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La mañana del día de la coronación de Shawn, decidí ir a hablar con Connor. Quería saber cómo había muerto el rey, y qué sucedería entonces con la guerra. No me atrevía a preguntarle a Shawn por no importunarlo y causarle más dolor del que estaba sintiendo. No había vuelto a verlo sonreír, parecía que la tristeza se había apoderado de su ser, me dolía tanto verlo así.

Toqué dos veces en la puerta de la habitación de Connor, que quedaba justo al lado de la nuestra. Él abrió enseguida, se estaba vistiendo para la ceremonia, llevaba la camisa en la mano y lucía algo despeinado, al verme sonrió y me invitó a pasar.

— Buenos días, Alessia, no te esperaba.
— Buenos días, Connor, quería hablar contigo sobre algo muy importante.

Me senté sobre la cama y lo observé mientras se ponía la camisa. Connor era un hombre muy atractivo, varias de las damas, esposas de los nobles suspiraban al verlo e incluso las había escuchado hablar de él. Decidí hablarle de lo que necesitaba saber.

— ¿Qué sucedió la noche en que murió el rey?
— Shawn estaba conmigo, cada cierto tiempo me pregunta si sigo enamorado de ti, así que estaba persiguiendome para conseguir una respuesta, que siempre es la misma: Sí. El rey se encontraba solo en su tienda, uno de los soldados de Harry entró y lo asesinó cortándole el cuello. Nos dimos cuenta casi de inmediato, corrimos a la tienda,  pero era demasiado tarde, murió en los brazos de Shawn. Atrapamos al asesino y le dimos muerte. Uno de nuestros hombres, corrió al campamento de Harry y lo asesinó allí mismo. Tomamos prisioneros a dos de sus hijos e iniciamos la marcha con el cuerpo del rey para sepultarlo, pues los nobles insistían en volver para coronar a Shawn cuanto antes.
— ¿Cuántos hijos tuvo Harry?
— Diez, ocho varones y dos mujeres. De los ocho varones solo quedan tres, los dos que tenemos prisioneros y otro más. Las mujeres son solos unas niñas de cuatro y dos años. Hay rumores de que en estos días lo coronarán como rey, su nombre es Jhon, tiene unos diecinueve años y se dice que está tratando de levantar a su ejército.
— ¿Eso quiere decir...?
— Que pronto volveremos a la guerra, Alessia.

Al escuchar esa última afirmación, no pude evitar sentir una punzada de angustia en mi pecho. Pronto, Shawn se iría, sería él quien comandaría a su ejército.

— Los nobles están preocupados.
— ¿Por qué?
— Nunca se sabe lo que puede pasar en una guerra, si a Shawn le sucede algo, ¿quién ocupará el trono? No hay nadie más y ustedes no han tenido tiempo de tener un heredero.
— No había pensado en eso.
— Lo sabía. Pero no te preocupes, no has visto a Shawn en el campo de batalla, es muy buen guerrero, sobrevivirá y saldremos victoriosos.
— Eso espero.
— ¿Estás lista para la coronación?
— Lo más lista que se puede estar.
— Serás una gran reina.
— Gracias Connor.

Se acercó y me abrazó fuertemente. Me despedí y regresé a mi habitación para arreglarme. La costumbre era coronar al rey y la reina en una misma ceremonia, por lo que debía estar lista, desde ese día, ocuparíamos juntos el trono.

Cuando llegó la hora, me encontraba junto a Shawn, fuera del gran salón del trono, adentro, los nobles y caballeros más importantes esperaban nuestra llegada. Por primera vez en muchos días, Shawn me sonrió, cuánto extrañaba ver esa sonrisa. Le sonreí de vuelta y tomé su mano.

— ¿Estás listo? —pregunté.
— Más de lo que creía. Me anima saber que estarás junto a mí.
— Siempre estaré contigo.
— Te quiero Alessia.
— Te quiero Shawn.

Me acerqué para besarlo, se abrieron las puertas y entramos en la enorme sala. Al vernos, los presentes hicieron una reverencia. Llegamos al fondo de la sala y nos sentamos en los dos tronos dorados. Como dictaba la costumbre, un sacerdote y el hechicero supremo eran quienes presidían la ceremonia. Pronunciamos nuestros juramentos y las dos coronas descansaron sobre nuestras cabezas. Desde ese momento, el destino del reino caía sobre nuestros hombros. Nos pusimos de pie, ya coronados y todos los presentes se pusieron de rodillas ante nosotros, deseándonos larga vida y buena fortuna.

Salimos de allí rumbo al banquete que se acostumbraba, esa vez no habría música, pues estábamos guardando luto. Después de tantos días de tristeza, Shawn se veía feliz, me alegraba tanto verlo sonreír de nuevo. Sin que me lo dijera, sabía que tenía miedo, solo con verlo podía saber qué estaba sintiendo, tal era la magnitud del vínculo que nos unía.

Después de la cena, nos dirigimos a nuestra habitación, Shawn no quería mudarse aún a la habitación que había sido de su padre, pues le causaba una profunda nostalgia, por lo que dijo que después lo haríamos. Esperaba que me contara que debía volver a la guerra, no entendía porqué no lo había hecho.

Estuvimos sentados en silencio durante un buen rato, pude notar su incomodidad, sabía que quería decirme algo, me acerqué y tomé su mano para hacerle saber que podía hablar.

— Debo volver a la guerra —dijo mirándome a los ojos.
— ¿Cuándo? —traté de verme sorprendida, no quería que Shawn supiera que había hablado con Connor, podía molestarle mucho.
— No quiero darle tiempo al hijo de Harry para que pueda armar un ejército, así que cuánto antes es mejor, en unos tres días marcharemos.
— ¿Por qué no me habías contado?
— No quería decírtelo, no hemos podido estar mucho tiempo juntos desde que nos casamos, y una guerra siempre es peligrosa.
— Lo sé, pero siempre es mejor que hables conmigo de lo que te preocupa, soy tu esposa.
— Disculpa, no volveré a ocultarte algo así.

Se acercó y me besó, por un momento me olvidé de la guerra, de que podía perderlo para siempre y de que nos separaríamos una vez más. El futuro era incierto, pero había que enfrentarlo de igual manera.

Príncipe misterioso || Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora