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Unos pocos días después, Shawn me avisó que tendríamos una reunión. Me arreglé lo mejor que pude y bajé junto a él al salón. Tres hombres nos esperaban sentados en la mesa, uno de ellos parecía tener unos sesenta años, tenía barba y cabello blancos y unos ojos muy oscuros, su nombre era David. El otro era muy alto y musculoso, de unos treinta y cinco años, con cabello castaño largo hasta la mitad de la espalda, piel muy blanca y ojos cafés, era Peter. El último de ellos era un joven de la edad de Shawn, de piel bronceada, ojos cafés y cabello castaño corto, se llamaba William. Al vernos se levantaron e hicieron una profunda reverencia.

— Majestades —dijeron todos al mismo tiempo.
— Señores —dijo Shawn— me alegra mucho verlos, ella es mi esposa, Alessia.
— Buenos días señores —dije.

Ellos caminaron hacia mí, les ofrecí mi mano y uno por uno la tomaron y la besaron. Nos sentamos en la mesa, el más joven no dejaba de mirarme.

— Majestad —habló David— hemos encontrado ya el lugar donde se esconden.
— ¿Dónde es? —preguntó Shawn.
— Muy cerca de aquí —respondió William— tres o cuatro horas a caballo es una pequeña isla cerca de la costa, allí hay una pequeña fortaleza. Yo fui personalmente como espía, no son más de veinte, viven allí todos juntos y hacen unos rituales bastante particulares.
— No será necesario entonces movilizar una gran cantidad de soldados.
— No puedes atacarlos con soldados, Shawn —intervine— usan magia, lo más natural sería atacarlos también con magia.
— La reina tiene razón, alteza —dijo William— nosotros somos los tres hechiceros más poderosos, nos enfrentaremos a ellos.

De repente, cruzó mi mente la imagen de una pequeña isla en llamas, las llamas tenían un extraño color azul. No sabía de dónde había venido eso. Intenté apartarla de mi mente, y concentrarme en la conversación que se desarrollaba a mi alrededor.

Más tarde, estaba todo definido, marcharíamos a aquel lugar y acabaríamos con esa secta de locos antes de que pudieran resucitar a alguien más. No había podido dejar de pensar en John, me estaba volviendo loca tratando de encontrarle una explicación a eso de que lo hubieran traído de vuelta.

Los caballos estuvieron listos y emprendimos el viaje, solo con los tres hechiceros, Shawn, Connor y yo. Tenían razón, al cabo de unas tres horas llegamos, era mediodía, el sol abrasador brillaba alto en el cielo y calentaba la arena de la playa bajo mis pies. La isla era pequeña, muy cerca de la costa, incluso podríamos ir nadando. En caso de que algo saliera mal, habían encantado nuestras espadas, los tres se pusieron de pie muy cerca del mar, las olas llegaban hasta sus pies. Los tres hombres se tomaron de las manos, con la vista hacia la isla comenzaron a decir palabras en un idioma que nunca en mi vida había escuchado, el mar comenzó a agitarse como cuando hay una tormenta, las aguas se tornaron oscuras y la isla se movía como si fuera una pequeña embarcación. De repente, estalló en llamas de color azul, igual que en la imagen que había aparecido en mi mente, ardió hasta consumirse al poco tiempo, de la fortaleza no quedó nada, solo la superficie de la isla cubierta de cenizas. Los hombres guardaron silencio y se soltaron las manos, el mar regresó a su antigua calma y lo que quedaba de la isla, se quedó fija de nuevo en donde estaba, como si nada hubiera sucedido.

Regresamos al palacio y conseguimos llegar antes del atardecer, ese día, se celebraría el cumpleaños de uno de los nobles, había ya una cena preparada. Subimos a la habitación a cambiarnos por algo más adecuado, todavía faltaba algo de tiempo para que iniciara la celebración. Mandé preparar la bañera con agua caliente, cuando estuvo lista, me quedé a solas con Shawn y entramos en el agua.

— William no deja de mirarte —dijo mientras me daba pequeños besos en el cuello.
— No me di cuenta —dije encogiéndome de hombros.
— Estoy feliz de tener una esposa tan hermosa, todos me envidian por eso.
— No es para tanto.

Shawn bajó sus manos y comenzó a acariciar mi vientre con mucha ternura. Dos días atrás, mediante un extraño procedimiento, habíamos comprobado que esperábamos un hijo. No sabía si estábamos preparados para algo así, pero había sucedido, y había que enfrentarlo.

Salimos de la bañera y nos vestimos para bajar al comedor. Estaba ya lleno con los nobles y los tres hechiceros, Aaliyah y Connor también estaban allí, pero ambos lucían incómodos, estaba casi segura de que le hablarían a Shawn de su idea de casarse. Todos hicieron una reverencia al vernos entrar, saludamos y nos sentamos en nuestros lugares. Tras el brindis, los sirvientes trajeron la comida, cenamos y después los músicos comenzaron a tocar alegres melodías. Algunas parejas se levantaron a bailar.

— ¿Quieres bailar? —preguntó Shawn.
— Por supuesto —respondí.

Nos levantamos y comenzamos a bailar. Cuando regresamos a la mesa, William se acercó a Shawn.

— Majestad, ¿me permitiría usted bailar con su esposa? —preguntó.
— Está bien —respondió Shawn mirándolo muy seriamente con el ceño fruncido.

Me ofreció su brazo y yo me levanté de mi silla. Comenzamos a bailar y no dejaba de mirarme de una manera muy extraña, estaba por preguntarle qué le sucedía.

— ¿Lleva mucho tiempo casada con el rey? —preguntó.
— Unos pocos meses —respondí.
— ¿Y se quieren? Digo...es que siempre son matrimonios arreglados.
— Sí, en verdad nos queremos, no elegimos esto, pero nuestros padres tomaron la mejor desición al comprometernos.
— Me alegra mucho por ustedes. Él es afortunado, es usted una dama muy hermosa.
— Gracias por los halagos.
— Es verdad. Cuando fui a la escuela de hechicería había varias mujeres, poderosas todas, pero ninguna era así de bella, tal vez es por eso que sigo soltero.
— ¿Está esperando a la indicada?
— Algo así, aunque algo me dice que la indicada ya se casó.
— Pues lo siento entonces.
— Siempre podría ser el amante.

William se rió ante su último comentario, me reí también, aunque pensaba en lo extraña que era esa conversación. La canción terminó y regresamos a la mesa.

— Gracias por permitirme bailar con su maravillosa esposa, majestad —dijo William, hizo una reverencia y se retiró de regreso a su lugar.

Shawn se acercó y me dio un pequeño beso.

— A penas te conoció esta mañana y ya lo tienes loco por ti —dijo susurrando en mi oído.
— Claro que no.
— Subestimas tus encantos. A mí me enamoraste desde el principio.
— Estoy feliz de que haya sido así.

Bailamos varias veces y bebimos vino hasta casi la medianoche. Luego, nos retiramos a la habitación. Aaliyah y Connor llegaron tras nosotros.

— Hay algo que queremos decirte, Shawn —dijo Aaliyah.

Cerraron la puerta y nos sentamos sobre la cama, esperando a que hablaran, podía notar su nerviosismo, traté de transmitirles seguridad. Shawn me miraba confundido, tomó mi mano y suspiró.

— Díganme, ya me están asustando —dijo.
— Aaliyah y yo hemos estado últimamente muy juntos y pensamos en...casarnos —dijo Connor.
— ¿Qué? —Shawn se levantó y se pasó las manos por el cabello hasta alborotarlo.

Parecía más que disgustado, Aaliyah me miró angustiada, por lo que decidí intervenir.

— Shawn, por favor cálmate —dije.
— Esperaba de todo, menos esto —dijo Shawn sacudiendo la cabeza negativamente.
— Shawn...
— Está bien, si eso es lo que quieren, no puedo oponerme.

Ellos lo abrazaron, él parecía mucho más calmado, afortunadamente accedió.

— En dos días regresamos a casa —anunció Shawn— vayan preparando todo, nos espera un viaje de dos semanas.

Príncipe misterioso || Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora