata prefería ignorar esas cosas y darle a Eli el beneficio de la duda, quizá no estaba vendiendo todas sus cosas en EBay de nuevo, pero a Joaquín le gustaba vigilar a su madre de vez en cuando, sólo para asegurarse de que las cosas no se pusieran demasiado mal. Con este fin, había construido un calibrador específicamente formulado para calcular qué tan quebrados estaban en cualquier momento:
DEFCON 5. Eli ordenó comida a domicilio = no tan quebrados. Disponibilidad normal. Acción requerida: ninguna.
DEFCON 4. Ramen para cenar más de dos noches seguidas = moderadamente quebrados. Disponibilidad por encima de los normal. Acción requerida: observación general de la situación. Intervenir si es posible.
DEFCON 3. No se provee comida. Si se menciona la falta de comida, Eli sugiere que se busquen un trabajo = bastante quebrados. Disponibilidad aumentada. Acción requerida: intento por evitar que electrodomésticos grandes y muebles sean vendidos en línea.
DEFCON 2. Parientes lejanos comienzan a llamar a la casa pidiendo que se les pague el dinero que prestaron = completamente quebrados. Disponibilidad extrema. Acción requerida: llorarles a dichos parientes por las muchas deudas de Eli y cómo papá no puede trabajar, y que total y absolutamente no están en la quiebra porque ella se la ha pasado más de los normal en las máquinas tragamonedas. Cerrar los cuartos con llave para evitar el saqueo de las reliquias familiares que quedan.
DEFCON 1. Disponibilidad máxima. El anillo de Eli está en "limpieza" = quebradísimos. Esto sólo ha pasado una vez. El desalojo de su casa en inminente. Acción requerida: esconder las cosas de valor. Esconderlas muy, muy bien. Decir que las perdiste cuando Eli pregunte dónde están. Enfrentar su ira. (Las condecoraciones de Roger, la posesión más preciada de Joaquín, en ese momento estaban enterradas en el patio trasero de Azul para evitar que Eli las vendiera). Empacar los objetos personales valiosos restantes en una maleta, listos para mudarse con Azul. Prepararse para quedar a cargo del Estado.El domingo por la mañana no había comida en la casa.
Cuando Joaquín le preguntó a su madre sobre los víveres, Eli le sugirió que se buscara un trabajo real en lugar de vender pasteles, por lo que éste escondió las joyas de su difunta abuela bajo una duela suelta debajo de la cama de Renata. Luego se preparó y salió a esperar a Emilio en las escaleras del porche, como se le había vuelto costumbre.
Cuando aceptó tener una cita con él estaba en medio de un ataque de alegre gratitud, pero ahora esperaba que él a) no recordara que le había dicho que sí, y b) no volviera a mencionarlo jamás.Al llegar, Emilio iba vestido con un traje color café bien planchado, una camisa color crema y una corbata de moño con motivos. Fácilmente era el conjunto de ropa más horrendo que había visto en su vida, pero de algún modo él lograba que se le viera adorable. Se podría decir que hacía que todo se viera adorable. Eso era parte del problema.
Hubiera sido mucho menos atemorizante estar cerca de él si no fuera tan encantador.Le había hecho un brazalete de papel (con todo y el cadáver de una polilla; qué romántico) para celebrar la ocasión, así que Joaquín ya no podía realmente cambiar de opinión.
Aún así, los maizales eran mucho menos aterradores que ir a la cita, así que insistió en que hicieran eso primero.
-Los maizales no dan miedo -dijo Emilio mientras estacionaba su moto bajo un árbol y comenzaban a caminar hacia la granja a lo lejos-. ¿Qué te hizo el pobre maíz?
-Es como la oscuridad -explicó Joaquín-. Lo que da miedo es lo que hay en el maíz.
-¿Qué diablos hay en el maíz?
-Niños. Diseños misteriosos. Espantapájaros. Asesinos seriales. Tornados. Extraterrestres. En serio, los maizales son terribles. Es posible que sean el epicentro de todo lo malo.
-¿Cómo es que el maíz tiene tan mala reputación, pero no el trigo o la caña? Tanta discriminación contra las polillas y los maizales me da asco.
-Mi primer ataque de pánico fue tras ver Señales cuando tenía trece años. -Joaquín no estaba seguro de por qué le dijo eso a Emilio; nunca antes lo había contado. De algún modo, hablar con Emilio era más fácil. Los músculos de sus hombros, siempre tensos cerca de otras personas, parecían soltarse en su presencia. Él lo tranquilizaba. Hacía más sencillo hablar de las cosas que dan miedo.
-Bueno, pues sí, Mel Gibson es un tipo bastante escalofriante.
-Renata y yo la vimos en casa de Azul. Esa noche no dormí. Juro que escuché algo afuera de la ventana que hacía ese sonidito de los alienígenas a través de los monitores para bebés. Cuando llegamos a casa al día siguiente, decidí ir a correr por la cuadra, sólo para sacar un poco de ansiedad. Uno de los extraterrestres comenzó a seguirme.
-O sea, ¿estabas alucinando o algo así?
-No. No lo vi. Ni siquiera andaba cerca del maíz. Sólo sabía que esa cosa estaba ahí. Sabía que estaba detrás de mí. Corrí hasta desplomarme, y luego me metí a rastras debajo de un auto para esconderme. Me tomó dos horas llegar a casa. Tuve que correr de auto en auto, escondiéndome del alienígena. Me raspé las rodillas y los brazos hasta que me sangraron y no podía dejar de llorar ni de temblar. Sabía que me iba a morir.
-Estás más dañado de lo que pensé.
-Gracias.Cuando llegaron a la orilla del maizal, Emilio se arrodilló y sacó un dron de su mochila, un maldito dron.
-¿Querría yo saber de dónde sacaste eso? -preguntó Joaquín.
-Probablemente es mejor que no hagas preguntas al respecto -dijo Emilio mientras conectaba una cámara al dispositivo para luego echarlo a volar.
Corrieron juntos entre el maíz, con el dron volando por encima de ellos, bajando y girando mientras corrían. Joaquín se imagino cómo se vería en la grabación. Luego pensó en aquella terrible y larga mañana que pasó corriendo por su vida, la primera vez que el miedo realmente lo atrapó entre sus garras. La primera vez que sintió lo que Renata sentía cada noche, acuclillado e hiperventilando en una canaleta junto a un auto con las lágrimas corriendo por su cara, sabiendo por la lógica que no se enfrentaba a ningún peligro real pero incapaz de abandonar la certeza de que la muerte era inminente.Dieron la vuelta y el dron lo siguió. El maíz comenzó a mecerse con la risa como si respirara. Incluso como si susurrara. Emilio bajó la velocidad y se detuvieron por completo escuchar. El sol estaba en su apogeo, y una gota de sudor corrió por la espalda de Joaquín. El dron giraba a su alrededor, extrañamente amenazador. Algo hizo que los ojos se le llenaran de lágrimas.
-No deberíamos estar aquí -dijo con voz baja. El maíz definitivamente estaba susurrando. <<Corre, corre, corre>> le decía. <<Algo viene por ti>>.El maizal era un océano, y nadando se habían alejado de la seguridad de la costa. Los tallos eran más altos que sus cabezas. El mundo se había ahogado en un bar de maíz. Estaba por todas partes, por todas, y ellos se hundían, los jalaba hacia abajo. Joaquín sintió el golpe la llegada del pánico, ese mismo que te sobrecoge cuando estás bajo el agua, luchando por salir a la superficie, pero no estás del todo seguro de que lo conseguirás antes de que tus pulmones se inunden involuntariamente.
<<Vete, vete, vete>>, dijo el maíz con un suspiro. O quizá las advertencia venía de la parte irracional de su cerebro. La misma parte que le hacía temer a los tiburones en una piscina, a los asesinos detrás de las cortinas de baño y los ataques repentinos de velocirraptores.
-¡Tengo que salir! -exclamó en pánico, dándose vuelta y buscando una salida fácil. El maíz seguía susurrando, siseando, jalándole el cabello y tirándole de la ropa. Criaturas se movían entre los tallos. Podía sentirlas. Podía ver las sombras que dejaban a su paso, y el maíz intentaba atraparlo para que pudiera ser comido.Es el momento en que la mayoría de las personas diría que respirase. Ese era el momento en que la mayoría las personas diría que se calmara. Ese era el momento en que la mayoría de las personas diría que los extraterrestres no existen. Pero Emilio Marcos no era la mayoría de la gente, así que le puso las manos sobre los hombros y dijo:
-La maldición no te hace interesante.
Esa declaración fue lo suficientemente rara como para sacarlo de las arenas movedizas del pánico.
-¿Qué?
-Crees que la maldición es lo más interesante de ti, pero no lo es. Ni siquiera está en el top cinco. Que le tengas miedo a los maizales y a los alienígenas no te hace especial. Todos los miedos suenan igual en la cabeza de quien los tiene.
-Cómo te atreves -dijo Joaquín con tono sarcástico, jadeando mientras recuperaba la calma-. Claro que soy especial.
-¿En serio quieres dejar que M. Night Shyamalan te haga esto? Es como llorar con una canción de Nickelback. Ten un poco de respeto por ti mismo.
Joaquín soltó una risilla temblorosa.
-¿Cuál es el top cinco?
-¿Top cinco?
-De las cosas más interesantes acerca de mí.
-Qué narcisista.
-Cállate.
-Te propongo un trato. Te diré la número cinco en este momento, pero guardaré las otras cuatro para después, cuando te vuelvas a espantar por todas las cosas divertidas que estaremos haciendo.
-De acuerdo.
-Número cinco: tu cabello.
-El cabello castaño no es interesante.
-No tiene nada de castaño, es color durazno. Tu cabello es del color de una orquídea en verano. -dijo Emilio, y luego tomó un mechón y solo enredó entre los dedos.
-Lees demasiado a Shakespeare.
-Qué tal si me cuentas una historia. Quiero saber más sobre ese tal Arath de la Torre.
-De acuerdo -respondió Joaquín, y mientras su respiración volvía a un ritmo aceptable, le contó a Emilio sobre la segunda vez que su abuelo se encontró con la Muerte.______________________________________________
De acuerdo, sólo diré seis palabras: no me odien por tardar tanto :(
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Una lista casi definitiva de mis peores pesadillas (AU EMILIACO)
General FictionNo usar elevadores, no visitar espacios abiertos, no acercarse a las multitudes, mantenerse alejado de langostas, gansos, peces, agujas y espejos... Una adaptación a Emiliaco.