Capítulo 9

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Siempre había tenido sueños muy peculiares

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Siempre había tenido sueños muy peculiares. Sueños que recordaba muy bien al despertar, sueños que muchas veces eran lucidos, pero por sobre todo, sueños que me contaban un poco sobre lo que iba a pasar. Tal como si el destino susurrara en mi oído mientras dormía, dando pistas para prepararme ante cualquier acontecimiento fuera de lo común.

Nunca antes les había prestado atención a aquellas premoniciones. Quizás porque habían cosas más importantes para mi en ese entonces, como hablar con mis amigas y encontrar un lugar para mi en la escuela, o simplemente porque temía que esos sueños significaran que estaba volviéndome loca.

De todas formas, estos comenzaron a traerme problemas años después las primeras visiones, ya siendo mayor y más independiente. Con dieciséis, lo curioso no era mi edad, si no que estos sueños comenzaron abruptamente. Había pensado muchas veces que eran producto de mi imaginación cuando era niña, pero cuando comenzaron a molestar mi dormir de nuevo no supe qué pensar. Eran demasiado explícitos en algunos contenidos, dejándome helada al despertar. Otras veces solo eran imágenes sin sentido, pero igualmente una sensación de inquietud me incomodaba.

Pobre de mí, que no sabía lo que nos esperaba como familia. Porque esos sueños que cuando pequeña me decían que podría caerme al correr por las escaleras o que probablemente mis padres tendrían una discusión, no eran nada comparado a las imágenes que me atormentaban ahora.

Sobretodo cuando me advirtieron de una muerte cercana, la muerte de Selene.

Eso no lo sabía, claramente, y aún así la misma mañana de su muerte me sentí aterrada. Pero ya hablaremos de eso más tarde. Es importante para mi explicar todo desde el comienzo.

Era una noche de tormenta. Una lluvia torrencial caía sin cesar y si no fuera por el calor de la chimenea encendida a toda potencia nos estaríamos congelando. Estábamos las tres sentadas frente a esa, acurrucadas una junto a la otra en el sillón mientras veíamos caricaturas. Nuestra madre preparaba galletas en la cocina, esperando que papá volviera pronto.

Ese día William Roux debía trabajar por doce horas, pero como siempre sucedía, él tardaba más de lo esperado. "En el hospital siempre hay algo que hacer", decía él. Estaba en lo cierto, pero también una vez Ness había dicho que parecía que papá le gustaba mucho estar allá. Recuerdo haberme horrorizado, gritándole que nosotras éramos más importantes que un trabajo y ella tuvo que apresurarse a aclarar su punto antes de que llegará mamá a preguntar porque yo estaba tan alterada. Entonces la escuché decir que así como nuestro padre nos amaba infinitamente, él adoraba su trabajo. En ese entonces me costó comprenderlo, pero con el paso del tiempo entendí que cuando tienes un deber tan importante como el de procurar el bienestar de otros y te gusta colaborar con ello, no puedes evitar encariñarte con tu labor.

Él trabajaba para salvar vidas, pero para una niña que no comprendía demasiado de la vida, despertar en medio de la noche sola en el sillón, fue aterrador.

Valle de lágrimas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora