Capítulo 14

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Luego de clases me fui con Roy y ahora estábamos en la cafetería de Finn's, bebiendo café y compartiendo información

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Luego de clases me fui con Roy y ahora estábamos en la cafetería de Finn's, bebiendo café y compartiendo información. El lugar era muy rústico pero a la vez sofisticado. La decoración era en parte ladrillos, madera y muchas plantas de interior. Además constaba con un gran ventanal junto al que estábamos sentados y que daba al exterior. Desde allí podíamos ver los árboles cubiertos por tonos tierra y el cielo parcialmente nublado.

Por el momento repasamos lo encontrado, entre frases y sorbos de café, intentando sacar conclusiones racionales. Un árbol dañado en la escena del crimen, aunque no sabía si constituía a una pista, la cabaña y los rasguños en el concreto, además del símbolo "demoníaco", como lo llamaba Roy.

Tecleaba con rapidez en mi computadora portátil. Hace un momento Roy había ido al baño y me encontraba sola así que estaba haciendo una lista de hechos concretos. Intentaba que fueran lo más detallados posibles aunque no tuviéramos mucha información. Me gustaba tener todo anotado por la esperanza de que posteriormente pueda distinguir significados y atar cabos.

Mi estómago rugió una vez terminé de escribir lo poco que teníamos. Levanté la mano para llamar la atención del chico que nos atendió.

Debo decir, y no porque sea algo realmente importante, pero él estaba en la lista de los chicos más guapos que había visto en el pueblo. No era nada ordinario, tenía facciones marcadas como su quijada y mentón cuadrado, e incluso barba de algunos días. Tenía unos hermosos ojos azules con largas pestañas y un cabello dorado que por alguna razón me recordaba al Dios Apolo. Aunque había intentado peinarlo hacia un lado, este era tan abundante que formaba una melena que lo hacía ver incluso más sexy.

Al verme el chico se acercó, esbozando una hermosa sonrisa que lo hizo ver adorable. Fue increíble verlo pasar de la sensual seriedad a una radiante calidez. Su dualidad era impresionante.

—¿En qué puedo ayudarte? —preguntó regalándome una breve sonrisa. En su mano traía una pequeña libreta, preparado para anotar.

Se me antoja un beso.

Sentí mis mejillas sonrojarse. Por el amor que le tienes a Dakota, cálmate. Calma tus malditas hormonas. Nunca has sido una adolescente hormonal y mucho menos ahora. Mantén tu dignidad intacta.

Entonces mi estómago volvió a rugir. Dignidad perdida.

Él soltó una risita. Me sentí muy avergonzada, y sobretodo tonta por no poder decir nada.

—Te recomiendo un sándwich para saciar esa hambre voraz que tienes, ¿te parece? —sugirió, alzando sus rubias cejas en señal de pregunta. Era tan lindo que podía morder su cara.

Nunca creí que mis impulsos agresivos fueran activados por su inusual belleza. Eso solo pasaba cuando veía a un bebé rechoncho y me daban ganas de mascar sus mejillas regordetas. Esos bebés eran peligrosos, podían conquistar el mundo si quisieran. Bueno, no. Essie probablemente les daría una patada que los llevaría al espacio exterior. Era inmune a la belleza de los bebés. Según decía, los bebés eran el origen de un caos que prefería no presenciar. En cierto punto la entendía, no estaba segura de poder cuidar de otra ser que no fuera yo misma.

Valle de lágrimas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora