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La luz del sol de la tarde entraba a raudales por los ventanales de vidrios de colores, toda la sala rebosaba luz. El rey seguía sin decirme nada, pasó mucho tiempo antes de que rompiera su silencio:

—Jaime —dijo— Por favor lleva a la princesa a la habitación que ordené preparar para ella, llama a Paula y dile que se presente ante ella lo más pronto posible, gracias. Adiós querida, fue un gusto conocer a la futura esposa de mi hijo. Siéntete como en casa, puedes ir a cualquier parte del castillo que desees cuando lo desees.

—Hasta luego, su majestad —dije haciendo una profunda reverencia— gracias.

Él sonrió y yo me retiré en compañía de Jaime. Caminé a través de pasillos que parecían interminables, escaleras y jardines, todo en el castillo destilaba lujo y belleza.

Nos acercamos a un patio con un jardín lleno de flores de todos los colores. Atrás había varias caballerizas, escuché el sonido de los caballos, había algunas personas allí. Un joven apareció trayendo un enorme caballo negro. Me acerqué sin pensarlo porque quería acariciar al hermoso animal. El joven me miró un poco confundido, y fue ahí cuando lo observé detalladamente.
Lo primero que vi fue sus bellos ojos cafés, tan brillantes y que demandaban atención, su piel era muy blanca, sus labios estaban entre delgados y carnosos, eran muy rojos y atractivos. Los abrió para sonreír, mostrando sus blancos y perfectamente alineados dientes. Un montón de rizos castaños cubrían su cabeza y algunos de ellos caían sobre su frente.

—Hola —dijo, y su voz sonaba como el canto de miles de ángeles.

—Hola —respondí tratando de que no notara mi asombro— soy Alessia, solo quería ver el caballo, es muy hermoso.

—Yo soy Shawn.

Su nombre se repitió muchas veces en mi mente y nunca salió de allí en el resto de mi vida. Extendí mi mano para acariciar el cuello del caballo y mostré mi mejor sonrisa.

—Soy el encargado de las caballerizas —siguió diciendo— imagino que eres una invitada, creo haber escuchado tu nombre por todo el palacio en los últimos días.

—Así es, acabo de llegar.

— Bienvenida entonces, mi señor es un buen anfitrión, seguro la pasarás de maravilla.

— Gracias, eso es lo que espero.

Escuché a Jaime murmurar algo, así que recordé que debía irme. Acaricié un poco más al animal y miré los hermosos ojos de Shawn.

—Debo irme —dije, pero quería quedarme el resto del día ahí mismo— fue un gusto, adiós.

—Adiós, Alessia —respondió él, acariciando las letras de mi nombre con su melodiosa voz— cuando quieras puedes venir, estoy aquí casi todos los días.

—Gracias, vendré tan pronto pueda, me gustan mucho los caballos.

En realidad no me gustaban mucho los caballos, pero él trabajaba en las caballerizas, así que de repente se convirtieron en mi animal favorito, quería tener una excusa para verlo pronto, en verdad me había impactado.

Cuando llegué a la habitación, no podía creer ver tanto lujo junto. Había una gran cama de madera oscura, elementos relucientes por todas partes, una gran bañera y muchos vestidos lujosos guardados en baúles. Me dejé caer sobre la cama, era realmente cómoda, las mantas suaves de piel y la almohada de plumas hacían que pareciera como que estaba en un sueño. Era precisamente eso con lo que siempre había soñado. En las tardes en las que cuidaba las ovejas, mientras sembraba lo alimentos que cultivamos, cuando dormía en la dura cama de paja con mis padres, soñaba con ser una princesa, vivir en un castillo y ser la esposa de un príncipe. Ahora que tenía todas las comodidades, no dejaba de pensar en porqué mis padres me habían negado todo eso siendo yo su hija, una princesa. No lo entendía y tal vez nunca lo entendería.

Me preguntaba cómo sería el príncipe con el que debía casarme, esperaba que se viera como el joven que había visto con el caballo, él parecía un príncipe de verdad, aunque evidentemente no lo era.

Unos golpes en la puerta de madera me sacaron de mis pensamientos, corrí a abrir y me encontré con una chica de unos veinticinco años, llevaba los cabellos castaños recogidos en dos trenzas, tenía grandes ojos cafés y piel morena. Al verme sonrió, le sonreí de vuelta y la invité a pasar.

—Mi nombre es Paula, majestad —dijo haciendo una reverencia, ahí supe que me costaría mucho acostumbrarme a ese trato— seré su doncella, estaré cerca para lo que necesite.

—Hola, Paula —dije con amabilidad— yo soy Alessia, y me gustaría que cuando estemos a solas me llames por mi nombre, por favor.

—Como prefiera, ¿necesita algo ahora?

—Por favor prepárame un baño, llevo más de dos semanas viajando y es lo que más necesito, gracias.

Ella se dirigió de inmediato a llenar la gran bañera con agua, aplicando también un aceite que olía a limón. Miré por la ventana cómo el atardecer daba paso a la noche y las estrellas comenzaban a aparecer en el cielo. Cuando estuvo listo, Paula me llamó, me ayudó a quitarme el vestido y a entrar en la bañera. El agua tibia me hizo sentirme más que bien, mientras tanto, ella caminaba por la habitación encendiendo antorchas, organizando la cama y preparando una mesa para cuando llevaran la cena.

—Paula —dije.

—Sí, mi señora —respondió ella.

—Recuerda llamarme por mi nombre, y quería preguntarte por el príncipe, ¿qué sabes de él? ¿cómo es? ¿Está ahora en el castillo?

—Es muy guapo. Desde que alguien entró en el castillo hace unos diez años y asesinó a su madre, el rey no permite que salga y mandó hacer un hechizo para que solo las personas escogidas pudieran entrar aquí. Tiene unos veinte años, creo, o veintiuno. Todas las chicas del castillo viven suspirando por él. Es muy amable, educado e inteligente. Y, no sé qué más decirle. El rey nos dijo que usted había venido para casarse con él.

—Gracias, Paula. Y así es, se supone que vine a eso, pero hasta hoy supe que soy una princesa.

—Perdone mi indiscreción, pero ¿no se supone que creció como una princesa en un castillo?

—No, crecí en el campo, con otras personas que al parecer no eran mis padres, aunque yo creía que sí. No sé nada de ser una princesa, aunque se supone que debo serlo. Creo que cuando el príncipe me conozca se va a decepcionar y mucho.

—No lo creo, mi señor nos dijo que iba a hacer lo posible para que usted aprenda todo lo necesario. Además, es como un princesa, muy bella, lo demás lo puede aprender fácilmente. El príncipe es una buena persona, estoy segura de que se enamorarán.

Cuando salí de la bañera, me vestí con ropa de dormir, Paula cepilló mi larga cabellera dorada hasta dejarla reluciente. Nos trajeron la cena y le dije que quería que todas las noches cenáramos juntas, así que trajo también su cena y comimos en medio de una entretenida charla.

Príncipe misterioso || Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora