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El amanecer apenas se asomaba cuando Paula entró corriendo en la habitación, Shawn ya no estaba junto a mí.

-Mi señora -dijo- por favor levántese, el rey quiere que desayune con él y con el príncipe.

Me levanté muy de prisa de la cama, me arreglé lo mejor que pude, me puse el vestido que me había enviado el príncipe, con las zapatillas, las joyas y la tiara. Paula cepilló mi larga cabellera hasta que quedó reluciente. Los nervios crecían en mi interior mientras bajaba las escaleras hacia el gran comedor. Cuando lo tuve frente a mí, simplemente no lo podía creer.

-Buenos días, majestades -saludé haciendo una reverencia.

-Buenos días, mi querida Alessia -saludó el rey- Pensé que ya estabas lista para conocer a mi hijo.

Con una reluciente corona sobre sus rizos castaños, ropas lujosas y joyas, estaba Shawn, de pie junto al rey, su padre. Me había mentido, pero ¿por qué? Se había hecho pasar por el encargado de las caballerizas cuando en realidad era el príncipe. Al ver sus ojos los encontré llenos de miedo y arrepentimiento. Tras una reverencia, extendí mi mano, él la tomó y la besó.

-Gusto en conocerla, mi señora -dijo- su belleza me ha dejado anonadado. Qué gran honor es para mí saber que usted será quien ocupe el trono junto a mí. Mi nombre es Shawn.

Fingí mi mejor sonrisa, nos sentamos en el comedor y de inmediato llegaron los sirvientes con el desayuno. Comimos en total silencio, Shawn no dejó de mirarme ni un momento, veía la disculpa y el arrepentimiento en aquella mirada que tanto quería, pero me dolían sus mentiras, no entendía el porqué de eso. Tan pronto terminamos, nos levantamos de nuestros lugares, esperé que me dijeran que podía marcharme, no quería estar un momento más junto a Shawn.

-Quiero que pasen el día juntos -dijo el rey- es preciso que se conozcan bien antes de su boda.

-Sí, padre -dijo Shawn- estaré encantado de pasar el día junto a mi prometida.

Puse mi mejor sonrisa, el rey se despidió y se retiró, quería correr lejos de Shawn, pero debía guardar la compostura. Tan pronto estuvimos solos, caminó hasta ponerse frente a mí.

-Alessia -dijo en tono de súplica- por favor, permíteme explicarte esto.

-No hay nada que explicar, Shawn, me mentiste.

-Por favor, debes saber por qué lo hice, ven conmigo, te llevaré a un lugar que de seguro te gustará mucho.

Intentó tomar mi mano, pero yo lo rechacé, caminaba un poco delante de mí, me llevaba a través de pasillos, salas y escaleras hasta una gran habitación llena de libros de todos colores puestos en estantes altos. Cerró la puerta tras de él y se sentó en una de las sillas que había junto a una mesa en el centro de la habitación. Me senté junto a él y esperé a que dijera algo.

-Perdóname, Alessia, por favor. Yo no quería que me conocieras como príncipe, porque no quería que te obligaras a quererme solo porque vamos a casarnos, quería mostrarme ante ti como en verdad soy, sin protocolos, sin compromisos. Yo en verdad me enamoré de ti, pero no sé si puedas amarme ahora que sabes que no soy quien decía ser. Anoche iba a confesarte la verdad, pero no pude, pensaba que tenía más tiempo. Pero esta mañana, mi padre me despertó temprano porque iba a conocerte.

-Shawn, yo me enamoré de cómo eres, no me importa si eres un príncipe o el encargado de las caballerizas. No me gusta que me hayas mentido, espero que no lo vuelvas a hacer jamás.

Se acercó y puso sus suaves labios sobre los míos, no podía creer que todo ese tiempo estuviera besando a un príncipe. Quería preguntarle tantas cosas sobre su vida, que me contara todo, por mi parte no había mucho que contar, pero seguramente por su parte sí.

-¿Puedes contarme cosas sobre ti, Shawn?

-Tengo veintiún años, mi padre es el rey, mi madre murió hace años porque un desconocido entró en el castillo y la asesinó, desde entonces, está encantado y solo permite entrar a las personas elegidas. He pasado toda mi vida aquí encerrado porque mi padre temía que me sucediera algo. Me gustan mucho los caballos. Soy un pésimo estratega militar. Connor es mi mejor amigo. Y espero que ahora sí pueda ir a recorrer el mundo por fin. Solo he salido al lago al que te llevé y por suerte, mi padre no lo sabe.

Lo miraba y no podía creer que su belleza hubiera permanecido oculta por tantos años. Me pregunté cómo sería estar encerrados toda la vida en un castillo encantado. Estudié con atención sus facciones, era en verdad muy atractivo. Por primera vez desde que llegué al castillo, me sentía feliz de estar ahí y ya no me parecía mala la idea de casarme con el príncipe.
En esos momentos todo mi mundo se reducía a esa habitación llena de libros y a la compañía de Shawn.

-Es tu turno -dijo- cuéntame de tu vida.

Le conté lo poco que había que saber sobre mí, yo no había crecido como una princesa, el sueño que tenía desde niña se había cumplido, aunque no podía entender del todo a mis padres y la decisión que habían tomado de que yo creciera lejos de ellos. Quería saber cómo habían muerto, muy seguramente, el padre de Shawn o alguno de sus soldados los asesinó, me hubiera gustado mucho poder hablar con ellos. Llevaba siempre puesto el anillo que me había dado mi madre, ya no había riesgo de perderlo, pues ya no hacía todos esos trabajos. Mis manos lucían como las de una princesa, poco quedaba de la campesina que había llegado semanas atrás a ese palacio desconocido.

Príncipe misterioso || Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora