Capítulo 19

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Era una pésima idea

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Era una pésima idea. Una terrible y estúpida idea. La mirada asustada de Essie me lo confirmó, pero aún así nos encaminamos hasta la mansión. Los rumores trataban de que allí habitaba una bruja que robaba las almas de los que ingresaban sin su permiso, pero al parecer, para Dana y Alain sólo era un cuento para asustar a los niños.

Caminábamos entre los pastizales, sintiendo el sol calentando nuestras espaldas. Alain caminaba junto a mi, rezagados. Al hablar una nube blanca se escapaba entre nuestros labios, hasta perderse en el frío que nos rodeaba y hacía doler nuestros huesos.

—Así que le has hablado de mi a tu madre —dije en un intento de desviar mi atención del peligro inminente.

—Solo una vez...

Alain miraba al frente, haciendo una mueca.

—Fingiré que te creo —sonreí con ganas de molestar.— pero yo pienso que no podías dejar de hablar de mi.

—No seas engreída —se rio.

Dana frente a nosotros se volteó para dirigirnos una mala mirada.

—No se queden atrás, par de tortolos. Esto no es una cita.

Enrojecí ante sus palabras, no sabía si por vergüenza o rabia. Odiaba que tuviera el don de molestarme cada vez que abría la boca.

No lo había notado pero a tan solo unos metros se encontraban las ruinas. La imponente estructura destruida de la mansión me dejó sin aliento, el poco que me quedaba luego de la larga caminata.

—Deberíamos volver —murmuró Essie, con la mirada fija en una de las ventanas. Me miró con súplica al ser ignorada por su amiga.

—Si, no hay mucho que hacer aquí.

—¿Estás de broma? —se burló Dana.— Quería creer que tu reputación de allanamientos era real.

—¿A qué te refieres? —interrogó mi hermana.

—No es nada —solté, dirigiéndole una mirada a la rubia.

Alain se acercó a mí y puso una mano sobre mi hombro.

—¿Dónde está tu espíritu aventurero?

—Sepultado.

Por mi bien y el de otros.

—No digas eso. Créeme cuando digo que sólo será una mirada. No tardaremos nada.

Dirigí la mirada una vez más a la mansión. Sería una felonía contra mi 'espíritu aventurero'. Además, solo sería entrar y salir. Nada podía pasar si era así.

—Está bien.

Los seguí hasta la entrada, arrastrando los pies mientras sentía que la casa nos tragaba y enviaba directo al tártaro. Una vez dentro el frío era mil veces peor y abrazarme no era suficiente. Era como ingresar a otra dimensión.

Valle de lágrimas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora