Capítulo 15

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—¿Ahora tú estás enfermo? —pregunté una vez entré a la sala y lo vi sentado en nuestro sitio

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—¿Ahora tú estás enfermo? —pregunté una vez entré a la sala y lo vi sentado en nuestro sitio. Estaba pálido y lucía extremadamente cansado. El día de hoy llevaba un grueso abrigo largo en el que se refugiaba del frío. Me senté junto a él, sin dejar de verlo. Me preocupaba porque se veía peor que yo y eso ya era demasiado.— ¿No habrá algo en el agua?

Él me miró de soslayo mientras se acomodaba e intentaba mantener la compostura.

—Esto no es Riverdale, querida Nessie.

Esbocé una media sonrisa.

—¿Acaso ves Riverdale?

Enseguida me observó con un gesto de disgusto.

—No, es...—intentó negar, pero al notar mi escepticismo confesó.— es culpa de Dana, ¿está bien?

Solté una carcajada. Alain me observaba ofendido.

—Oh por dios, que bajo has caído...

—No dirías lo mismo si la vieras.

—Como digas...—murmuré, volteando a ver al resto. Ya casi habían llegado todos, pero sentía algo faltaba.— ¿Has visto a Álfrun?

—¿Quién?

—La chica que me salvó de tu hermana —solté con obviedad, aunque él solo la haya visto una vez.

Alain hizo una mueca.

—No.

—Que raro...

Sin duda lo era. Álfrun podía faltar seguido a clases, pero tenía un límite. No correría el riesgo de perder el año. Ya le había sucedido antes y no pensaba cometer el mismo error. Tenía una clase de aversión a la escuela y mientras más cerca estuviera su graduación, mejor para ella.

Sin poder contener mi curiosidad, al terminar la clase me dirigí a recepción. Allí estaba la secretaria quien podría darme algo de información sobre mi amiga. Necesitaba saber si ella estaba bien.

—Hola, cariño.—me saludó con una sonrisa cálida.— ¿En qué puedo ayudarte?

—Hola. Necesito saber la dirección de Álfrun Rodríguez.—solté directo al grano.

La secretaria alzó sus cejas.

—No puedo darte esa información.

—Es para entregarle la tarea. Se encuentra enferma y no ha podido asistir a clases.

Mi mentira la convenció porque esta vez se dirigió a un mueble gigante y sacó una carpeta. Estaba sorprendida por mi habilidad, o ella era muy fácil de engañar.

—¿Álfrun Rodriguez, verdad? —me preguntó mientras abría la carpeta y buscaba. Entonces pareció encontrar lo que buscaba y lo dejó sobre el escritorio. Su rostro expresó confusión.— Que extraño... No figura ninguna dirección ni número telefónico.

Valle de lágrimas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora