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Era aún temprano en la mañana cuando dos golpes en la puerta nos despertaron. Shawn se levantó a abrir, al parecer era Connor.

— Lamento molestarlos, Shawn —le escuché decir— tu padre quiere verte, y también a Alessia.
— Está bien, iremos tan pronto estemos listos.
— Los espera en la sala del consejo.

Connor se fue, Shawn cerró la puerta de la habitación y caminó hacia mí.

— Mi padre quiere vernos.
— Está bien.

Nos levantamos y arreglamos lo más rápido posible. Después de desayunar, nos dirigimos a la sala de consejo. Había una larga mesa rectangular con muchas sillas, algunas de ellas ya estaban ocupadas. Nos sentamos junto al rey en los lugares destinados para nosotros.

— Vamos a esperar unos minutos más, aún faltan personas —dijo el rey.

Mis padres entraron en la sala, nos saludaron y se sentaron en sus lugares. Cuando todas la sillas estuvieron ocupadas, el rey tomó la palabra y habló.

— Buenos días a todos, los he reunido aquí porque se avecina una guerra. El rey Harry de Tredifield ha estado cometiendo toda clase de atropellos contra el reino. Desde asesinar a mi embajador, movilizar un ejército hacia la frontera, reclamar las minas de oro como suyas y se me ha informado que ha saqueado varias aldeas cercanas a la frontera. Es más que evidente que está declarándonos la guerra.
— Majestad —dijo un hombre muy mayor, sentado junto a mis padres— mi castillo se encuentra muy cerca de la frontera, temo por la seguridad de mi familia y los hombres de mi guardia. Iremos a la guerra, indudablemente, por lo que quería sugerir que ya mismo preparemos todo lo necesario.
— No estoy de acuerdo —dijo un hombre joven, parecía tener la edad de Shawn— antes de lanzarnos a una guerra, deberíamos intentar conciliar con ese rey.
— Muchacho estúpido —dijo otro hombre un poco mayor— tú no sabes cómo es ese rey, ni cuántas guerras ha iniciado, es inútil hablar con él, solo quiere la fama y el poder, quiere ser dueño de todo el mundo conocido.
— No podemos permitir que se adentre más en el reino —dijo mi madre— poco a poco irá destruyendo y conquistando. Señores, por favor, sabemos que los matará uno a uno hasta llegar al rey, ya lleva ventaja, si no se actúa ahora, poco será lo que podamos hacer contra él.
— Aurora tiene razón —dijo el rey necesitamos acciones inmediatas, necesito saber ahora mismo, con cuántos de ustedes puedo contar y de cuántos hombres disponen.

Uno a uno, los presentes fueron hablando, dijeron de cuántos hombres disponían y expresaron sus ideas acerca de la guerra. Parecían decididos a marchar en ese mismo momento, los estudié y no encontré rastro de miedo en el rostro de ninguno.

De repente, la puerta se abrió, un joven entró corriendo.

— He cabalgado sin descanso hasta llegar aquí, el hogar de mi familia está siendo sitiado —dijo casi sin aliento.

Uno de los hombres que estaban sentados se levantó de su lugar, era el hombre mayor que habló después del rey.

— Hijo, ¿qué ocurrió?
— Se trata de un gran ejército, pueden ser cinco mil hombres, desde hace dos días acampan frente al castillo.
— Es más urgente aún marchar ahora mismo —intervino el rey— sugiero que traigan a sus esposas e hijos que no puedan participar en la guerra aquí al palacio, estarán a salvo mientras luchamos.

Los nobles se levantaron de sus lugares y salieron hablando todos al mismo tiempo. Shawn se dirigió a su padre.

— ¿Esta vez iré contigo a la guerra?
— Sí, hijo.

Se levantó y me tomó de la mano. Salimos de la sala y me condujo a nuestra habitación.

— Alessia —dijo con tono preocupado— mañana marcharemos a la guerra, siento mucho tener que dejarte sola cuando acabamos de casarnos.
— Amor mío, no te preocupes por mí, por ahora lo que importa es defender el reino. Yo estaré aquí esperándote.
— Lo más duro de todo esto es que nunca sabes si vas a regresar, no quiero ni pensarlo. Esperaba pasar toda mi vida junto a ti, pero ahora no es seguro que podamos hacerlo.
— Regresarás, no te preocupes por eso.

Me acerqué y le di un largo beso. Estaba siendo muy duro para mí saber que se tenía que ir, lo extrañaría, y no podría vivir en paz pensando en todo lo que le esperaba en el campo de batalla. Traté de mostrarme fuerte ante él, pero el miedo se instalaba en mi alma, nuestra vida juntos estaba a penas comenzando, me estremecía pensar que podía ser muy corta.

Le ayudé a preparar lo que llevaría, no nos separamos ni un minuto en todo el día. Quería aprovechar al máximo el tiempo que nos quedaba juntos, odiaba pensarlo, pero tal vez sería el último.

En el palacio se respiraba tensión. Los soldados comenzaban a llegar, preparaban las armas, los caballos y las provisiones. Los nobles corrían de un lado a otro, varios se acercaron a mí para pedirme que cuidara de sus esposas e hijos que llegarían en los próximos días, les aseguré que estarían a salvo y ellos me agradecieron.

El día se hizo noche, a medida que pasaba el tiempo, mi preocupación crecía. Después de la cena, el rey llamó a Shawn para hablar con él. Me quedé sola en la habitación, hasta que, unos minutos después, llegó Connor.

— Hola, Alessia.
— Hola Connor.
— Te veo preocupada.
— Lo estoy, esto no será nada fácil.
— No temas, saldremos victoriosos de esto como de muchas otras guerras más.
— En verdad lo espero.

Connor se acercó para abrazarme y sentí unos enormes deseos de llorar, pero no lo permitiría, debía mostrarme fuerte, ese no era momento para romperme.

— Venía a despedirme de ti, mañana marcharemos al amanecer y no creo que sea posible.
— Ten cuidado Connor, y por favor, mantente cerca de Shawn.
— Es mi mejor amigo, jamás lo dejaría. Ya verás que regresaremos sanos y salvos.
— Eso es lo que más deseo.
— Adiós Alessia.
— Adiós Connor.

Le di un último abrazo y desapareció de la habitación.

Más tarde, Shawn regresó, cenamos juntos y en completo silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. Nos acostamos en la cama juntos, mirándonos y dándonos besos, me permití perderme en la belleza de sus ojos, pues no sabía hasta cuándo volvería a verlos. Me dormí en sus brazos hasta que amaneció.

Poco antes del alba, Shawn me despertó susurrando en mi oído:

— Alessia, ya es hora.

Me levanté y me arreglé como pude, sabía que me esperaba un día muy duro. Cuando estuvimos listos nos dirigimos a la habitación del rey. Llegamos y lo vimos dando órdenes a los sirvientes y limpiando su armadura.

— Qué bueno que vinieron —dijo al vernos entrar— quería decirte, Alessia que debes estar atenta a la llegada de las damas en los próximos días, tú serás la encargada de enviarnos provisiones y comunicarnos cualquier eventualidad.
— No se preocupe, majestad —dije— haré mi mejor esfuerzo para que todo marche bien en su ausencia.
— Confío en ti. También me despediré, adiós Alessia.
— Adiós majestad, le deseo buena fortuna en las guerras por venir.

Hice una reverencia y salí de la habitación. Mi padre también iría, por lo que me dirigí a la habitación que ocupaban.

— Buenos días —dije al entrar.
— Buenos días, hija —saludó mi madre.
— Vine a despedirme de papá.
— Gracias por venir, Alessia —dijo mi padre acercándose para abrazarme— te quiero.
— También te quiero papá, buena suerte.
— Cuida a tu madre.
— Lo haré.

Los abracé una vez más y salí a encontrarme con Shawn. Todo estaba listo, en cualquier momento iniciarían la marcha. Me acerqué al hombre al que tanto amaba y lo abracé reprimiendo mis enormes deseos de llorar. Aspiré su delicioso aroma y deseé no tener que separarme de él.

— Te quiero Shawn.
— Te quiero Alessia.

Nos dimos un largo beso que nunca quise que terminara. Luego, lo vi marchar junto a los soldados, rumbo a lo desconocido, sin saber si volveríamos a vernos. Una vez se fueron, subí a nuestra habitación y lloré amargamente.

Príncipe misterioso || Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora