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Tras una noche sin dormir, Connor y yo teníamos un aspecto horrible. Shawn seguía sin despertar y la fiebre iba y venía. La desesperación comenzaba a apoderarse de mí. Los sirvientes llegaron con el desayuno y lo último que pensaba era en comer.

— ¿No vas a comer? —preguntó Connor.
— No tengo hambre.
— Tienes que comer, ¿o quieres que cuando Shawn despierte descubra que moriste de hambre?
— No voy a morir de hambre.
— Entonces ven a comer.

Obedecí a regañadientes, comí muy despacio y mirando cada pocos segundos hacia la cama donde se encontraba Shawn. Terminé y regresé a mi lugar.

Cerca del mediodía, me avisaron que dos de los nobles del reino habían venido a hablar conmigo, estaba tan preocupada por Shawn que había olvidado por completo la guerra. Los recibí en uno de los salones donde acostumbraba tomar el té con las damas. No quería alejarme de Shawn por si despertaba, pero tampoco podía recibir a los nobles en nuestra habitación. Le dije a Paula que se quedara junto a Shawn y me fui en compañía de Connor.

Dos hombres estaban sentados en las sillas, el primero, Lord Foster, de unos cincuenta años, tenía el cabello plateado muy corto, grandes ojos verdes y algunas arrugas en su frente. El otro hombre, al menos una década más joven que su acompañante, tenía cabello negro y ojos azules, era Lord Firehood, el esposo de Marie.

Al verme entrar en la sala hicieron una profunda reverencia, caminé hacia ellos y los saludé:

— Buenas tardes, mis lords.
— Majestad —respondieron al unísono.
— ¿A qué debo el gran honor de su visita?
— Mi señora —dijo Lord Foster— queríamos saber cómo se encuentra nuestro rey.
— No voy a mentirles —dije mirándolos con seriedad— no ha despertado, no se encuentra nada bien.
— Lo sentimos mucho, majestad, esperamos que el rey se recupere.
— Hay otro problema —dijo Lord Firehood.
— ¿De qué se trata? —pregunté.
— Sucede que el rey se encuentra herido y es él quien comanda siempre al ejército, por lo que nos encontramos en una situación de desorden y falta de orientación.

Otra cosa en la que no había pensado, ¿quién haría entonces las veces de comandante mientras Shawn se recuperaba? Una idea muy descabellada apareció en mi mente: yo iría en lugar de Shawn.

— Lo haré yo entonces —dije.

Los dos hombres frente a mí me miraron asombrados, Connor me miró exasperado, todos parecían no poder creerlo. Decidí explicarme mejor.

— Señores, yo sé muy bien usar la espada, no soy la más diestra en el campo de batalla, pero mientras mi esposo se recupera, las responsabilidades del reino descansan sobre mis hombros.
— Mi señora —dijo Lord Foster— desde hace siglos las mujeres de la familia real han librado batallas. La madre de nuestro rey, la reina Karen que en paz descanse, era una guerrera excepcional. Tanto nosotros como los demás nobles estamos prestos a ayudarle y acatar sus órdenes. La apoyaremos como comandante de nuestro ejército.
— Y lo agradezco desde ya. ¿Hay algo más?
— No, majestad —dijo Lord Firehood— solo a eso vinimos.
— Bien, les avisaré cuándo iré al campamento, al menos por el día de hoy, he de ocuparme de mi esposo.
— Como usted prefiera, majestad.
— Nos veremos luego, con permiso.

Los dos hombres se levantaron, hicieron una reverencia y se despidieron. Salí del salón seguida de Connor, me acompañó en silencio hasta la habitación. Shawn seguía sin despertar, le agradecí a Paula por cuidarlo y le pedí que se retirara.

— ¿Estás loca, Alessia? —dijo Connor casi gritando.
—  Haz el favor de no hablarme así —dije cuidando que mi tono no se elevara demasiado.
— Discúlpame, por favor Alessia, pero es que esa idea tuya de comandar al ejército es una idea demasiado peligrosa.
— Es algo que debo hacer, Shawn pasará semanas recuperándose, mientras lo hace, tenemos que ganar esta guerra.
— Él no lo permitirá.
— No tiene opción.
— ¿Te irás antes de que despierte?
— Despertará pronto, no me iré antes de que haya despertado.
— Déjame ir contigo entonces.
— No te voy a negar eso y lo sabes.
— Gracias Alessia.

Me dejé caer en la cama junto a Shawn y pensé en lo que me esperaba, no podía decir que no, era mi deber y debía cumplir, además, el odio que sentía contra John por haberle hecho daño a Shawn, hacía que sintiera más deseos de ir y enfrentarlo, eso no se quedaría así. Esperaba que despertara pronto, no estaría de acuerdo con que yo fuera a la guerra, pero finalmente lo aceptaría, lo sabía.

Connor paseaba de un lado a otro de la habitación, notablemente inquieto, me preguntaba en qué estaría pensando. Tomé la mano de Shawn y miré su bello rostro, estaba cubierto por una fina capa de sudor, no tenía más fiebre, pero no entendía porqué no despertaba.

— Por favor, despierta —susurré.

Acaricié sus cabellos y como si me hubiera escuchado, abrió sus ojos. No existen palabras para describir la alegría que sentí al verlo despertar. Me miró confundido, y dijo:

— ¿Alessia? ¿Qué sucedió?

Connor sirvió un vaso con agua, se acercó corriendo y se quedó de pie junto a mí.

— Shawn —dije— ¿cómo te sientes?
— Nada bien —respondió— ¿puedes darme agua?

Recibí el vaso que había traído Connor, Shawn se sentó con dificultad en la cama, tomó el vaso y lo bebió muy rápidamente.

— ¿Cuánto tiempo estuve dormido?
— Dos días —respondió Connor— te trajimos aquí lo más rápido posible.
— ¿Ustedes han estado aquí cuidándome?
— No nos hemos movido de aquí, yo soy tu mejor amigo y ella es tu esposa, es nuestra obligación cuidar de ti.
— Gracias.

Shawn bebió seis vasos con agua y se acostó de nuevo. No quería hablarle de la guerra, pero debía hacerlo.

— ¿Sabes algo de la guerra? preguntó como leyendo mi mente.
— Lord Foster vino acompañado de Lord Firehood esta mañana. Dicen que alguien tiene que ir a comandar el ejército en tu lugar.
— ¿Pero quién?
— Les dije que yo lo haría.
— ¿Qué? Espero que no lo estés diciendo en serio.
— Lo estoy diciendo muy en serio.
— Alessia no, ¿cómo se te ocurre? No permitiré que vayas, prefiero irme así como estoy que dejar que te expongas.
— Tienes que recuperarte Shawn, así no puedes siquiera levantarte, deja que yo lo haga.
— Es que no lo entiendes, no quiero que te suceda nada malo.
— Todo estará bien, tú no te preocupes por eso, confía en mí.
— No quiero arriesgarme a perder lo más valioso e importante que tengo.
— Sabes que no tenemos opción.
— Está bien, ve entonces, ya entiendo que no vas a cambiar de opinión. ¿Cuándo te irás?
— No pensaba irme antes de que despertaras, como ya lo hiciste, mañana mismo nos iremos.

No se veía para nada satisfecho, pero lo había aceptado. Preparé todas las cosas que creí necesarias y me dediqué a cuidar y acompañar a Shawn.

En la noche, llegaron dos sirvientes trayendo una armadura. La dejaron en la habitación y se retiraron.

— Esta es la armadura que usaba mi madre —dijo Shawn— quiero que sea tuya ahora, llévala contigo, estoy seguro de que serás una gran guerrera como ella.

Me acerqué y le di un largo beso como agradecimiento, sin duda alguna, esa armadura era importante para él, y me la estaba dando.

Príncipe misterioso || Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora